Jueves pasado, 4.41am, sonó el teléfono de mi casa. Atendí muy dormido y del otro lado de la linea estaban diciendo "papá, ayudame papá..." con voz de sufrimiento. Era para un secuestro virtual, que ultimamente me llaman más seguido que los telemarketers. Igualmente, la llamada de un hipotetico hijo me asustó mucho más que la de un secuestro.
Por otro lado, tengo que apurarme con los posts de Europa porque ya se me acumulan los de los preparativos del casamiento. Ya veremos.
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