Tuesday, April 25, 2017

Profesor Jirafales

La historia que sigue es totalmente verídica. Algunos nombres fueron modificados para preservar la identidad (y pseudo-dignidad) de los involucrados.

Buscando cosas nuevas para hacer, algún desafío interesante y después de que Flor me martillara la ocurrencia en la cabeza, apareció la idea de ser profesor universitario. O sea, profesor-profesor no. O sí. En realidad más o menos. La idea era dictar una clase y ver qué onda. Era un proyecto que me llamaba la atención por varios motivos. Entre otros, saber si era capaz de hacerlo y además te permite estar en contacto con estudiantes actuales y ver qué pasa.
 
Me decidí por la Universidad de Belgrano, honorable casa de estudios si las hay. Contra la creencia popular, no fui a la UB por ser graduado de ahí, ni por su excelencia académica, ni por su alta calidad en materia docente, ni por su inagotable presupuesto en investigación y desarrollo, ni por las docenas y docenas de graduados con honores que actualmente se encuentran en importantes posiciones en el ámbito político y económico mundial. Todo eso me lo ofrecía la UB como un plus. Yo la había elegido porque me queda cerca de casa. Porque si lo que queres es sacarte la duda de si serias bueno o no para algo, siempre mejor que esa duda se encuentre a una distancia a la que puedas ir caminando.

Luego de pasar por algunas personas vía LinkedIn, el 17 de noviembre me contacté por mail con Alberto. Fueron y vinieron varios mails donde le conté mi situación, pero no logramos coordinar una reunión. Repito. Vía mail, no logramos coordinar una reunión. Ese debería haber sido un importante indicio, del cual lamentablemente me percaté mucho tiempo después. Ya lo saben, soy lento para estas cosas.
 
23 de noviembre. Luego de casi una semana sin mensajes, volví a escribirle a Alberto. Tampoco pudimos coordinar una entrevista. Segundo indicio. Segunda vez que no me doy cuenta.
 
1 de diciembre. Nuevamente le escribo yo a Alberto, esta vez fueron y vinieron varios mails y logramos superar los obstáculos y pactar una entrevista. La tercera fue la vencida. Probablemente se estén preguntando porque no lo habíamos hecho antes. Que tremendo inconveniente se interponía entre Alberto y yo que no nos dejaba reunirnos y ser felices juntos. Desconozco. La rutina era que le mandaba un mail, el me respondía, eso lo hacíamos dos o tres veces más y al momento de agendar reunión, dejaba de obtener respuesta. Igual no me desanimó la situación. Ahora ya tenía una entrevista. Estaba totalmente expectante y ansioso esperando el día 6 de diciembre donde Alberto y yo finalmente nos encontraríamos.
 
Fueron cinco días eternos, pero logré sobreponer la ansiedad, sobrevivir a la expectativa y el 6 de diciembre 10 minutos antes de la hora pautada, me encontraba en el sexto piso de la Universidad de Belgrano listo para encontrarme con Alberto. Solo faltaba un pequeño detalle. Uno muy pero muy pequeño. Casi insignificante diría yo. Ese detalle, era Alberto. Alberto no estaba. Y una reunión con Alberto pero sin Alberto es un poco difícil. Es más, me animaría a afirmar que es imposible. Nadie en la universidad sabía del paradero de Alberto ni disponía de su número de celular para llamarlo. Desde el lugar de los hechos y mientras esperaba, le envié un mail. 20 minutos más tarde y sin haber tenido respuesta del mail, me fui. Tercer indicio. Pero yo no escarmiento.
 
Una hora más tarde, me escribió Alberto preguntándome si seguía en la universidad. Obviamente no estaba. Fueron y vinieron varios mails hasta coordinar una nueva reunión para el día 12.

12 de diciembre. Finalmente logré reunirme con Alberto. Hablamos de la educación en general, de la UB, de las diferencias entre los alumnos actuales donde (según él) están todo el día con el celular y otras cosas. Me contó que también es docente de la UBA y la UCA. A ver si se entendió bien. El decano de la UB, la máxima autoridad de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Belgrano tiene tres trabajos. Si, tres. No uno, no dos, sino tres. Todos sospechamos que los docentes no ganan muy bien, pero si al decano no le pagan un sueldo full-time, imagínense lo que les queda a los demás.

También hablamos sobre las materias que yo podría dictar, quedamos en que iba a completar un formulario y seguía todo en pie como para que empiece a dictar clases en el primer cuatrimestre del 2017.


Adivinen si eso pasó. A que no adivinan. No, obviamente no paso.
Esta historia continuara.

2 comments:

  1. Para el que no sepa como dejar a alquien con intriga por mas de 5 días, puede leer este post

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    1. Es que es largo! Prometo terminarlo lo antes posible.

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La gente es mala y comenta