Mi tercer período como Presidente del Consorcio trae unos cuantos inconvenientes que jamás hubiera imaginado. No por lo complejos, más bien todo lo contrario. Igual, antes de seguir el post, quiero aclarar una cosa. Cualquiera puede burlarme por ser Presidente del Consorcio. Cualquiera. Cualquiera menos Flor, porque si yo soy Presidente del Consorcio, quiere decir que ella es Primera Dama del Consorcio.
Como dije antes, tenemos administración nueva desde el 1ro de abril. Una de mis promesas de campaña es controlar a la administración y evitar que termine siendo cualquier cosa. Entonces, los primeros días de mayo cuando llegaron las expensas de abril, era mi oportunidad.
Había algunos detalles en las expensas a corregir, así que mandé al grupo de Whatsapp mis comentarios. En el grupo de Whatsapp estamos: las dos administradoras, los otros tres miembros del Consejo de Administración y yo.
Tenía que esforzarme mucho en los comentarios. Era mi primera Cadena Nacional como Presidente. Le puse mucho esfuerzo, empeño y dedicación. Y mucho amor. Les dije todas las cosas a corregir para el próximo resumen. Esto fue el viernes 5. A los pocos minutos de enviado el mensaje, una de las administradoras respondió que iban a contestar más tarde. Maravilloso todo.
En el otro grupo de Whatsapp, donde solo estamos los miembros del Consejo, una me felicitó por mi Cadena Nacional. Alabó mis dotes detallistas. Maravilloso todo nuevamente. Mi presidencia va viento en popa. Mis niveles de popularidad por las nubes.
El detalle es el siguiente. Adivinen si la administración respondió el viernes a la tarde. Dale, a que no adivinan. No, no respondió. Tampoco lo hizo el fin de semana, ni el lunes, ni el martes cuando mandé una consulta preguntando por mi reclamo. La misma que me había felicitado se sumó a mi consulta. Mi popularidad seguía subiendo. Pero la administración no respondió. El viernes otro reclamo, tampoco hubo respuesta.
Acá viene el dato divertido. El problema con la administración anterior fue la falta de comunicación. Cuando nos juntamos con esta administración, les dijimos que necesitamos más comunicación, que estén presentes, etc. Cosas bastante obvias. Nos dijeron que si a todo. Pero al momento de responder, fue lo mismo de siempre. Quien hubiera pensado que una administración de consorcios iba a decir que si a cosas que después no iba a cumplir con tal de agarrar un edificio nuevo.
El lunes les mandé otro mensaje, esta vez un poco más violento reclamando la falta de comunicación, que no responden mensajes, etc. Debido a la violencia, esta vez la respuesta fue instantánea. Y fue genial. La administradora me dijo que no me habían respondido antes porque le habían robado el celular. Genial. Excusa perfecta. Una mujer de 55 años, dueña (junto con una socia) de una administración de consorcios y con varios empleados a cargo utiliza una excusa de nene de primaria para explicar porque no hizo la tarea.
A ver, te explico. Si te roban el celular, avisas antes. Mandas un mensaje diciendo "me robaron el celular" y listo. O lo hace tu socia. O lo hace alguno de los 5 empleados. O mandas un mail. O algo. De verdad no puedo creer que una mujer de más de 50 años use excusas de nenas de 8. Menos mal que no está a cargo de todo lo relacionado con mi edificio, que sino me haría replantear varias cosas.
Monday, May 22, 2017
Los Curiosos Incidentes de un Presidente de Consorcio
Friday, May 5, 2017
Profesor Jirafales – Parte II
Previously on YaVeremos: Profesor Jirafales
La otra vez me había quedado en la reunión con Alberto y todas las cosas que habíamos hablado. Materias, carreras, los alumnos de la actualidad, millennials que no sueltan el celular y demás cosas. Eso había sido el 12 de diciembre.
16 de diciembre envié todos los formularios vía mail. Laura, la secretaria, los leyó y me indicó que estaba todo en orden.
22 de diciembre llevé a la facultad los formularios impresos y firmados, junto con copias de todos mis títulos y fotos 4x4 color. Llegamos fin de año, enero con facultad cerrada y nos trasladamos a febrero de este año.
7 de febrero le escribí a Laura, quien me contestó el mismo día que se iban a poner en contacto conmigo.
20 de febrero, me escribe Laura para invitarme a una reunión de docentes a realizarse el sábado 4 de marzo a las 8am en la facultad. Fueron y vinieron unos mails, donde yo le aclaraba que aún no era docente.
1 de marzo, Laura me escribe avisándome que fui designado para ser profesor de dos materias: Investigación de Mercado y Marketing Estratégico. La primera dentro de la carrera de Comercio Exterior, a la cual yo nunca había hecho referencia. Y una de las dos durante el turno tarde, en el cual yo había explicado que no podía. Le expliqué a Laura la situación, me respondió que lo hable con el director de carrera el sábado 4 durante la reunión de docentes.
4 de marzo, reunión de docentes. No sé cómo empezar a contar las siguientes 4 horas de mi vida. Creo que podría escribir 4 libros de esas 4 horas. Fue algo totalmente inverosímil. La primera parte de la charla era exclusivamente para los docentes de primer año. Éramos unos 30 profesores. Bah, 29 profesores y yo. Más los 4 directores de carreras. Se fueron presentando uno a uno y contando que cosas están haciendo en sus respectivas carreras.
Me gustaría poder hablar de la excelencia académica. Juro que me gustaría hacerlo. Lamentablemente, va a ser imposible. Creo que si alguna vez tengo hijos y su maestra de primaria me cuenta cosas como éstas, le pegaría por inútil.
El director de la carrera de hotelería nos hablaba de las excursiones que hacían en el curso. Que fueron al Sheraton y al Hotel de los Inmigrantes. Hablaba de la importancia de ir de excursión. Contó que durante el 2016 hicieron 17 actividades extra-curriculares y esperan que en el 2017 poder hacer muchas más. Y que depende de nosotros, los docentes, para lograrlo.
Los directores de carrera se trataban unos a otros de usted. Y cuando algún profesor hacia una pregunta, el trato también era de usted. "Ahora va a hablar el director López" decía uno y el otro respondía "muchas gracias profesor Pérez". Todo muy empleada publica de Gasalla.
Durante la charla se expuso el tema de los millennials y sus problemas. Entre ellos, su escasa tolerancia a la desilusión que sufren. Aparentemente, si reprueban un parcial, dejan la carrera. Entonces, es importante en nuestra labor docente hacer simulacros de parcial y poder hablar con ellos y comprenderlos, ayudarlos con las tareas y estar atento a sus necesidades.
Alberto contó que los millennials son casi exclusivamente audiovisuales, por lo tanto, es importante que las clases sean dictadas con métodos audiovisuales. Un docente lo interrumpió y, tratándolo de usted, le preguntó que iba a hacer la facultad al respecto. Porque todo muy lindo con los medios audiovisuales, pero la universidad solamente cuente con tres proyectores. Entonces, si los millennials necesitan métodos audiovisuales, la universidad sabe esto y le pide a los docentes que utilicen medios audiovisuales pero no provee los medios audiovisuales necesarios, digamos que estaríamos entrando en un ciclo infinito de inutilidad absoluta. También conocido como Universidad de Belgrano.
La respuesta de Alberto al docente fue genial. Le dijo que en esos casos es donde se va la creatividad del profesor. En lugar de usar el proyector puede, por ejemplo, dramatizar una clase. Yo pensaba ser docente de ciencias económicas, pero creo que iba a terminar dando teatro y expresión corporal en la UB. "Dramatizar el tema del día". Alberto es un crack.
Dos horas de charla y después un pequeño intervalo durante el cual comimos medialunas y fueron llegando más profesores. Para la segunda parte ya estábamos citados todos los docentes.
Durante el recreo, me acerqué a Alberto para consultarle mi situación y me mandó a hablar con Carlos, el director de la carrera de marketing. Fui a hablar con Carlos y le conté mi situación. Me dijo que me veía cara conocida, pero que puede ser porque vio mi foto 4x4 en la ficha, y que no sabía nada acerca de mi designación. Nada muy sorprendente, siendo honestos. Indicio número 289 que no me querían en esa facultad.
En la segunda parte de la charla continuó la disertación acerca de los millennials. Ya había 100 profesores en el aula. Salvo 4 (los conté) el resto uno más zaparrastroso que el otro. No les pido un fashion emergency un sábado a la mañana, pero de verdad era un look increíble. Todos, absolutamente todos (menos 4) parecían empleados públicos que compraron ropa por última vez en 1994. La gran mayoría de entre 50 y 60 años. Tampoco digo que yo me vista bien, voy por la vida con jean, zapatillas y camperita. Todos los días y en todas las situaciones. Hace un par de semanas tuve un velatorio y fui así. Pero juro que no es lo mismo.
Aparentemente los millennials están todo el día usando el celular. Al menos esa era la queja principal de los docentes. Mientras se quejaban, yo conté 14 docentes usando el celular durante algún momento de la charla. A 8 de los cuales llegué a verles la pantalla y era WhatsApp o Facebook.
Por favor que alguien me explique el párrafo anterior. Porque si un profesor universitario (o al menos de la UB) se queja de que sus alumnos usan el celular durante sus clases; y ese mismo profesor va a una clase dictada por el director de carrera y usa el celular, ¿de qué carajo se queja después? ¿Qué está reclamando? Hay que ser muy pero muy hipócrita.
Ante los reclamos de los celulares, Alberto decía que lo importante era mantener interesados a los alumnos. "Hay que hacer un estan-up"(sic) llegó a decir, mientras se ponía en semi perfil a la audiencia y esperaba un aplauso que nunca llegó.
Gran parte de la charla hizo referencia a que los alumnos eran, como decirlo, un poco tontos. Pero, viendo a los profesores, creo que eran alumnos apropiados.
6 de marzo les envío un mail a Alberto y a Carlos consultando mi situación. Otra vez no tuve respuesta.
8 de marzo me envía un mail Susana Giménez (juro que el nombre es real) para agendar una entrevista al día siguiente con la ingeniera Emma y con la ingeniera Adriana.
9 de marzo, voy a la entrevista. Las ingenieras debían tener unos 70 años cada una. Supongo que a estas cosas se refería Alberto cuando hablaba de renovación. Y, entre ellas, se decían ingeniera. Y a mí me decían profesor. "Pase por acá profesor" y consultaba "ingeniera, está bien si me siento acá" y la otra respondía "por supuesto ingeniera". Cualquier similitud con Chespirito y "digame licenciado" es mera coincidencia.
Las ingenieras me hicieron preguntas muy inquisitivas, que tenían anotadas en una planilla. Por ejemplo, en caso de un conflicto en un aula, como actuaría yo. Trataría de apaciguarlo o lo fomentaría. O cómo sería yo dando clase, qué importancia le daría a las actividades extra-curriculares, si los llevaría de excursión a algún lado o si los obligaría a hacer trabajos prácticos, entre otras.
Me preguntaron también acerca de la edad de los estudiantes. Respondí algo como que es raro cuando te das cuenta que un estudiante que nació a fines de la década del 90 no vivió un montón de cosas que forman parte de tu vida o que para vos fueron importantes. Como ejemplo, di el River tricampeón de Ramón, que fue de lo mejor que vi.
Me pareció una buena idea charlar sobre River con las ingenieras. Si eso parece sorprendente, más sorprendente fue la respuesta. Una de las ingenieras dijo "yo me quedo con Passarella antes que con Ramón". No quería contradecirla, pero me encontraba en una posición extraña. Solo comenté que la presidencia de Passarella empaño levemente su figura de ídolo. La ingeniera contestó que hablaba de Passarella jugador y técnico, no presidente y pasó a contarle la siguiente anécdota a la otra ingeniera.
Estábamos viajando con Lucía, me miró y aclaró que Lucía era su hija, y en el mismo avión estaba Passarella. Cuando llegamos, Passarella se le acercó y le empezó a hablar. Imaginate, Lucía toda despeinada del avión, sin maquillaje ni nada y Passarella le hablaba y le decía de tomar algo. Increíble.
Aparentemente, Passarella es más que Ramón porque se quiso garchar a la hija de la ingeniera. Así está el mundo.
El resto de la entrevista con las ingenieras fue sobre ruedas. Me comentaron que ya estaba asignado a dos materias. Respondí que no sabía nada al respecto. Me recomendaron con mucho énfasis que fuera urgente a ver a Alberto y/o a Carlos en ese mismo instante. Eso hice. Pero ni Alberto ni Carlos estaban en sus oficinas. Les envié un mail. Adivinen si me respondieron. Dale, a que no adivinan. No, no me respondieron. Indicio número 873, pero yo seguía sin escarmentar.
Igual quiero reconocer que de todas las personas que conocí en la UB, las ingenieras fueron por lejos las más simpáticas. Eran como abuelitas buena onda.
9 de marzo, recibo un mail de Cecilia en el cual me comentan que mi casilla de mail @ub ya estaba creada. Intente usarla, pero no funcionaba. Quién lo hubiera imaginado. Le respondí a Cecilia y a soporte técnico. Adivinen si me respondieron. Dale, a que no adivinan. No, no me respondieron. Indicio número 874, pero yo seguía sin escarmentar.
13 de marzo, vuelvo a escribirle a Carlos, nunca me responde.
14 de marzo, le escribo a Susana Giménez consultando por mi situación. Me informa que ya estoy dado de alta con el número de legajo 30.439 y que la Lic. Quiñonez, Vice-directora de Plantel académico, informará mi situación al Decano y al director de carrera. Obviamente tampoco tuve respuesta. Ya creo que llegué al indicio número 931 que la UB no me quería. Igual seguía haciendo un esfuerzo para llegar al mil. A los mil indicios participaba por un sorteo por un 0km.
Casi que había dado el tema por terminado, hasta que, para mi sorpresa, el 7 de abril me llegó un mail de Silvia, del sector Dirección Ejecutiva Área III. El nombre es totalmente cierto, está en la firma de su mail. Dirección Ejecutiva Área III me sonó muy precido al Sector 7G de la Planta Nuclear. En ese mail, me invitaba a dar el coloquio el día 27 de abril.
Respondí el mail con lo mismo que escribí en este post. Más resumido, obviamente. Ponía fecha y situación, de todas las veces que no me recibieron ni me respondieron los mails. Y al final agregué: Viendo todos los hechos, creo que está más que claro que tengo un real interés en comenzar a dar clases en la UB. No estoy del todo seguro que la UB tenga el mismo interés que yo.
Ahora, respondiendo tu mail respecto al coloquio, el 27 de abril a las 14.30 no tengo inconveniente. Lo que me gustaría saber es que tema tengo que dar en el coloquio, que materia voy a dictar en la facultad, cuando y donde voy a dictarla, en que cátedra, con que programa y quien sería el director de la carrera; así puedo comenzar a preparar el coloquio. Muchas gracias.
Esa fue mi respuesta. Confieso que esperaba que me manden a la mierda después de ese mail. Convengamos que me lo hubiese merecido. Los tipos me boludearon por varios meses, yo pude mandar un mail descargandome, ahora era su turno de dar por terminada la situación. Pero no fue así.
En los siguientes 10 minutos recibí tres mails. El primero, de Silvia diciendo que se iba a encargar de mi situación. El siguiente, de Carlos citándome para hablar del coloquio para el día siguiente. Y después otro de Silvia para re-confirmar el coloquio para el 27 de abril. Le respondí que si a todos.
Me quedé bastante sorprendido. A esta altura, ya no me interesaba ser profesor en la UB. Voy a decir la siguiente frase políticamente correcta. No me creo más que nadie ni me creo menos que nadie. Quería la experiencia y ver si era capaz de hacerlo. Eso fue lo políticamente correcto. Ahora voy a decir la verdad. Me creo muchísimo más que todos los profesores y empleados dela UB con los que tuve que lidiar y me creo más que profesor de la UB.
Igualmente iba a ir a la charla con Carlos, solo para ver qué onda. Lo hablé con Flor y me dijo "anda y fijate, por ahí sos profesor o por ahí sale un buen post para Ya Veremos".
Día siguiente. Era el día de la reunión con Carlos. Me levanté para ir al laburo y me duché con todos los días. Llovía mucho. Agarré el celular y tenía un mail de Alberto, que se los copio.
Estimado Alejandro
Tengo entendido que hoy tenías una reunión con el Lic. Carlos al mediodía. Lamentablemente, en función del mail que enviaras a plantel docente, no hemos podido identificar una vacante para que te incorpores al plantel docente. En este sentido quería evitarte la molestia de acercarte hasta la Universidad en un día tan lluvioso. No obstante, quedamos en contacto para futuras oportunidades.
Cordialmente
Alberto es un genio. En ese mail deja en claro que no me van a contratar por el mail que yo les mandé y devuelve el boludeo con lo del día lluvioso. Cualquiera podría pensar que el decano de una universidad tan prestigiosa (y docente de otras 2 universidades) iba a estar más allá de responder un mail como el mío. Pero no. Alberto se subió a mi nivel y me respondió como yo me merecía. Un crack. Alberto, te banco. Sabelo.
Por lo de ser profesor universitario, estoy en condiciones de afirmar que lo de la UB quedó descartado. Ahora a seguir en la búsqueda. La semana que viene tengo una entrevista con el director de carrera de otra universidad. Una que me queda cerca del laburo. Ya veremos.
Wednesday, May 3, 2017
La Administración, el Músico y la Perra
Supongo que alguna vez escucharon la expresión "agua que no has de beber, dejala correr". Eso hice yo. Pero aparentemente no estuvo bien eso. Igual, para llegar a esa parte, tengo que contar otra historia. Y después otra. Y por último una más. Y ahí vamos a llegar. Despacito.
Primera Parte: La Administración.
Conté hace unos posts atrás que el administrador Aldo Rico renunció y vino otro, que resultó todavía peor. Había que sacarlo a este también. Me puse el consorcio al hombro e hice una de las cosas que mejor se hacer: hinchar las pelotas. Me puse muy pero muy hinchapelotas con la administración y logré que presenten la renuncia. Fueron varios días de atacarlos vía teléfono, mail y whatsapp a absolutamente todos los dueños, empleados y familiares; que en mi experiencia en las administraciones son todos más o menos los mismos. Porque una administración que se precie de sí misma, emplea a sus propios hijos. No voy a entrar en detalles porque es largo y aburrido. Los dejo para otro post.
La cosa es que la administración renunció y tuvimos una reunión de consorcio con la nueva administración. En esta reunión apareció un chabón a quien no conocía. Con el propósito de no develar su verdadera identidad, vamos a llamarlo Martin. Ok, lo admito, su verdadero nombre es Martin. No se me ocurrió ninguno. No me juzguen, por favor.
Segunda Parte: El Músico
Martin es músico y vive exactamente en el piso de abajo al mío. Y toca el piano. Porque es músico. Pero no cualquier músico, es un músico groso. Compuso las canciones para muchos programas de televisión. Eso lo sé porque lo googleé.
Al finalizar la reunión, Martin y yo nos quedamos charlando un rato. Hace casi un año que vive en el edificio y resultó muy buena onda. Intercambiamos alguna que otra anécdota y no demasiado más.
Tercera Parte: La Perra
La perra es Toscana, quien está muy cerca de cumplir dos años. Y dos años menos 45 días viviendo en casa. Con mucho orgullo puedo afirmar que ya está bastante instruida. Dentro de lo posible, claro. Ni Flor ni yo habíamos tenido nunca perro, así que el "bastante instruida" por favor tómenlo con ciertas licencias literarias.
Una de las cosas que Toscana aprendió durante todo este tiempo, y de lo cual estoy realmente muy orgulloso, es a realizar sus necesidades fisiológicas en el balcón. Resultó mucho trabajo. Mucha limpieza de orín en el living, al ritmo de gastar casi un rollo de cocina por día. Pero hoy Toscana hace sus cosas en el balcón o en la calle. Hace muchos meses que ya no hace nada adentro.
Creo que llegó el momento donde lograron entrelazar las historias. Por si hubo algún desprevenido, paso a detallarlo. Toscana hace pis en el balcón y debajo de mi balcón está el balcón de Martin. A que no adivinan donde (fuerza de gravedad mediante) cae el pis de Toscana.
En esa charla con Martin que prosiguió a la reunión con la nueva administración, en un momento Martin me dijo "Disculpa que te pregunte esto, pero..." y daba varias vueltas y me pedía disculpas muchas veces. Como con cierto miedo a lo que me iba a decir. Muy educado. Demasiado, quizás. Continuaron los preámbulos unos segundos más hasta que finalmente Martin lo dijo. "A veces cae agua sucia de riego de las plantas tu balcón al mío..." Los puntos suspensivos fueron una pausa que dejó Martin al finalizar la oración y volvió a pedir disculpas. Lo interrumpí pidiéndole disculpas yo a él y diciéndole que voy a averiguar qué fue lo que había pasado.
En realidad, no hay demasiado que averiguar. No es agua de riego, es pis de Toscana. Hablé con Toscana e hizo oídos sordos, algo llamativamente difícil, debido al gran tamaño de sus orejas.
Unos días más tarde, alrededor de las 8:40 de la mañana, Flor y yo ya despiertos. Toscana se levantó y corrió hacia el balcón para su primera orina de la mañana. Esa que se acumula de toda la noche y es un tanto más abundante que la de las demás. Salió al balcón, se puso en posición y comenzó a orinar. Hermoso todo. La naturaleza en todo su esplendor. Y después, la fuerza de gravedad en todo su esplendor. La orina comenzó a deslizarse por el balcón hasta llegar al extremo y comenzar a caer al vacío. Apenas unos segundos después, gritos desaforados de "Ale", "Ale", "Alejandro" provenían desde afuera. Era Martín, quién ese mismo día había decidido desayunar en el balcón.
Supongo que alguna vez escucharon la expresión "le cayó como un balde de agua fría". Bueno, en este casi sería algo más parecido a "le cayó como orina caliente sobre el desayuno". Todo el pis de Toscana fue a parar a la mesita que Martin había colocado de forma muy paqueta en su balcón y sobre la cual estaba todo el desayuno listo.
Los gritos continuaron por unos segundos más. A Flor le dio miedo, agarró a Toscana a upa y me dijo "me voy a esconder al baño". No pregunten por qué, a ella le pareció la manera apropiada de actuar. Mientras ocurría eso, se empieza a escuchar el ruido del ascensor. Me dio un poquito de miedo que sea Martin. Pero no, el ascensor no freno en nuestro piso. Flor y yo seguíamos como estatuas, tratando de no hacer ningún tipo sonido por si aparecía Martin del otro lado de la puerta. Toscana seguía a upa de Flor.
Deje pasar unos minutos y me fui para el trabajo. Subí al colectivo, agarré el celular y tenía un whatsapp de Martin haciendo alusión al "agua sucia de riego". Aunque creo que para ese momento ya sabía que no era realmente agua. Supongo que alguna vez escucharon la expresión "meado por los perros". Bueno, creo que Martín ya lo sabía. O al menos lo sospechaba fuertemente. El desayuno de Martin también lo sabía.
Le respondí el mensaje diciendo que justo me estaba yendo y que debió haber sido la chica que limpia que estaba regando las plantas. No tengo chica que limpia. Tengo a Flor, que es chica, pero no limpia. Igual Martin desconoce ese detalle.
Durante los siguientes días, Toscana salió a dar vueltas manzana como nunca en sus casi dos años de vida y siempre hizo sus necesidades en la calle. Yo fui a Easy a comprar unos bordes de aluminio y pegamento y con Flor lo pegamos en el piso del balcón. Desde entonces, Toscana casi no hace sus necesidades en el balcón porque no le gusta el olor a pegamento. A Martín nunca más le llovió y todos fuimos felices.