9.30, primera reunión con Martín. Se acerca y me pide que lo siguiera. Salimos del galpón, fuimos para la calle y empezamos a caminar. Me contó que la oficina actual les está quedando chica y estaban considerando mudarse. Estábamos caminando hacia la futura nueva oficina, que quedaba a tres cuadras.
Llegamos y me contó que allí pensaban construir el nuevo edificio, aunque dependía de algunos temas presupuestarios a definir con la casa central en Estados Unidos. Estábamos Martín y yo parados frente a una puerta de reja, del lado de afuera de un gran baldío. Todo lo que veíamos era un baldío. Un terreno, con tierra en el piso, una especie de construcción a un costado y rejas perimetrales. Fue una experiencia extraña. Martín me mostraba con cierto orgullo el baldío y yo no sabía que contestar. Admito que muchas veces en mi vida trato de tener respuestas programadas, es deformación profesional del stand-up. Tengo algunas excusas que uso con frecuencia. Pero nunca jamás en mi vida me encontré en la situación de tener que dar una opinión respecto a un baldío. Martin esperaba mi respuesta. Yo necesitaba decir algo urgente, sentía un silencio incomodo debido a mi no apreciación del baldío y no se me ocurría nada. Solo atiné a decir "qué bueno" y no pude pensar en nada más.
En lugar de volver a la oficina, seguimos caminando. Toda mi entrevista con él fue caminando. A las 10 en punto estábamos otra vez en el galpón. Martín se despidió deseando mucha suerte y se fue. Yo quede sentado solo en una sala de reuniones esperando la siguiente entrevista. Admito que Martín era un tipo con muy buena onda y que me cayó muy bien a pesar de no compartir su pasión por el baldío.
Apareció una mina de unos 50 años, aunque más tarde me enteré que tenía 46 y me sentí bien con mi estimación. Su pelo largo y totalmente blanco. Podría perfectamente haber trabajado de la Oráculo de Matrix, daba mucho ese perfil. A la mina e gustaba su pelo y lo iba moviendo cual propaganda de shampoo. Cada vez que lo hacía, no podía evitar pensar en Giordano diciendo “moviendo las cabezas, Tete”.
Se presentó como Rosina y me contó que en las empresas las personas tienen cargos, que ella actualmente era la jefa de todo ingeniería, pero que en realidad los cargos no le interesan. Lo de jefa se ingeniería se lo pusieron casi que muy a su pesar. "Yo soy la Rosi, el cargo no me importa" me dijo indicando una gran humildad. Me di cuenta de su gran humildad porque ella hacia mucho esfuerzo en mostrarla. Con el correr de la entrevista también me di cuenta de su gran inteligencia, porque ella me lo repitió varias veces. Aparentemente, nadie en toda la empresa es tan humilde ni tan inteligente como La Rosi. Si no me creen, vayan y pregúntenle a La Rosi.
La Rosi me hacía preguntas del estilo "Contame quien es Alejandro". Yo respondía y ella decía "con esto que me decís, yo saco que vos sos así, así y asa". Lo importante de esa reunión era que yo supiera quien era La Rosi y de su gran humildad y gran inteligencia.
También me contó que a ella le encanta la psicología y todo el mundo le decía "pero Rosi, ¿Por qué no estudias psicología?" y ella siempre contestaba que le gusta la psicología, pero aplicada a algo, como por ejemplo la ingeniería.
10:30 terminó la reunión, La Rosi se fue y quedé solo y sin actividades. Fui a buscar a Mariana, la encontré en la cocina. Nos quedamos hablando un rato sobre la vida en Mendoza, el proceso de mudanza, los pagos extra por relocación. Era la primera vez en más de 3 meses que me brindaban algo de información.
Mariana me dijo que me había puesto un almuerzo con Juan y me agregó una reunión a la tarde con Rain Man. También me preguntó si quería ir con ella a su escritorio a cebarle mates. Fue una de las ofertas menos tentadoras que tuve en mi vida. Serán así los mendocinos, pensé. Tengo que alabar baldíos y cebarle mate a otro, debe ser usos y costumbres locales. Rechacé la oferta porque la verdad que era muy poco atractiva, además no tomo mate. Decidí quedarme en una sala de reuniones haciendo tiempo tirado en un sillón y usando el celular.
No pasaron ni 5 minutos cuando apareció Juan para presentarse y avisarme que a las 12:30 almorzaríamos juntos. Según sus parámetros, yo debía estar aburrido y me pidió que lo siguiera. Me llevó a la biblioteca y me indicó que lo esperara ahí hasta las 12:30. Yo no quería ir a la biblioteca, quería quedarme en el sillón que estaba, pero Juan no me preguntó. También me dijo que leyera alguna de las revistas o libros de ahí, yo tampoco quería, prefería jugar con mi celular.
Lo único que me preguntó es que quería almorzar, le dije que me daba lo mismo. Que lo que él eligiera, estaría bien. Me preguntó si tenía PedidosYa y que veríamos de encargar algo.
A los 2 minutos de estar en la biblioteca, apareció una mina con un tipo. La mina me dijo "la tengo reservada". Asumí que estaba hablando de la biblioteca, a pesar que ella no había sido específica. Pude haber respondido cualquier cosa, como "mantenela reservada hasta el casamiento" pero no lo hice. Salí de la biblioteca y me pasee por la oficina sacando fotos para mandarle a Flor por WhatsApp. La cocina, las oficinas, la mesa de ping pong, la de metegol, la entrada, el jardín, todo. Volví a mi sillón original, volvió a aparecer Juan. Me dijo que no me olvide que 12:30 almorzábamos.
A las 12:20 apareció Juan por tercera vez y me dijo que ya íbamos a almorzar. Yo estaba re preparado para el almuerzo. Nuevamente me preguntó por mis preferencias alimenticias y culinarias, le dije que lo que fuera. Era un tema un tanto sensible para él. Le dije que de lo que él quisiera comer, que pidiera dos y listo. Fue arriesgado lo mío, lo reconozco. Pero la intensidad de Juan y el almuerzo ya habían pasado largamente los índices de tolerancia aceptables con un ser humano. Relajate Juan, es un almuerzo.
Juan resolvió empanadas. Me decepcionó un poco su elección, pero no dije nada. Salimos de la oficina para ir a comprar. Mientras pasábamos por el jardín, había otro empleado prendiendo el fuego en la parrilla. Ah, cierto, también había parrilla en el jardín. La parrilla estaba siempre disponible para quien quisiera usarla y cuando cada uno así lo desease. Alguien va, prepara el fuego, tira las cosas y listo, asado para todos y todas.
Juan me preguntó si prefería asado, respondí afirmativamente. Fuimos a una carnicería y compró dos porciones de entraña. Pagó él, me avisó que luego la empresa le devolvería el dinero invertido en mi almuerzo. Punto para la empresa. Volvimos y nos quedamos en el jardín mientras otro hacia el asado. Éramos 5 personas en ese momento en el jardín, todos muy buena onda. Uno había traído unos potes de salsas especiales que preparaba su novia y pan. Estuve comiendo pan con mayonesa con ajo que estaba genial. Ideal para una tarde de entrevistas laborales.
Alrededor de la 1:30 llegaron 10 personas más para el asado con botellas de cerveza y vino. Porque no hay razón para no hacer un asado con cerveza y vino un viernes cualquiera en horario laboral.
Juan hacía rato que había desaparecido, era quien estaba obligado a hablarme. Entonces, si el que está obligado a hablarte no está, menos que menos me iban a hablar los demás. Ya con el grupo nuevo grande y otros que fueron llegando, éramos unas 20 personas en el jardín esperando el asado. Todos hablando entre ellos, yo quedé afuera.
Dentro de grupos chicos y cuando están obligados a hablarme, todos tenían buena onda. Con mucha gente presente y donde podían hacerse los boludos sin mucho esfuerzo, lo hacían y elegían no hablar conmigo. Y está bien. Supongo que debe ser un embole que te encajen al de Buenos Aires que llega para las entrevistas. Probablemente yo hubiese hecho lo mismo.
A las 2 apareció Juan, me dijo que tenía una reunión y se fue, pero que me dejaba con los demás. En ese momento el asado estaba sacando la carne, así que mucho no me importó. De repente, vi que estaba La Rosi y la salude. No me dio mucha bola tampoco. Debe ser parte de mi carisma habitual. O e su gran humildad e inteligencia, desconozco.
Un poco antes de las 2:30, me fui a lavar los dientes y me preparé para la siguiente reunión. El asado seguía. Porque un viernes laboral cualquiera no hay razón para no tener un almuerzo de 3 horas con asado, cerveza y vino. Gran lugar para trabajar.
Esta historia continuara.
Wednesday, April 10, 2019
Tierra de Vino III
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(te mandé mail al yaveremos)....
ReplyDeleteVisto y contestado.
DeleteMe gusta este modelo de confirmación de lectura.
Ayy por Diosss, necesito que llegue YA la parte donde te dicen que te van a pagar dos mangos.
ReplyDeleteNo fue eso... fue peor! Mañana la última parte.
DeleteCuándo vuelve tu blog?
Por ahora, nunca.
DeleteMe quedo con el "por ahora".
Deletey este es el momento en el que te empezas a preguntar: ¿que hago aca?
ReplyDeleteTuve muchos de esos momentos!
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