Wednesday, March 7, 2018

Deformación Profesional

El Mortal Contest es un juego realmente espectacular. Simplemente brillante. Ya lo comenté alguna vez acá. Como nadie clickea, lo repaso muy brevemente. Hay que armar una lista de famosos que crees que se van a morir. La única condición que el famoso debe cubrir es tener página propia de Wikipedia.

En diciembre armas y entregas tu lista. El juego sucede desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre siguiente. Por ese motivo, diciembre es un mes apasionante. Por un lado, se resuelve el campeón del torneo en curso y por otro hay que armar el equipo para el año siguiente. No te voy a decir que estás deseando que alguien se muera, pero… En fin.

Situación, diciembre de 2017. Todos los participantes compenetrados en el armado del equipo. Es muy importante elegir bien a tus jugadores. No solo Mirtha Legrand o la Reina Isabel. Hay que ponerse creativo e intentar elegir a alguien que no lo tenga nadie para sumar más puntos.

Faltaban pocos días para el cierre de las listas y todos buscando al posible desconocido que diera puntos. Uno de los participantes me manda un audio por Whatsapp que fue tremendo. Espectacular. Normalmente no debelaría el nombre de quien me mando ese audio. Pero fue tan bueno que quiero decirlo. Fue Juanjo R. Transcribo el audio.

No sabes lo que me paso. El padre de un vecino mío que está hecho mierda. Y mi vecino es productor de teatro y el padre también había sido lo mismo, medio groso en su época. Mi vecino me contaba que su viejo en cualquier momento palmaba y yo le pregunto "¿tiene Wikipedia tu viejo?" y me responde "¿qué tiene que ver?" "No, nada, perdón, estaba pensando en otra cosa".
El problema es que no sé cómo se llama el chabón. Sé que el hijo se llama Eduardo, pero no conozco el apellido. Lo busqué en las expensas y no aparece, porque el departamento está a nombre de un tercero y no me dio para ir a tocarle el timbre y preguntarle el apellido. Hice todo un trabajo de inteligencia y llamé al administrador, pero él tampoco tenía el nombre.

No lo culpen, el Mortal Contest hace estas cosas. La gente se compenetra mucho. Hay que felicitar a Juanjo por estar atento, los puntos están donde uno menos lo espera.

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Monday, March 5, 2018

La Montevideana - Parte III

Previously on YaVeremos: La Montevideana 1 y 2, acá abajo.


Subo a un taxi común, indico la dirección. Es un complejo de 5 edificios de oficinas llamado World Trade Center. Hay que ser muy cabeza para poner ese nombre. Es como el aeropuerto de Bolivia, que se llama John F. Kennedy. No es chiste. Tanto queremos lo autóctono, tanto mate uruguayo dando vueltas por ahí y ponerle World Trade Center al edificio. Además, World Trade Center es (eran) las Torres Gemelas de Nueva York. Como que no es un nombre con mucho marketing que digamos. En una época lo tenían, pero el 11 de septiembre cambió las cosas. Tal vez le podrían haber puesto "Bienvenido Al Qaeda a Montevideo". Lo veo con más punch a eso.

Mientras iba en el taxi, Allison me daba indicaciones por audio de WhatsApp. Me dice "Cuando llegues a la esquina de Corrientes y Callao, dobla a la izquierda, es la Torre 1". Le indicio al taxista y me responde "no, esa es la Torre 5. La 1 está a la derecha". Genial. Ahora tampoco sé a dónde ir. Van y vienen los mensajes. Allison diciendo que doble a la izquierda para la Torre 1. El taxista me dice que eso no existe. Llegamos a la esquina en cuestión, el taxista me señala los edificios. "Ese es el 1, ese el 2" (y así sucesivamente hasta llegar al 5). Le indico que doble a la izquierda y en la puerta de la Torre 5 estaba Allison.

Allison al taxista: ¿Cuánto te debo?
Taxista: 270 pesos.
Allison: ¡Ay! Solo traje $200, pensé que iba a costar menos. ¿Me esperas que suba a buscar y ahora vuelvo?
Taxista: Bueno.

Caminamos hacia el edificio. Le pregunto si era la Torre 1 o 5. Ella se hizo la distraída. O la tonta. No le costó mucho esfuerzo lograrlo. Vuelvo a preguntarle. "La verdad que no sé, es un poco confuso, porque esta es la única torre que tiene Free Zone, entonces la gente se confunde". Un rato más tarde, durante la entrevista quise saber hacia cuanto tempo que trabajaba en esta empresa. 8 meses me contestó. 8 meses y todavía no sabe en qué edificio trabaja. Y esa persona era una de las cuales estaba a cargo de contratarme. O no. Pero no dije nada porque seguía con la idea de ir a correr al mediodía y cobrar en dólares y todo eso. Aunque, ya en el fondo, sabía que no iba a suceder.

Cerca de las 12 del mediodía ya estaba sentado en la sala de reuniones de la oficina. Estuve solo un ratito y aproveché para sacarle una foto a Troy y subirla a mi Instagram. No quiero alardear, pero en los dos días siguientes tuve un total de 5 "me gusta". Soy un crack de las redes sociales.

Finalmente apareció el CEO. Lo reconocí inmediatamente porque me dijo "Hola, yo soy el CEO". Tenía unos 30 y pico de años, lucía un jean un poco apretado, como que se pudo haber comprado un talle más y yo hubiese seguido sin saber si estaba circuncidado o no. También lucía una camisa marca Polo Ralph Lauren color blanco con algún botón desabrochado de más. Bastante bronceado, pues acababa de volver de México. El pelo muy despeinado, de esos que cuando lo ves le preguntas si vino en moto. Chiste viejo si los hay. Pero no se lo hice. Porque era un despeinado relativamente cuidado. Como si quisiera estar despeinado. En líneas generales era un look de polista. Se parecía a Eduardo Heguy cuando era más joven, solo que con una sola ceja. Porque a pesar del peinado descuidado, la camisita polo desabrochada, el bronceado y todo el look, se ve que nadie le aviso que no está bueno cuando las cejas se juntan sobre la nariz. Resumiendo, era una mezcla de Eduardo Heguy con la tapa del libro de gallegos de Pepe Muleiro. Para futuras referencias, vamos a referirnos a él como Eduardo Heguy Monoceja.

Eduardo Heguy Monoceja se presentó, me ofreció un vaso de agua que yo acepté y muy amablemente me fue a buscar, luego llamó a Allison y los 3 comenzamos la entrevista. Me dijo que tengo un muy buen curriculum y ahí vino la primera pregunta. Apenas terminé de responderla, Eduardo Heguy Monoceja le dijo a Allison "Acá falta Estefanía para que tome nota". Se fue y volvió a los pocos segundos con su laptop. "¿Estefanía es una computadora?" "¿Estefanía es inteligencia artificial?" No señores, nada de eso. Estefanía estaba en la casa, Eduardo Heguy Monoceja la llamó por Skype. Se prendió la cámara y Eduardo Heguy Monoceja le pidió que tomara nota de la reunión.

Se vino la segunda pregunta y ahí estaba Estefanía, en pantalla completa, tomando nota. Su cara en un monitor de 14 pulgadas a menos de medio metro de distancia de donde estaba sentado. Era como los porteros de ProSegur, con un zoom en híper primer plano. Me sentía un tanto incómodo.

Entre pregunta y pregunta, Eduardo Heguy Monoceja hacía referencias al test psicológico que yo ya había hecho unos días antes a pedido de Allison. Era uno de esos tests psicológicos online. Eduardo Heguy Monoceja lo tenía impreso y le parecía algo fabuloso. Casi como si lo hubiese hecho él mismo. Como que estaba orgulloso por demás. Como cuando tu sobrino de 4 años hace un dibujo para vos. Ese nivel de orgullo tenía respecto al test psicológico.

Eduardo Heguy Monoceja siguió inquiriendo algunas cosas, Allison aportaba muy poquito y Estefanía seguía estoica en el monitor hasta que se hicieron las 12:45.

Eduardo Heguy Monoceja: Nosotros a las 12:50 tenemos una reunión muy cortita con todo el personal jerárquico que está por todo el mundo.

La puta madre, me va a pedir que esté en la reunión. Eso fue lo que pensé. No tenía muchas ganas de estar en la reunión.

Eduardo Heguy Monoceja: Así que vamos a tener que cortar acá por ahora para la reunión.

Ok, no me va a pedir que este en la reunión. Me voy a quedar solo con Allison un ratito, no es tan grave. Supongo que después de la reunión iremos a almorzar.

Eduardo Heguy Monoceja: La reunión son unos 10 minutos, después ya sería la hora del almuerzo.

Perfecto, nos vamos a almorzar. Mientras venía en el taxi vi a una cuadra del World Trade Center un lugar que vendía chivito uruguayo y nunca lo probé. Quiero probar el chivito. No tengo mucho hambre, pero me comería uno para ver qué onda. Quiero mi chivito. Merezco mi chivito. Sacando eso y todo lo del remise/uber/taxi, venía todo relativamente normal.

Eduardo Heguy Monoceja: Te propongo que vayas a almorzar y vuelvas tipo a las 14 y seguimos con la entrevista. Podes ir a comer a la cafetería de acá abajo, aunque la comida no es muy buena que digamos. Sino al shopping, que está acá a una cuadra.

Me mandaron a almorzar solo. Solo. No solo no me pagaron el almuerzo, que eso es lo de menos, sino que no vienen conmigo. Hagan la siguiente cuenta conmigo. El plan original incluía que yo estuviese 7 horas en Uruguay (de 9:30 a 16:30). Primero le restamos una por el cambio de barco, después 1:30 menos que fue lo que demoré desde la terminal hasta la oficina. De las 7 horas ya solo quedaban 4:30 y a Eduardo Heguy Monoceja le pareció que compartir el almuerzo conmigo iba a ser una pérdida de tiempo. No me alcanzan los párrafos para explicar lo pelotudo que me sentí en ese momento. Muy poco amor de parte de Eduardo Heguy Monoceja. Y eso era una entrevista en la cual (supuestamente) él debería seducirme para que yo acepte el trabajo.

Fui solo al shopping. Solo no, estaba con toda mi indignación. Comí una pizza mientras leía el prospecto psicológico sobre mí. No estaba tan mal. Mucha información para lo precario que me había parecido cuando lo completé. Igualmente estaba yo solo, en el patio de comidas de un shopping en Uruguay leyendo un informe psicológico sobre mí. Pocas situaciones más tristes en mi vida. Que lejos que quedaron los delirios de separar los M&M por color.

14hs, otra vez en la oficina. Vuelvo a la sala de reuniones, llegan Eduardo Heguy Monoceja junto con Estefanía en la computadora. Esta vez, Estefanía no prendió la cámara. Eduardo Heguy Monoceja me pregunta "¿estás listo para el segundo round?" y comenzamos nuevamente con la entrevista.

Allison no estaba. Ese ya debió haber sido el indicio número 35 que no iba a obtener el puesto. Una de las preguntas que me hizo fue "¿A vos te apasiona este trabajo?"

No, la verdad que no. Me gusta, me divierte, me entretiene. Cosas que disfruto más, cosas que no me gustan tanto. Tengo la suerte de que me paguen por hacer algo que me gusta y eso me permite hacer muchísimas otras cosas que me gustan pero que no pagan como para que pueda vivir, como escribir acá o hacer standup o publicar un libro que no me lo compra nadie. Necesito que me paguen para poder publicar otro libro que tampoco me va a comprar nadie. Pero apasionarme no, no me apasiona. Nadie puede decir que le apasiona porque no hay pasión en el armado de un Excel. Quien lo dice está mintiendo.

También sacó el tema del test psicológico "viste que está buenísimo" me dijo con el mismo orgullo que antes. Se ve que esto a él si lo apasionaba. Respondí que sí, que estaba muy bueno. Hablamos un poco sobre el perfil psicológico cuya lectura disfrute durante mi almuerzo.

Volvimos a las preguntas. Eran acerca de laburos anteriores y en el medio mandaba alguna "pregunta disruptiva". Entonces, de la nada, Eduardo Heguy Monoceja me pregunta "¿qué cenaste anoche?" Y después volvíamos a las preguntas laborales normales. Un groso. Un distinto.

15hs, menos de una hora después del comiendo del "segundo round" Eduardo Heguy Monoceja me dice "bueno, ya estoy" y se prepara para irse. Para, para, para. Momentito. Quieto. Sentado. Eduardo Heguy Monoceja no te muevas de ahí porque yo si tengo alguna que otra duda que me aqueja.

Yo: Llegamos a esta altura y todavía no hablamos de plata.
Eduardo Heguy Monoceja: Si, lo hablaste en la primera entrevista. Mucho no me acuerdo, pero... ¿no habías dicho 7-8 dólares por hora?
Yo: No, ella calculó 10, pero están mal calculados.
Eduardo Heguy Monoceja: Bueno, igual eso no importa ahora.

A vos no te importa, hijo de una gran puta. A mí me importa mucho. Es mi hipotético futuro sueldo. De esto depende de si contrato a mi asistente que separe los M&M o si sigo mendigando que alguno de ustedes, lectores, me compre el libro. Eduardo Heguy Monoceja dejame algo de la poca dignidad que me queda y ofréceme algo. Algo. Cualquier cosa. 100 Pesos Uruguayos. Pero vine hasta acá, dame una oferta de plata. No lo hizo. En lugar de plata, me dio un trabajo práctico.

Eduardo Heguy Monoceja: Acá hay un trabajito que quiero que veas. En realidad demora 2:30hs en hacerse, no vas a llegar. Pero veámoslo juntos, vos te lo llevas y me lo mandas mañana.

Empezó a leer el trabajo práctico, en el cual describía a la empresa y mi deber consistía en explicar las 5 primeras medidas que implementaría, como las haría, como las evaluaría, que otros procesos recomendaría hacer, etc. Mucho etcétera. El trabajo práctico era que le escribiera con lujo de detalles todo lo que la posición que (supuestamente) yo iba a ocupar debería hacer durante los primeros 6 meses. Eso no es un trabajo práctico, eso es un trabajo de consultoría. Eso se paga. Y mucho.

Otra de mis preguntas fue acerca del día a día de trabajo. Eduardo Heguy Monoceja me dijo que él pretendía que se trabajen 200 horas por mes y la manera que lo controla mediante un tracker en la computadora de cada empleado. Ese tracker no solamente es un reloj tipo taxi que vos pones On/Off mientras trabajas y cuenta los minutos. No no. Ese tracker ve todo lo que haces desde la computadora, toma capturas de pantalla, guarda todo lo que hace la computadora y, como si fuera poco, la webcam saca fotos. Y el mejor detalle de todo esto, es que es en mi computadora. La empresa no me da una, tengo que usar mi computadora personal. O sea, La Montevideana S.A. va a tener acceso a toda mi computadora. Esclavitud y cero privacidad en todo su esplendor. Digamos que la Asamblea del Año XIII no llegó a La Montevideana S. A.

Eduardo Heguy Monoceja me trajo hojas y birome para que comience con el trabajo práctico. Eran las 3:30 y me dice "podes empezar con el trabajo o ir a dar una vuelta por donde quieras y tipo 4:30 te vas a la terminal por tu cuenta". Le dije que esperaba en la oficina. Lo único que me faltaba era tener que pagar yo el taxi de la oficina a la terminal con pesos uruguayos que seguía sin tener.

Eduardo Heguy Monoceja me dijo "perfecto, me despido ahora por si ya no te veo". Me dio la mano y se fue. Al rato vi pasar a Bug Bunny, me dijo "Hola" y se fue rápido. A las 4:30 le avise a Allison que me tenía que ir. Me pidió un Uber, que esta vez sí vino y me fui a la terminal. Nadie me saludo ni a nadie le importó demasiado que digamos. Me daban ganas de decirles "miren que me voy..." pero nadie escuchaba. Indicio número 834. De ahí micro a Colonia y después barquito a Buenos Aires, donde llegué a las 10 de la noche.

Al día siguiente, le envié un mail a Eduardo Heguy Monoceja y a Allison. Primero les agradecí su cordialidad. Un poco falso de mi parte, pero debía hacerlo. Después le pregunte por el tema sueldo/beneficios/trabajo. Buggs Bunny me dijo 180 horas, Eduardo Heguy Monoceja 200 y en Argentina se trabajan 168. No es lo mismo. Además, había que ver el tema sueldo, aguinaldo, vacaciones, blanco o negro, etc. No son detalles menores. También le dije que el tema del tracker me parecía algo abusivo.

Eduardo Heguy Monoceja me respondió que el sueldo me lo iban a decir una vez que les entregue el trabajo práctico y que el tracker no es negociable. Estuve a punto de contestar con total cordialidad que les agradecía por todo pero que no iba a ser un trabajo para mí. Estuve a punto de hacerlo. De hecho, escribí el mail y todo, pero no llegué a mandarlo. Lo tenía en borrador listo para enviar al día siguiente, cuando en LinkedIn vi un posteo de Milagros donde buscaban mi posición. Ni siquiera me dejaron la dignidad de poder rechazar el trabajo. Malditos bastardos.

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Friday, March 2, 2018

La Montevideana - Parte II

Previously on YaVeremos: La Montevideana. (Está acá abajo)

23 de octubre, call con Allison. Me preguntó acerca de mi primer trabajo, allá lejos y hace tiempo. Me dijo "contame cuales eran tus tareas, que te gustaba, que no te gustaba y que cosa te parece que tendrías que haber hecho diferente". Después de eso, quiso saber cómo me fui de ese trabajo e ingresé al siguiente. Y de ahí a las mismas preguntas del segundo trabajo. Y lo mismo trabajo tras trabajo, paseando por todo el curriculum. Eso fue extremadamente largo y extenuante. De repente mire y ya iba una hora y media de Skype y no se vislumbraba el fin en el horizonte. Vieron cuando estás en el colectivo o en el subte y está repleto y no podes dejar de pensar en "me quiero bajar ya mismo, me quiero ir de acá". Bueno, ahí estaba yo. Pero en el call. Y con la cámara prendida. Pasamos las dos horas hablando. Fue tremendo. Nunca hablamos de La Montevideana S.A. ni de mi trabajo a realizar.

Me cuesta muchísimo lograr transmitir lo denso de la situación. O sea, imagínate que te pregunten absolutamente todo de un laburo del cual te fuiste hace 8 años. Todo todo todo. Y una vez que terminas de contarlo, tenes que contar lo que hacías en el siguiente laburo, del cual te fuiste hace 6 años. Si demoras entre 20 y 30 minutos por laburo, lo multiplicas por la cantidad de laburos y eso lo multiplicas por las diferentes posiciones que tuviste en algún laburo y a eso le tenes que sumar como te fuiste de uno para ingresar al otro más algún detalle específico te da una entrevista de 4 días. Es imposible y carece de todo sentido. Igual que Allison. Igual que La Montevideana S. A.


26 de octubre, otro mail de Allison. Me informa que el siguiente paso iba a ser una entrevista personal en Montevideo, que me iban a invitar a las oficinas dos semanas más tarde cuando su CEO vuelva de viaje. Googlee al CEO, encontré su Instagram y estaba alojándose en el Ritz-Carlton Cancun. Un hotel 5 estrellas de 300 dólares la noche que no es all-inclusive. Hay que ser muy crack para ir a Cancun y no ir a un all-inclusive.

31 de octubre, me manda un mail Estefanía. Se presenta como la asistente del CEO, me pide mis datos personales para sacar el pasaje en Buquebus para el martes 7 de noviembre. ¿Y si no puedo el 7 de noviembre? No, eso no estaba contemplado. Me rompió mucho las pelotas esa prepotencia. O sea, demostra un toque de respeto hacia mí tiempo, que vale tanto como el tuyo y como el del CEO. Igual le pasé mis datos, pero le dije que me diera opciones de horarios. Buquebus no tiene demasiadas, entonces sacó la ida para las 7:30am, llegando al puerto de Montevideo a las 9:30 y la vuelta esa misma tarde saliendo de Montevideo en colectivo a Colonia a las 17:30, embarcando en Colonia a las 20:45 y llegando a Buenos Aires a las 22hs. Día largo.

Viernes previo al viaje, Buquebus me cambia el pasaje de ida por un barco más lento e iba a arribar al puerto de Montevideo a las 10:30. Les envié un mail a Estefanía y Allison avisando del cambio, nunca me respondieron.

Lunes, día anterior al viaje, les reenvío el mail pidiendo confirmación del viaje y consultando qué tengo que hacer una vez que llego al puerto. Me contesta Allison "mándame un mensaje cuando llegues que te pido un Uber". Esto también me rompió las pelotas. Veni a buscarme vos. Y si no queres, pedí un remise antes y que me esté esperando en el puerto, que es lo que corresponde. Esos que tienen un cartelito con el nombre del pasajero. Los vi muchas veces, sé que existen. Pero no fue el caso.
Se viene el viaje. Pero antes de contar mi día en Montevideo, quiero contar otra cosa del proceso. En el medio de las entrevistas, Trinidad me pide 3 referencias, una de cada uno de mis últimos trabajos. Les paso las 3: Hugo, Paco y Luis; y le ofrezco sus contactos de mail o LinkedIn. Nunca supe más nada del tema.

Una semana más tarde, me escribe Trinidad quejándose que Paco y Luis nunca le habían respondido. Le mandé un WhatsApp a Paco y me dijo que más tarde iba a mandar algo. Trinidad me pidió nuevas referencias, esta vez le pasé a Larry, Curly y Moe. Les escribí a los 3 pidiendo que contesten.

Al día siguiente, me escribe Paco diciendo que lo del mail de referencias era un poco hincha pelotas y no sabía que responder. Me reenvió el mail, el cual constaba de 4 preguntas.
1. ¿En qué contexto trabajaste con esa persona?
2. ¿Cuáles eran los puntos fuertes de esa persona?
3. ¿Cuáles eran las áreas de mejora que tenía esa persona en aquel momento cuando trabajaban juntos?
4. ¿Cómo calificarías su performance en general para el trabajo que realizaba del 1 al 10? ¿En qué te basas para darle ese puntaje?

Y si, convengamos que es un poco paja responder todo eso. Le dije que escribiera 4 renglones con todo junto, con lo que quisiera, sin mucho detalle. Me re-preguntó que poner en las áreas de mejora, le dije que diga que tengo poca paciencia para la gente tonta. Y el muy hijo de puta lo puso de verdad. Algo que me enteré varios días más tarde.

Por otra parte, Curly me respondió que tan solo dos semanas antes había nacido su primera hija y que estaba de licencia laboral, que probablemente no iba a contestar el mail, que lo disculpe. Obviamente lo hice. Tuve este diálogo con Trinidad.

Yo: Hablé recién con Curly, hace 2 semanas nació su primera hija, tal vez no responda nunca el mail.
Trinidad: Si pudieras decirle que me responda seria genial. Son solo 3 minutos para contestar.

Obviamente no le respondí a Trinidad. Me pareció bastante irrespetuosa. O sea, irrespetuosa posta. Te digo que alguien acaba de tener un pibe, no podes contestar "Decile que me responda igual". Si no tenes empatía con alguien que acaba de tener un hijo, no sé qué te queda. Igual seguro que es de las que postean boludeces con gatitos en Facebook. Este fue uno de los tantos indicios que me deberían haber hecho desestimar el proceso. Pero no lo hice por dos motivos. El primero, soy lento para darme cuenta de estas cosas. El segundo, me gusta verme involucrado en estas cosas para después tener buenas historias para el blog. Y mantenía la esperanza de laburar desde casa, ir a correr al mediodía y cobrar en dólares. Como dije recién, soy lento. E iluso.

Martes. Día del viaje. Suena el despertador a las 6 de la mañana. No me acuerdo la última vez que me puse el despertador tan temprano. Realmente no me acuerdo. Odio levantarme temprano. A las 7 llegué a la terminal de Buquebus y unos minutos más tarde ya me encontraba arriba del Buque San Patricio con destino a Montevideo.

Estaba bastante lleno el barquito. Los asientos eran en filas de 3. Me acerco a una de las filas. En el extremo derecho, una señora de unos 55 años, en el asiento del centro su cartera, campera y bolso y el asiento izquierdo vacío. Con mucho respeto le consulto si el tercer asiento se encontraba libre, me dice "el de la punta sí, pero ahora viene una amiga para sentarse acá" (señalando el del medio). Respondí que no había inconveniente, que me sentaba en la punta. "Bueno, pero te aviso que se van a llenar y vamos a estar apretados". Hice caso omiso y me senté. Al rato ya estaba dormido. Me desperté cuando estábamos llegando a Montevideo. El asiento del medio seguía con los petates de la señora. La amiga no estaba. La amiga no existía. La señora quería los 3 asientos para ella sola.

Cuando llegamos al puerto, la señora comienza a agarrar sus pertenencias. La miro y le digo "me preocupa tu amiga, que todavía no llegó". Me miró con mucha cara de orto y se fue. Me sentí muy bien. Algún día me van a pegar mucho por decir estas cosas y me lo voy a merecer. Pero, hasta entonces, vale la pena.

Bajé en la terminal de Montevideo, prendí el celular y Claro me activo el roaming. Le escribí a Allison y comenzamos el siguiente diálogo.

Yo: Ya estoy en la terminal.
Allison: Perfecto. Ahora te pido el Uber.
Yo: Ok.
Allison: Pasame tu dirección y pido el auto.

¿Sos pelotuda? No hay otro adjetivo. ¿Dónde pensas que puedo llegar a estar?

Yo: La puerta de la terminal de arribos del puerto de Montevideo.

Unos minutos más tarde.
Allison: Está el auto en camino. Es un Fiat Uno, patente…
Yo: Ok.

Casi 10 minutos más tarde.

Allison: Dice el chofer de Uber que no te encuentra.
Yo: Estoy parado en la puerta de la terminal. Justo debajo de un cartel muy grande que dice "Arribos".
Allison: Dice que está en la puerta del edificio de aduana.


Alguien que por favor me explique porque Uber estaba en aduana si yo estaba en la terminal. Le pregunto a un tipo que laburaba ahí por el edificio de aduana. Me pone cara de "uh, estas muy perdido chabón". Me dice "ves ese edificio (señalando uno a una cuadra) ese es Gendarmería, pásalo y camina un poco que lo vas a encontrar".

Yo: Me dijeron que estoy a unas cuadras, ahora voy caminando para allá.
Allison: Ok.

Empiezo a caminar con un alto nivel de exasperación. O sea, es un remise. Pedime el puto remise y que me espera en la puerta. No tengo delirios de grandeza ni nada raro. No quiero un camarín de estrella de rock con un asistente que me separe los M&M por color. Porque en mis delirios de grandeza lo máximo a lo que accedería es a tener un asistente que me separe los M&M por color. Por ahí otro es mucho más inteligente y pide un barco con merca y putas. O Por ahí otro es muchísimo más inteligente y pide un barco con merca y putas y un chofer para el barco. No sé si se dice chofer de barco, no me suena. Por ahí se dice capitán. O tal vez piloto. No, piloto seguro que no. Debe ser capitán. Debe ser raro decir "quiero un barco con merca, putas y un capitán" porque el capitán como que estaría a cargo y se generaría cierta dicotomía, ponele que el capitán tiene una política anti-droga en su barco, pero en realidad es tu barco. Muy complicado. Mejor M&M. O un kilo entero de helado Rapa Nui. Sí. Eso. Pero no pedí nada de eso. Solo estaba deseando un medio de locomoción para poder llegar a la entrevista. Iba pensando todo esto mientras caminaba hacia el edificio de la aduana.

Dos minutos más tarde, nuevo mensaje.

Allison: Parece que estamos con mala suerte. Uber canceló. ¿Podes tomarte un taxi común? Cuando llegues al edificio te lo pago, va a salir unos 200 pesos. Si tenes pesos uruguayos, págalo vos y luego te reintegro el dinero.
No fenómena, no tengo pesos uruguayos. ¿De dónde queres que saque pesos uruguayos? Si, ya se, de una casa de cambio. Pero ahora resulta que yo tengo que ir a una casa de cambio. No me creo una estrella de rock que pide un camarín con M&M. No, mentira, no voy a seguir hablando de los M&M. Aunque aclaro que los que más me gustan son los marrones y los que menos me gustan los azules. Igualmente, si tuviera un asistente para lo de los M&M, lo haría usar guantes. Nada peor que cuando el M&M se empieza a derretir y encima todo manoseado por otro. No está bueno. Los M&M no son para compartir. No importa el tamaño de la bolsa, toda bolsa de M&M debe ser catalogada como "para consumo personal". Igual no estaba pidiendo M&M. Estoy pidiendo un remise. Entendes. Un remise.

No hubo remise, hubo taxi. Me subí al taxi y la historia va a seguir en el próximo post.

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