Miércoles de la semana pasada. Paseo La Plaza. Volanteando antes del show.
Se me acerca un chabon de unos 30 años y me empieza a hablar.
El: ¿Vos sos Alejandro? (Con mucho entusiasmo, muy contento de haberme visto.
Yo: Si... (Respondo como dando pie a que continúe hablando y tratando de entender su alta efusividad)
El: Te vi haciendo el show hace como 2 años, sos genial, me cague de risa. Estuvo espectacular.
Yo: Muchas gracias. (Poniendo el tono de mayor falsa modestia posible. Cada tanto me reconoce alguien y siempre está bueno que te digan esas cosas, pero hay que hacerse el que no importa)
El: Me cagué de risa con tu show, estuvo impresionante.
Yo: Gracias.
El: Me acuerdo que contaste el mejor chiste que escuché en mi vida.
Yo: ¿En serio? ¿Cuál?
El: Ese de Kirchner en Chaco y vamos a volver.
No es un chiste mio. Nunca hice ese chiste.
Mi mejor fan es fan por algo que no hice yo.
Así de groso soy en el mundo de la comedia.
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Tuesday, April 16, 2019
Escalera a la Fama
Friday, April 12, 2019
Tierra de Vino IV
Mi siguiente entrevista iba a ser con Pablo, el country manager, o sea el más poronga del condado. Llegó 8 minutos tarde y eso cambió todo el cronograma. Pablo fue quien había fundado la empresa mendocina que vendió a los yanquis. Es lo que se define en la era macrista como un emprendedor. Como dije antes, ya tengo varias empresas de internet encima y conozco muchos emprendedores del estilo. Llegó vestido de emprendedor. Jean azul moderno, una remera de algodón blanca, sweater azul muy cheto y unas zapatillas Adidas rojas muy fluorescentes. El uniforme de emprendedor moderno de 40 y medios años.
Entró a la sala, me saludó con buena onda y durante los siguientes minutos se estuvo presentando. Cuando terminó de presentarse, me hizo una pregunta típica de emprendedor. Me preguntó "¿Tenes alguna pregunta vos para mí?" Porque los emprendedores son así, te entrevistan ellos para hablar ellos. Confieso que ya sospechaba que iba a pasar eso y tenía una muy buena pregunta preparada. Se la hice y se le iluminó la cara, le encantó. Me dijo que la pregunta era excelente y se puso a hablar de sí mismo, que era todo lo que quería.
Admito que cuando empezó a hablar, me cayó muy bien. El tipo no era nada soberbio, de hecho era bastante humilde con todo lo que había logrado. Hablaba muy bien, mucho carisma, que casi todos los emprendedores exitosos tienen y saben usarlo. Estuvimos hablando exactamente por 22 minutos y fue una gran entrevista. Ya estábamos como los chanchos, hablando de la vida, el universo y todo lo demás cuando de repente apareció un chabón que golpeó el vidrio de la sala de reuniones e hizo ojitos y gestos de impaciencia. Pablo dijo "uh, llegó Jonatan, que encima es super puntual" y como que era el fin de nuestra entrevista.
Yo quería que Jonatan se fuera, prefería seguir hablando con Pablo. Pablo era el groso, el interesante y carismático. El divertido y seguramente su voto definía mucho en mi contratación. Me estaba llevando excelente con él. Mientras que del otro lado del vidrio estaba Jonatan con su tez muy oscura y sus rulos mota no me atraían demasiado. Jonatan era como un ser humano de la década del 80 puesto en el 2019. Era como que te muestren la foto de la secundaria de un actor que es groso ahora. Ponele como ver la foto de los 80s de Samuel Jackson. Ahora es groso, pero seguro que en el colegio no era groso. Jonatan era eso, un joven Samuel Jackson aunque a la vista sabías que nunca iba a ser groso.
Pablo se fue, entró Jonatan y asesino el carisma que había en el ambiente en menos de un segundo. Tono monocorde y soberbia muy poco camuflada combinadas con un ser insulso que no motiva a nada. Se sentó y se presentó como una especie de coach. Así dijo, que era una especie de coach, que él estaba a cargo de couchear(sic) a todos los de mi área y que hacia eso. Me preguntó que App usaba y que cambios le haría y como sabría si esos cambios funcionaron. Nada muy original, pero tampoco con mucho sentido.
Me mostró su mapa de coaching. Era como un mapa de 3 líneas de subte con intersecciones entre las mismas. Entonces en la línea verde ibas avanzando vos, pero se junta con la roja y ahora tenes dos caminos. El verde, que podes seguir solo y el rojo donde Jonatan te ayuda. Y más adelante se cruzaban con la línea amarilla. Le dije que parecía un mapa de subte, no le gustó. De mala gana reconoció que se había inspirado en eso. Se ve que en Mendoza alucinó a todos con el subte porque no hay subte. Tal vez vieron eso y dijeron "Jonatan, que maravilloso mapa de capacitación que realizaste" y él asentía sin contarle a nadie su secreto. Y yo descubrí el secreto de su subte. Nunca hubo onda con Jonatan.
A las 3:30 se fue Jonatan y vino la siguiente entrevista, que era Rain Man. Así era todo, una detrás de otra y con poco tiempo para cada entrevista y nulo tiempo entre entrevistas. Rain Man me mizo preguntas muy poco inteligentes como "Si tenes que presentar un proyecto y la gente que labura para vos no hace nada, ¿qué haces?" Y la verdad que no tengo ni idea. Asumo en la buena voluntad laboral de la gente. Si tenes que laburar, laburas. Me dijo que a pesar de eso, igual no laburan. No tenía muchas ideas, solo se me ocurrió golpearlos con un palo electrificado, pero no lo dije. Así el resto de las preguntas durante media hora. Fue un gran cualquier cosa que no llegó a ningún lado. Al menos no me habló de aviones.
A las 4 apareció el último entrevistador. Era uno de los que se había ido al almuerzo ese de mis pares con problemas de coordinación. No mis pares con problemas de coordinación, sino problemas de coordinación entre el almuerzo de mis pares y mi entrevista. Le pedí permiso para ir a buscar agua porque hacía una hora y media que estaba hablando. Cuando volví, él estaba viendo dibujos de Ben 10 en su laptop. No es chiste.
Me siento, miro los dibujos, que eran los que son para colorear y lo miro a él. Él me mira y me dice "escucha esto" y abre WhatsApp y pone play a un audio. Era el hijo diciéndole que quería que le imprimiera unos dibujos para pintar y le explicaba quién era Ben 10. Admito que me causó gracia el audio, era un nene hablando divertido y con acento mendocino.
Le conté que una vez hice lo mismo, que imprimí muchísimos dibujos para colorear, los anillé y se los regalé a mi sobrino que estaba fascinado. Es un gran regalo y muy barato. Me dijo que le encantó la idea y que lo iba a hacer. No le conté la verdad de la anécdota. Nunca lo hice para mi sobrino, lo hice para Flor. Como le da miedo viajar en avión y pintar mandalas la tranquiliza, para el último viaje le hice un cuaderno de dibujo que no solo tenía mandalas, sino también dibujos de Jem y cosas de su infancia. Le puse de nombre Flor en Colores. Fue un gran regalo.
Seguíamos hablando de Ben 10, hasta que dijo "uh, me olvidé" y entró en una reunión vía Skype con otra persona que se suponía que tenía que entrevistarme, pero lo colgamos un rato para hablar de Ben 10.
La entrevista terminó 4:30 y me fui. Fin del día de entrevistas, fueron 7 en total. Justo afuera de la sala de reuniones me estaban esperando Emilia y Mariana, las dos con tremenda cara de feliz cumpleaños. Muy contentas. Chochas. Las fui a saludar, ambas con excelente onda. Muchísimas más onda de la que habían tenido todo el día. Nunca fueron mala onda, pero ahora eran buena onda en serio. En general, me había ido muy bien en todas las entrevistas. Su chochera se relacionada con que ya estaba todo listo para que yo empiece a laburar. Como que quedaban tramites burocráticos, pero ya estaba todo cocinado. Listo el pollo, Flor, Toscana y yo nos mudamos a Mendoza pensé.
Por primera vez hablamos de la mudanza, un poco más de detalles sobre el kit de relocación, etcétera. Me dijeron que en algún momento de las siguientes dos semanas me iban a avisar por sí o por no y una semana más tarde me mandaban la oferta formal. Pregunté si era negociable la oferta, me dijeron que si, que todo se arreglar. Que cuando realmente quieren a alguien, hacen que las cosas funcionen. Había fuertes indicios en el ambiente de que me iban a contratar.
Pregunté cuánto tiempo después de la oferta debería estar trabajando en Mendoza, me respondieron "una semana". Pensé que era un chiste, pero no. Incluso enfatizó la respuesta diciendo "Es mucho mejor estar acá buscando casa ya trabajando, así ganas plata mientras buscas y podes salir durante el día a ver casas y volver". Insisto, no es chiste.
Voy a intentar poner los tiempos en perspectiva. La empresa se tomó más de dos meses para organizar siete entrevistas por Skype. Después otro mes más para un viaje de un día en el cual tuvo varios errores de coordinación como que la gente que debía entrevistarme ese viernes no estaba en la oficina y metieron a otras personas a entrevistarme que no tenían nada que ver conmigo ni con mi posición como para zafar la situación y disimular los temas de coordinación. Después se iban a tomar dos semanas para decidir y una más para hacer una oferta. Del otro lado, yo tenía una semana para renunciar a un laburo, que Flor renuncie al suyo, cerrar mi casa y mudarme a otra provincia. Así son los tiempos de las corporaciones donde el respeto de su tiempo no es directamente proporcional al respeto por el tuyo. Tu ansiedad de más de tres meses de entrevistas y la posibilidad de mudarte con tu familia a otra ciudad no importa en lo más mínimo. Igual no dije nada porque quería el laburo. Me tomé un taxi, avión, otro taxi y cerca de las 10 de la noche estaba en casa.
El viernes siguiente, alrededor de las 8 de la noche, sonó mi celular. Era Emilia. Después del saludo de rigor, me dijo "no tengo buenas noticias para vos" y me aviso que decidieron no contratarme.
Me explicó que fue unánime entre todos que yo era un groso, un crack, un genio, el más genio de los genios, era genio infinito punto rojo, pero... Porque siempre hay un pero. Pero que yo era un genio haciendo A y en realidad la empresa en este momento se encuentra buscando un genio que pueda hacer B, que sea un crack en B y que lleve a la empresa al "siguiente nivel"(sic) en B. Que si buscaran un A, me contratarían sin dudas. De hecho, les dio lastima no estar buscando un A, porque hace poco habían contratado a uno y no tenían planes de contratar a otro. Y eso fue todo.
Todo ese diálogo fue bastante ridículo. Desde el día uno que yo había dicho que era A, no B. Pasa que A, B, C, D y hasta Z, en las empresas de internet es prácticamente lo mismo. Una persona que hace A, se la capacita y en menos de un mes está haciendo B como un campeón. Pero, por otra parte, me entrevistó mucha gente que hace B. Y si ellos reconocen eso, deja de tener sentido su laburo. Pareciera que cualquiera puede hacerlo y tienen que vender un poco de humo y hacerlo valer. Confieso que me molestó bastante la situación porque, si la oferta era buena, hubiese agarrado el laburo. Obviamente que no me contraten era una de las posibilidades, me habría encantado saber la verdadera razón.
Fin de mis aventuras mendocinas.
Wednesday, April 10, 2019
Tierra de Vino III
9.30, primera reunión con Martín. Se acerca y me pide que lo siguiera. Salimos del galpón, fuimos para la calle y empezamos a caminar. Me contó que la oficina actual les está quedando chica y estaban considerando mudarse. Estábamos caminando hacia la futura nueva oficina, que quedaba a tres cuadras.
Llegamos y me contó que allí pensaban construir el nuevo edificio, aunque dependía de algunos temas presupuestarios a definir con la casa central en Estados Unidos. Estábamos Martín y yo parados frente a una puerta de reja, del lado de afuera de un gran baldío. Todo lo que veíamos era un baldío. Un terreno, con tierra en el piso, una especie de construcción a un costado y rejas perimetrales. Fue una experiencia extraña. Martín me mostraba con cierto orgullo el baldío y yo no sabía que contestar. Admito que muchas veces en mi vida trato de tener respuestas programadas, es deformación profesional del stand-up. Tengo algunas excusas que uso con frecuencia. Pero nunca jamás en mi vida me encontré en la situación de tener que dar una opinión respecto a un baldío. Martin esperaba mi respuesta. Yo necesitaba decir algo urgente, sentía un silencio incomodo debido a mi no apreciación del baldío y no se me ocurría nada. Solo atiné a decir "qué bueno" y no pude pensar en nada más.
En lugar de volver a la oficina, seguimos caminando. Toda mi entrevista con él fue caminando. A las 10 en punto estábamos otra vez en el galpón. Martín se despidió deseando mucha suerte y se fue. Yo quede sentado solo en una sala de reuniones esperando la siguiente entrevista. Admito que Martín era un tipo con muy buena onda y que me cayó muy bien a pesar de no compartir su pasión por el baldío.
Apareció una mina de unos 50 años, aunque más tarde me enteré que tenía 46 y me sentí bien con mi estimación. Su pelo largo y totalmente blanco. Podría perfectamente haber trabajado de la Oráculo de Matrix, daba mucho ese perfil. A la mina e gustaba su pelo y lo iba moviendo cual propaganda de shampoo. Cada vez que lo hacía, no podía evitar pensar en Giordano diciendo “moviendo las cabezas, Tete”.
Se presentó como Rosina y me contó que en las empresas las personas tienen cargos, que ella actualmente era la jefa de todo ingeniería, pero que en realidad los cargos no le interesan. Lo de jefa se ingeniería se lo pusieron casi que muy a su pesar. "Yo soy la Rosi, el cargo no me importa" me dijo indicando una gran humildad. Me di cuenta de su gran humildad porque ella hacia mucho esfuerzo en mostrarla. Con el correr de la entrevista también me di cuenta de su gran inteligencia, porque ella me lo repitió varias veces. Aparentemente, nadie en toda la empresa es tan humilde ni tan inteligente como La Rosi. Si no me creen, vayan y pregúntenle a La Rosi.
La Rosi me hacía preguntas del estilo "Contame quien es Alejandro". Yo respondía y ella decía "con esto que me decís, yo saco que vos sos así, así y asa". Lo importante de esa reunión era que yo supiera quien era La Rosi y de su gran humildad y gran inteligencia.
También me contó que a ella le encanta la psicología y todo el mundo le decía "pero Rosi, ¿Por qué no estudias psicología?" y ella siempre contestaba que le gusta la psicología, pero aplicada a algo, como por ejemplo la ingeniería.
10:30 terminó la reunión, La Rosi se fue y quedé solo y sin actividades. Fui a buscar a Mariana, la encontré en la cocina. Nos quedamos hablando un rato sobre la vida en Mendoza, el proceso de mudanza, los pagos extra por relocación. Era la primera vez en más de 3 meses que me brindaban algo de información.
Mariana me dijo que me había puesto un almuerzo con Juan y me agregó una reunión a la tarde con Rain Man. También me preguntó si quería ir con ella a su escritorio a cebarle mates. Fue una de las ofertas menos tentadoras que tuve en mi vida. Serán así los mendocinos, pensé. Tengo que alabar baldíos y cebarle mate a otro, debe ser usos y costumbres locales. Rechacé la oferta porque la verdad que era muy poco atractiva, además no tomo mate. Decidí quedarme en una sala de reuniones haciendo tiempo tirado en un sillón y usando el celular.
No pasaron ni 5 minutos cuando apareció Juan para presentarse y avisarme que a las 12:30 almorzaríamos juntos. Según sus parámetros, yo debía estar aburrido y me pidió que lo siguiera. Me llevó a la biblioteca y me indicó que lo esperara ahí hasta las 12:30. Yo no quería ir a la biblioteca, quería quedarme en el sillón que estaba, pero Juan no me preguntó. También me dijo que leyera alguna de las revistas o libros de ahí, yo tampoco quería, prefería jugar con mi celular.
Lo único que me preguntó es que quería almorzar, le dije que me daba lo mismo. Que lo que él eligiera, estaría bien. Me preguntó si tenía PedidosYa y que veríamos de encargar algo.
A los 2 minutos de estar en la biblioteca, apareció una mina con un tipo. La mina me dijo "la tengo reservada". Asumí que estaba hablando de la biblioteca, a pesar que ella no había sido específica. Pude haber respondido cualquier cosa, como "mantenela reservada hasta el casamiento" pero no lo hice. Salí de la biblioteca y me pasee por la oficina sacando fotos para mandarle a Flor por WhatsApp. La cocina, las oficinas, la mesa de ping pong, la de metegol, la entrada, el jardín, todo. Volví a mi sillón original, volvió a aparecer Juan. Me dijo que no me olvide que 12:30 almorzábamos.
A las 12:20 apareció Juan por tercera vez y me dijo que ya íbamos a almorzar. Yo estaba re preparado para el almuerzo. Nuevamente me preguntó por mis preferencias alimenticias y culinarias, le dije que lo que fuera. Era un tema un tanto sensible para él. Le dije que de lo que él quisiera comer, que pidiera dos y listo. Fue arriesgado lo mío, lo reconozco. Pero la intensidad de Juan y el almuerzo ya habían pasado largamente los índices de tolerancia aceptables con un ser humano. Relajate Juan, es un almuerzo.
Juan resolvió empanadas. Me decepcionó un poco su elección, pero no dije nada. Salimos de la oficina para ir a comprar. Mientras pasábamos por el jardín, había otro empleado prendiendo el fuego en la parrilla. Ah, cierto, también había parrilla en el jardín. La parrilla estaba siempre disponible para quien quisiera usarla y cuando cada uno así lo desease. Alguien va, prepara el fuego, tira las cosas y listo, asado para todos y todas.
Juan me preguntó si prefería asado, respondí afirmativamente. Fuimos a una carnicería y compró dos porciones de entraña. Pagó él, me avisó que luego la empresa le devolvería el dinero invertido en mi almuerzo. Punto para la empresa. Volvimos y nos quedamos en el jardín mientras otro hacia el asado. Éramos 5 personas en ese momento en el jardín, todos muy buena onda. Uno había traído unos potes de salsas especiales que preparaba su novia y pan. Estuve comiendo pan con mayonesa con ajo que estaba genial. Ideal para una tarde de entrevistas laborales.
Alrededor de la 1:30 llegaron 10 personas más para el asado con botellas de cerveza y vino. Porque no hay razón para no hacer un asado con cerveza y vino un viernes cualquiera en horario laboral.
Juan hacía rato que había desaparecido, era quien estaba obligado a hablarme. Entonces, si el que está obligado a hablarte no está, menos que menos me iban a hablar los demás. Ya con el grupo nuevo grande y otros que fueron llegando, éramos unas 20 personas en el jardín esperando el asado. Todos hablando entre ellos, yo quedé afuera.
Dentro de grupos chicos y cuando están obligados a hablarme, todos tenían buena onda. Con mucha gente presente y donde podían hacerse los boludos sin mucho esfuerzo, lo hacían y elegían no hablar conmigo. Y está bien. Supongo que debe ser un embole que te encajen al de Buenos Aires que llega para las entrevistas. Probablemente yo hubiese hecho lo mismo.
A las 2 apareció Juan, me dijo que tenía una reunión y se fue, pero que me dejaba con los demás. En ese momento el asado estaba sacando la carne, así que mucho no me importó. De repente, vi que estaba La Rosi y la salude. No me dio mucha bola tampoco. Debe ser parte de mi carisma habitual. O e su gran humildad e inteligencia, desconozco.
Un poco antes de las 2:30, me fui a lavar los dientes y me preparé para la siguiente reunión. El asado seguía. Porque un viernes laboral cualquiera no hay razón para no tener un almuerzo de 3 horas con asado, cerveza y vino. Gran lugar para trabajar.
Esta historia continuara.
Monday, April 8, 2019
Tierra de Vino II
Desde el 14 de febrero que me confirmaron el viaje hasta el 15 de marzo cuando finalmente viajé, fue un mes bastante intenso en casa.
Por un lado, Flor y yo hablando acerca de la posible y todavía hipotética mudanza a Mendoza y evaluando posibilidades, que convenía, que no y todas las otras cosas que implicarían una mudanza a otra provincia con escasa (o casi nula) información.
La primera parte consistía en saber si me aceptaban o no en la empresa, algo fundamental. Según lo que me habían dicho, si te llevan a Mendoza, ya casi que está todo listo. La segunda parte, era el sueldo y los beneficios. Algo que todavía no estaba hablado. Con Flor hicimos números y teníamos ya definido el sueldo por el cual nos mudaríamos. Tenía que alcanzar para que ella al principio no trabaje y nos permita vivir mejor que acá. No era nada delirante lo que habíamos resuelto, de hecho era bastante factible.
En paralelo, las cosas acá en Buenos Aires mutaron bastante. Tanto Flor como yo conseguimos laburos nuevos. Los dos cambiamos, porque no se puede dejar todo en veremos hasta que yo fuera a Mendoza. Digamos que fue un mes complicado a nivel expectativa de cambio de vida combinado con vivir el día a día.
Se acercaba el día del viaje, el nivel de ansiedad crecía exponencialmente. Tres días antes de viajar, me llegó un mail de Latam donde me recomendaban fuertemente realizar el check-in online. Dato curioso, me di cuenta que no tenía asiento asignado. Quise hacerlo, costaba $250 de ida y otros $250 de vuelta elegir asiento. Ese precio era por los asientos baratos. Los caros, que eran los del frente del avión y los de la salida de emergencia llegaban a costar $1000 por tramo. Gran curro de las aerolíneas. Felicitaciones a quien inventó este sistema. ¿Por qué habrían de dejar elegir un asiento sin cargo a quien saca pasaje con mayor anticipación cuando podes venderlo a quien tiene más dinero?
El mundo le pertenece a los más aptos, no a los que llegan primero. Los más aptos son quienes tienen más dinero. Quienes no lo tienen, mala suerte. Les tocará viajar en el asiento del medio. Decidí no pagar asiento y apostar a la suerte. Tuve suerte. A la idea me dieron ventanilla y a la vuelta pasillo. Nada mal para no haber pagado.
Mi vuelo salía a las 6.10am, con lo cual debía estar alrededor de las 5 en Aeroparque y eso requería poner el despertador a las 4. Ese fue el momento en que pensé que tal vez me habría convenido volar el día anterior.
El vuelo salió un poquito más tarde de lo previsto y llegué a Mendoza a las 8:30. Saliendo del aeropuerto encontré una mina que sostenía un cartel con mi nombre. Era la chofer asignada que me llevó a la oficina. Llegué alrededor de las 9. Mi llegada estaba prevista para las 8:30 y tenía programada de 8:30 a 9:30 entrevista con Emilia.
Del lado de afuera, la oficina solo era una pared con una entrada para personas y un portón para autos. Toqué timbre, me abrieron. A la derecha, un lugar para que estacionen unos 30 autos. A la izquierda, todo jardín con pastito, piedritas y algún árbol. Desde la entrada donde estaba yo hasta el fin del jardín hacia la izquierda debían ser unos 20 metros. Hacia adelante/izquierda y pasando el jardín, estaba la entrada a un gran galpón. Un galpón lo que se dice galpón posta. De esos estilo fábrica vieja, con el techo cóncavo y de chapa, como buen galpón que se precie como tal. Y altura para dos pisos amplios.
Me apersono en el galpón, que por dentro estaba todo decorado como buena empresa de internet. Sillones, salas de reuniones con una tablet en la puerta para marcar ocupación de la sala, muy moderno todo en medio de la ambientación industrial.
Me presenté con el señor de seguridad que estaba sentado detrás de un escritorio con buen empleado de seguridad. Dentro de los requisitos laborales de empleado de seguridad debe decir "sentarse detrás de un escritorio con cara de empleado de seguridad". Él llamó a Emilia, quien apareció unos minutos más tarde. Para este momento ya había interactuado con la mina del auto, con el seguridad y con Emilia. Me di cuenta de algo genial. ¡Todos hablaban en mendocino! Y está buenísimo el acento mendocino. Tiene mucha onda. Banco el acento mendocino.
Dentro del galpón, pasamos las salas de reuniones y llegamos a una cocina enorme. Una pared de unos 15 metros donde había 4 heladeras como las de kiosco con la puerta trasparente. En una había gaseosas en botellas de 2 litros. En otra cajas de yogur bebible, leche y muchas cosas. También jugos como Levite de pera. Siguiendo por la pared, había frascos con galletitas, pan, tostadora y todo lo que se les ocurra para desayunar. También había 3 pavas eléctricas y como 15 termos y mates. Emilia me ofreció desayunar y me preparé un té. Me contó que al mediodía también sirven comida algunos días por semana. Obviamente había tazas, platos, vasos y todos los utensilios requeridos para hacer la vida culinaria más fácil.
Además había 6 mesas largas, con lugar para 20 personas en cada una. Todos los trabajadores podrían comer ahí si así lo desearan. Y, lo mejor de todo, al final había una estantería donde se dejaba todo lo que se usaba y las empleadas de limpieza lo lavaban. Maravilloso todo. No todas las empresas ofrecen este servicio, en general tenes que lavarte tus propias cosas.
Hay una sola cosas que no había. Y eso es agua. Si querías agua, tenías que usar la de la canilla con filtro, a temperatura ambiente. Por algún motivo que desconozco, no había agua mineral en Mendoza. Mendoza. La tierra del agua mineral. Acá todas las publicidades de Eco de los Andes o Villavicencio o las otras dicen que es agua mineral de montaña de Mendoza. Por ahí no la compraban porque la podían sacar directamente de la montaña, ni idea. Me molestó un poco, pero no tanto.
Emilia y yo nos quedamos hablando de cosas aunque de nada en particular. De mi vuelo, de Mendoza y en realidad no hablábamos de nada. Se notaba que ella no sabía de qué hablar conmigo. Me quería presentar gente, saludaba a todos e intentaba que alguien se sume a nuestra charla. Daba esa sensación como si la hubieran clavado conmigo y se quisiera matar. No fue la mejor primera impresión.
De repente apareció Martín, el mismo de la primera entrevista. Martín estaba vestido de ciclista. Tenía un short, que por suerte no eran calzas y una remera de esas tipo polyester de muchos colores que usan los ciclistas. Y estaba muy transpirado. Cuando Emilia lo vio, velozmente y con destreza se arrojó sobre él cual depredador sobre su presa con muy poco disimulo para sumarlo a nuestra irrelevante charla.
Martín nos contó que había venido a la oficina en bicicleta y que estaba esperando su turno en la ducha. Porque también había vestuario, pero una sola ducha y las 9 de la mañana era hora pico en la ducha.
Emilia me contó que era semi-vecina de Martín, porque ambos estaban construyendo sus casas en el mismo barrio privado. Hay muchos barrios privados nuevos en Mendoza. Ese era el nivel de las anécdotas.
Martín se fue a bañar y otra vez quedé solo con Emilia. Seguimos en la cocina y me mostró un escenario construido especialmente para la ocasión, porque esa tarde iban a tener un orador en especial. Me dijo que hubiese estado bueno que me quedara, que lástima que ya había sacado el pasaje de vuelta. Fue un problema de coordinación. No sonaba muy interesante la charla ni tenía ganas de quedarme, pero no dije nada. Solo respondí que sí, que era una lástima.
Seguimos en la cocina y apareció la mina que trabajaba desde Buenos Aires. Emilia me presentó, ella estaba hablando con otras dos personas más. Me preguntó a qué hora había llegado, le dije y me contestó "Viniste por Latam, ¿no?" Comenzó a enunciar que de Buenos Aires a Mendoza hay 8 vuelos por día y varias aerolíneas, dijo a qué hora sale cada uno y desde que aeropuerto. Y después dijo a qué hora vuelve cada uno. Fue como charlar con Rain Man.
Dejé a Rain Man y con Emilia subimos a las oficinas del piso de arriba, donde me mostró el resto del interior del galpón. Era un espacio muy grande, con muchas mesas donde trabajan todos, unas 150 personas en total. Todos ahí, todo abierto. No había mucha gente trabajando a pesar de ser las 9:30. Se ve que en el interior no se levantan tan temprano como uno creería.
Emilia me presentó a Mariana y me dijo que cualquier cosa que necesite, se la pidiera a ella. A Mariana, no a ella. Ella se estaba desligando completamente.
Mariana me dio una hoja impresa con mi agenda del día. Tenía muchas entrevistas, decía con quién era cada una y en que sala de reuniones iba a ser. Todo muy bonito, si no fuera por el pequeño detalle que de 10:30 a 14:30 estaba todo vacío. Pregunté por eso, me explicaron que todos los de mi sector iban a estar fuera de la oficina y que justo yo vine hoy y que bueno, fue otro error de coordinación.
Tuve sentimientos encontrados. Por un lado, todos tenían muy buena onda y acento mendocino y heladeras con mucha comida a disposición. Las oficinas eran lindas, la gente era amable, todo fantástico. Por otro, me hacen ir 8 horas a una entrevista a 1600 kilómetros y me dejan 4 horas libre. Ya viví eso en Rosario y en Montevideo y no estuvo nada bueno.
Esta historia continuara.
Thursday, April 4, 2019
Tierra de Vino
De los creadores de La Montevideana y Don Barredora, llega Tierra de Vino. Una historia que no vas a poder creer. Una historia que es exactamente igual que las anteriores y más de lo mismo.
Por si queda algún desprevenido acá, les cuento que La Montevideana es la historia de mi entrevista de laburo en Uruguay y Don Barredora de la entrevista en Rosario. El detalle es que, para la de Rosario, me iba a tener que mudar a Rosario. Flor estaba de acuerdo, nos íbamos más cerca de su pueblo natal. No sé si Toscana estaba de acuerdo, nunca la pregunté.
Esta es la historia de mis entrevistas de laburo para mudarme a Mendoza. Obviamente no me contrataron y sigo en Buenos Aires. Acá toda la historia.
La empresa es una de esas empresas de internet, igual a todas las que vengo trabajando desde el 2012. Ya voy por la cuarta. Solo que, por esas cosas de la vida, esta empresa está en Mendoza. También tiene una explicación perfectamente válida. Hace unos 15 años, un mendocino creó la empresa. Y hace unos años, apareció una empresa yanqui, se la compró con la intención de meterse en el mercado latinoamericano y dejó la empresa mendocina funcionando. Solo que metió mucha guita y ahora los mendocinos tiene oficinas todas lindas y esas cosas que tienen las empresas de internet. Y somos todos re cool laburando en ambientes modernos y re cool.
Mi primera entrevista fue por Skype el 18 de diciembre con un tipo que se llama Martín. Buena entrevista, buena onda, todo bien. Esa misma tarde, me escribió la mina de recursos humanos, que se llama Emilia, para tener una entrevista con ella dos días más tarde. Y así fue. Me dijo que estaban tan apurados con la búsqueda, que por eso me entrevistó alguien del área antes que recursos humanos. Esa misma semana coordinamos la siguiente entrevista, para principios de enero.
Por motivos de celebraciones de año nuevo, la entrevista se postergó dos semanas. Se ve que en Mendoza festejan el año nuevo chino, o Ramadan, o deconozco qué, pero por el feriado del 1 de enero me postergaron la entrevista hasta el 14 de enero. Así son las cosas, no pregunté detalles. Mi entrevista era urgente porque la búsqueda laboral era urgente. Absolutamente todo es urgente, pero resulta que lo urgente al final no era tan urgente porque aparecieron otras cosas urgentes entonces tu urgencia queda relegada en detrimento de la urgencia del otro. Ahí estaba yo, siendo lo menos urgente de todo lo urgente y lo más postergable de todo lo impostergable.
Tuve la tercera entrevista y también me fui muy bien. Me agendaron otras dos para un par de semanas más adelante. El tema de Mendoza había empezado como un chiste y estaba tomando forma. Hablamos con Flor ya un poco más en serio y decidimos que iba a seguir en el proceso y más adelante veríamos que pasaba.
Cuarta entrevista muy bien y llegó la quinta, que por primera vez no me fue tan bien. Hasta cuatro seguidas banco bien, en el quinto ya bajo el nivel. Los 40 no son gratis. La entrevista fue con una mina quien antes trabajaba en un competidor directo de mi laburo anterior. Empezó la entrevista diciendo algo como que mi laburo anterior era una cagada, que conoce mucha gente que trabajó ahí y todos se lo dijeron. Su primera pregunta de entrevista de laburo no fue una pregunta. Fue un comentario que ni siquiera llegaba a ser anécdota. Claramente la mina esta se encontraba perfectamente capacitada para ser periodista de fútbol en campo de juego. Era la Titi Fernandez de las entrevistas laborales. Solo faltaba que me acerque el micrófono y me dijera “ganaron”.
Me generó cierta duda sobre que responder su no-pregunta porque no es un diálogo para tener con un desconocido en una entrevista de trabajo. Si somos amigos, nos juntamos a tomar una cerveza y cada uno cuenta detalles de sus compañeritos laborales. Pero fuera de ese contexto, me parece que no da.
La mina labura desde BA e hizo mucho esfuerzo e hincapié en contarme que está a full todo el tiempo. Porque tiene que ir desde Buenos Aires a Mendoza, venir, controlar a su equipo que está en otro lado. También lidiar con los que están en Estados Unidos. Todo le representaba demasiada dificultad y un gran desafío. Pero no importaba, porque valía la pena. Al menos eso fue lo que me comentó. Porque no fue una entrevista, fue ella hablando muy bien de si misma durante media hora.
Después de esta entrevista, no tuve más noticias de la empresa durante unas semanas. Hasta que les mandé un mail preguntando que onda. Porque esa es otra cosa de la vida moderna. Cinco entrevistas con una empresa. Cinco. Y de repente, no te escriben más.
Todavía no había decidido si quería irme a Mendoza o no. Pero si había decidido que quería ser yo quien decida. Le escribí a Emilia, me respondió Mariana. Mariana era la otra de recursos humanos, la que siempre me agendaba las entrevistas. Me mandó un mail un tanto extraño. Primero, se presenta y me contaba quien era. Esto era raro porque ya nos habíamos mandado como 20 mails durante los últimos 2 meses. Después escribió algo como que Emilia le había dicho que yo quería seguir en el proceso, entonces teníamos que agendar nuevas entrevistas. Como si fuera decisión mía. Agendamos dos entrevistas más, esta vez con yanquis.
Tuve la primera, todo bien. Llegó la segunda al día siguiente y no me fue tan bien. El yanqui era raro. Una de las primeras preguntas fue "si llegas un día a la oficina y las visitas de la página cayeron un 20%, ¿qué haces?". Contesté que lo primero que hago es preguntar quien rompió algo. Su siguiente pregunta fue mejor. Me dijo "¿Qué haces si no podes preguntarle nada a nadie porque estás solo en la oficina?"
Pensé en responder que mandaba un mail, o que esperaba a que llegaran o que debía ser feriado y me iba a mi casa. Pero no dije nada de eso. Le di varias opciones. Ninguna fue satisfactoria y terminó la entrevista justo después de eso. Pensé que se había terminado la aventura de Mendoza. Pero no.
Unos días más tarde, otro mail de Mariana para coordinar un viaje a Mendoza y pudiera conocer las oficinas. Algo que ya estaba hablado desde el principio, que en caso de avanzar, el último paso iba a ser conocer las oficinas. Fueron muchas entrevistas hasta ese momento, más precisamente siete. Siete entrevistas donde hablé siempre lo mismo. Que mi curriculum, que hice en mi último trabajo, que haría si sucede algo determinado y cosas del estilo. Siete entrevistas con mucho detalle acerca de lo que hago, lo que me gusta hacer, mis objetivos a mediano plazo, etcétera.
Me contaron que se les complica mucho con el tema de la relocalización de gente de Buenos Aires porque a veces no se adaptan ellos, o sus familias. Les dije que eso no era problema, que mi esposa y yo estábamos totalmente decididos a mudarnos a Mendoza y que la adaptación no iba a ser un problema. Lo repetí en todas las entrevistas y todas las veces que pude. No quería ser rechazado por eso.
El 14 de febrero, para celebrar el día de los enamorados, Mariana me mandó un mail oficialmente invitándome a conocer las oficinas de Mendoza. Totalmente apropiado el mail, me preguntaba desde que aeropuerto prefería salir y me consultaba si iba a ir por el día o si me quedaba a dormir una noche allá. También aclaraba que la empresa pagaba absolutamente todo.
Mi primera duda era porque habría de quedarme a dormir en Mendoza. Pensé que tal vez me llevaban a cenar o algo, que se yo. Le pregunté eso, me dijo que muchas personas prefieren viajar el día anterior, dormir esa noche en un hotel y arrancar a la mañana siguiente directamente desde Mendoza. Contesté que voy y vuelvo en el día. La verdad, no tenía ganas de estar en Mendoza una noche sin nada para hacer. Ahora, a la distancia, pienso que tendría que haber agarrado la noche gratis. Pero bueno, en el momento no me pareció una buena idea. Ya dije que soy lento.
Fueron y vinieron varios mails coordinando fechas. Porque iba a haber gente de vacaciones, feriados y varias cosas. Finalmente quedó el viaje agendado para el 15 de marzo, iba a la mañana, volvía a la tarde, todo por Latam Airlines saliendo de aeroparque. Me mandó otro mail con los pasajes y muchas cosas. Aclaraba que gastos tenía cubiertos y cuáles no, que me pagaban ellos y que debía pagar yo para que luego me lo reembolsen. También me dejaba dos números de teléfono de contacto por emergencias y, mucho más importante, una agenda con todo lo planeado para el día. Tenía una reunión detrás de otra desde que llegaba hasta que me iba. Nada que ver con Rosario ni con Montevideo. Me puso contento.
Como dije antes, hablamos de muchas cosas tanto por mail con Mariana como durante las siete entrevistas. Mientras que, de otras cosas, no hablamos. Por ejemplo, nunca hablamos de sueldo ni de pack de relocación ni de beneficios ni nada semejante. Durante el último tiempo tuve muchas entrevistas. Muchísimas. Demasiadas. Y nunca nunca nunca se habla de plata. No tiene el más mínimo sentido. Me pasó de ir avanzando y después enterarme que pagan muy poco. Entonces, ¿por qué no se habla de eso antes? Tengo la respuesta. Por un sistema ridículo y sin sentido que el empleado tiene que hacer creer al futuro empleador que no trabaja por la plata sino por el desafío profesional. Yo quiero la empresa, la motivación, el desafío y todo eso. La plata es un detalle. Casi que laburaría gratis. Eso es lo que hay que hacer creer. Lo más ridículo de todo este sistema, es que eso hay que hacérselo creer a un empleado de la empresa. No al dueño. Ese empleado, por ahí de recursos humanos o por ahí de tu mismo sector, que también trabaja por la plata, tiene que disimular. Y así un círculo vicioso de mentiras sin sentido como si en este mundo capitalista donde la plata es (casi) lo único que importa, resulta que para empezar a trabajar en una empresa la plata no importa. Ahí estaba yo, yendo a Mendoza por el desafío.
Continuara.