Tuesday, August 25, 2015

Dos Meses de Toscana

Hace ya dos meses que Flor y yo tenemos una perra, Toscana, viviendo en casa. La gente te dice que primero empezás con el perrito para ir practicando para los hijos. Para mí no es así. Ahora tenemos perro porque queremos perro. Y punto. Fin. Además, si el perro es de práctica para los hijos, está totalmente claro que no estamos capacitados para tener hijos.

El primer punto en la educación del perro pasa por estímulos y castigos. Eso te dice todo el mundo. Premiar si hace algo bien, pegarle si hace algo mal. Otros dicen que nunca hay que pegarle. Ni idea cual tiene razón, pero yo no le pego. Si hago lo de los estímulos. Por ejemplo, Toscana sabe que si hace caca en el balcón, tiene una golosina. Entonces, ponele que Toscana va y hace caca; apenas termina va corriendo a la cocina donde están sus golosinas y empieza a saltar pidiendo que le dé una. El tema es que, otras veces, caga adentro. Y esas veces, no pide golosina. O sea, ella entiende perfectamente que cagar en el balcón equivale a una golosina y la pone muy contenta su golosina. Pero se ve que algunas veces debe estar pensando "todo muy lindo con la golosina, pero yo voy a cagar adentro". Y caga adentro.

Entonces vamos Flor o yo con la bolsita, el rollo de cocina y el Cif a limpiar la caca y tirar la bolsa. Cuando se abre la puerta hacia el palier, para Toscana es un mundo nuevo. Ella vivió un mes y medio confinada en el living/cocina del departamento. Ese mundo nuevo de unos 6 metros cuadrados más es pura alegría. Ella sale, corre, va de un lado al otro, mueva la cola. Felicidad pura.

En medio de tanta alegría, un día salió mi vecina y vio a Toscana. La misma vecina de la historia de Joey y Chandler. La misma cuyo novio toca el tamborcito todos los días. Absolutamente todos los putos días el pibe toca los timbales. ¿Tan divertidos son los timbales? ¿Qué motiva a un ser humano racional a tocar los timbales todo el día? Claramente algo mal tiene que tener este muchacho. Pero bueno, la cosa es que vió a Toscana y me dijo con cierto tono de frustración "pensé que era más grande". Toscana debe medir unos 15cm de alto, cuando se para en dos patas llega hasta la rodilla y pesa 4 kilos. Podemos estar de acuerdo en que no es una perra guardián. Ni infunde mucho temor que digamos. Pero escuchar a mi vecina quejarse por el perro me alegró el día. Yo me fumo tus timbales, vos escucha a Toscana correr, ladrar y el resto de las cosas que hacen los perros. Y metete los timbales en el orto.

Otro día, salí a sacar la basura y estaba mi vecina del otro lado recibiendo a sus nietos. A Toscana le pareció un excelente plan ir corriendo a jugar con el nieto de mi vecina y, ya que estamos, mearle el departamento. Si, meó el departamento de mi vecina. Yo la miraba y me sentía como el Reverendo Alegría cuando su perro hace pis sobre las flores de Flanders y le dice "arderas en el infierno… sigue muchacho, sigue". Fue genial.

El resto del tiempo, Toscana se la pasa dentro del departamento. Antes tenía también el balcón, pero ahora hay que cerrarlo porque se comió la red protectora. No llegó a durar tres semanas la red. Esa misma que me la vendieron como ideal para mascotas, con hilo de excelente calidad y toda la sarasa con colocación incluida; bueno, se la morfó una perra de menos de cuatro kilos.

Le mandé un mail al lugar donde compré la red preguntando si ofrecían otro tipo de protección, me respondieron que yo tenía en mi poder la mejor red de todas. Y, como si fuera poco, se ofrecían a venir nuevamente a mi casa y colocar una nueva red. Tanta bondad no es gratis. Porque nada es gratis. Su bondad consistía en dejarme la nueva red al mismo precio que yo había pagado la anterior. Unos genios. Les digo que el perro se comió la red y me ofrecen más red. Quiero comprar algo para que no se caiga por el balcón, no quiero más comida para la perra. Así que estamos en eso, con la red rota y asumiendo que Toscana es lo suficientemente inteligente para no caerse del balcón.

Aunque en otros momentos, dudamos que lo sea. Por ejemplo, cuando vemos su relación de amor-odio con la pala de barrer. A veces es amor puro. Agarra la pala y la lleva hasta su cucha. O al lado de su comida y come mientras la pala se queda a su lado. Y otras veces, ataca a la pala y es una verdadera lucha de poderes. La pala no es la única víctima de la ira Toscana. También le gusta atacar botellas de agua vacías, el escobillón y cualquier cosa de papel o cartón. Lo que no le gusta atacar, son sus juguetes.

Otra cosa que tampoco la convencía del todo, era el lugar de su cucha. Estaba debajo de la escalera. Ella se queda abajo, nunca va al piso de arriba. Nosotros no la subimos y ella todavía no puede subir sola, debido a su tamaño. Entonces, cada vez que escucha algún ruido cerca de la escalera, sale de la cucha y se para delante de la escalera esperando que Flor o yo bajemos. Pasa que a veces estábamos bajando, otras veces es solo que ella escuchó un ruido. Y se ve que el trayecto de un metro desde la cucha hasta la escalera le pareció demasiado, así que decidió mudar su cucha hasta la base de la escalera. Entonces, ahora cuando escucha un ruido, no hace falta que se levante. Solo mueve la cabeza y ahí decide si vale la pena o no levantarse.

Claramente, no estamos capacitados para ser padres.

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