Allá lejos y hace tiempo, en Noviembre de 2012, me pasó lo de la espalda que, como bonus, trajo la reacción alérgica en las manos. En ese momento, visité varias veces a la dermatóloga. Durante lo que era la última consulta —a la cual había asistido en bermudas— la dermatóloga me descubre de casualidad un lunar al costado de la rodilla y recomienda que me lo saque. La razón para sacarlo era que el lunar no era un perfecto redondel, sino más bien un hexágono deforme y de una tonalidad levemente más oscura a lo recomendable. La dermatóloga estaba discriminando a mi lunar por negrito.
No queda otra, hay que sacarlo. El problema es que el médico que me lo iba a sacar solo atiende los lunes. Y yo los lunes tenía psicóloga. Y cuando terminé la psicóloga, empecé a jugar un torneo de futbol del laburo. Mis lunes estaban ocupados. Pero apareció la moda del "todo vuelve" y volvió el dolor de espalda. Aproveché que no podía jugar al futbol para ir a ver al dermatólogo que me iba a sacar los lunares.
Primera consulta. Me atiende el médico que me iba a sacar el lunar y a quien no conocía, fui recomendado por mi novia. Y mi novia lo había elegido primero porque el consultorio se encuentra a cuatro cuadras de casa y segundo porque le cayó bien. El médico tiene algo más de 50 años, canoso y con mucho pelo al estilo Lopez Puccio. Es un tipo al que lo ves y da buena onda. Lo ves y automáticamente queres que sea tu tío copado, porque tiene pinta que te va a ser reír en las reuniones familiares.
Lopez Puccio vio el lunar y estaba de acuerdo con sacarlo. Y, ya que estamos, sacar dos más que eran parecidos y estaban muy cerca del lunar deforme. Desconozco si me hizo un precio de 3x1 o si él cobra por lunar. Igual no importa. Cuestión, dale que va y sacamos todos. Me dijo que iba a pedir turno en el quirófano de la Clínica Adventista de Belgrano y me avisaba durante los siguientes días.
A los cuatro días, me llamó y me dio turno para el lunes 17 a las 12 horas. Me pidió que llegara media hora antes para que tengan tiempo de prepararme para cirugía. Efectivamente, a las 11.30 me apersoné en la Clínica Adventista de Belgrano. Desconozco el significado de la palabra "adventista" pero sí sé que es algo religioso. Podría googlearlo, pero me da fiaca. Si señores, en pleno 2014 llegamos al punto de no hacer tres clicks porque nos da fiaca algo que demora 15 segundos y no requiere absolutamente ningún tipo de esfuerzo. Llegamos al punto donde la idea de hacer algo nos da fiaca y nos rendimos antes de siquiera intentarlo porque asumimos que podría llegar a ser demasiado esfuerzo. No se me ocurre nada en la vida que sea menos esfuerzo que un click. Por gente como nosotros el país está como esta.
La cosa es que apenas entré a la clínica, lo religioso/adventista que sigo sin saber que significa me chocó de golpe. Cuadros y cuadros de Jesús por todos lados. Muchos cuadros de Jesús. Y crucifijos y estampitas y collares y todo el merchandising del Señor por doquier. Por momentos dudé si estaba en la clínica o en una santería. Debe ser raro ser médico y operar con el cuadro de Jesús al lado. Porque el tipo estudió como 10 años en la facultad, después todo su laburo, la experiencia, el profesionalismo para que después opere a alguien y la gente salga diciendo "gracias a dios salió todo bien".
Ya dentro de la clínica y luego de haber contado seis imágenes religiosas, fui a recepción y, al lado de los mostradores con el vidrio agujereado como si fuera un banco y donde estaban las recepcionistas vestidas de azafatas, había un pequeño buzón de madera, estilo los buzones de sugerencias. Sobre el buzón, un cartel que decía "motivos de oración". Se ve que la gente pone el motivo y después algún especialista se pone a orar por dicho motivo. Por un lado, que laburo aburrido el de orador oficial de la clínica. Por otro, no entiendo la necesidad de pedirle a otro que se ponga a orar por vos. No seas vago, ora, no te cuesta nada. Literalmente. Me tomó tan solo dos párrafos encontrar algo que cueste menos que un click. Orar. Nada produce menos esfuerzo que orar. Igualmente, el buzón es lo más parecido que vi a dejar un mensaje por la radio. "Hola, soy Carmen de Berazategui y quería pedirles a todos que oren por mi marido que hoy lo operan de hemorroides".
Hay un segundo tema de la Clínica Adventista de Belgrano que me parece importante compartir. La clínica también atiende PAMI. O sea, además de atenderme a mí, están todos los viejitos. Y eso es muy injusto. Falta segregación en este país. No puedo ir a la misma clínica que todos los viejitos que van andando lento por la vida. Que vuela el aperhaid o algo así. Los hospitales tienen que estar segmentados por la edad de sus pacientes. Los viejos tienen muchas cosas y no es lo mismo un turno para mí que voy con un solo problema que para un viejo que tiene el síndrome de Burns. Además, si llegas a hacer contacto visual con ellos, te hablan. Y si no te hablan a vos, te obligan a escuchar cosas como cuando una señora de más de 80 años hablando por celular con su hija le dijo "se me cayeron los dientes postizos y se los comió el perro".
En la misma sala de espera había un dispenser de agua, pero de los que no tienen bidón arriba. Desconfío mucho de los dispensers sin bidón. Dispenser sin bidón, te estoy vigilando, sabelo.
A continuación de recepción, vinieron los tramites burocráticos del departamento de admisiones. Ahí me crucé con el doctor Lopez Puccio y me dijo "dale, subí y te encuentro en el quirófano". El tema es que estábamos en planta baja y el quirófano se encuentra en el subsuelo. Lopez Puccio estaba confundido de clínica. Y si hay algo que queres antes de una cirugía (por más que sea ambulatoria) es un cirujano confundido. También me dijo "deciles que se apuren que no tenemos mucho tiempo". Si, además de confundido, el médico estaba apurado. Todo lo que cualquiera puede pedir, se me estaba cumpliendo.
Llegué a la zona de quirófano. Una enfermera me llevó a lo que parecía un probador de ropa de un local cualquiera y me dijo "sacate todo, quedate en calzoncillos, ponete estaba bata, pantuflas y gorra." Me dio unas bolsas para la ropa, cerró la cortina y se fue. A diferencia de los probadores de ropa de locales, este no tenia ningún espejo. Aun así, me veo obligado a reconocer que le pongo mucho estilo a la bata pre-quirúrgica de hospital. Casi casi que podría afirmar que estaba sexy y todo.
Volvió la enfermera a buscarme y de ahí al quirófano, donde ya estaba Lopez Puccio todo vestido como una película yanqui de epidemias y virus. Hay algo que los médicos no saben y es hora que lo aprendan. Cuando hablan a través del barbijo, no se les entiende un catzo.
Lopez Puccio puso la anestesia y comenzó con el procedimiento. Aprovechó para preguntarme "¿vos coagulas bien, no?" Por ahí soy yo el de la mente podrida, pero esa pregunta me suena a algo muy pornográfico. O tal vez era porque estaba en bata, con anestesia y el otro con un cuchillo en la mano.
Los lunares te los sacan como si estuvieran cortando el círculo del centro de la torta para luego cortar las porciones. Solo que acá no hay porciones. El primer lunar lo terminó al toque, pero se tomó unos cuantos minutos antes de comenzar con el segundo. Cuando clavo bisturí en el segundo, me dolió. Terror. Pánico. Horror. EL primer pensamiento es "tardó tanto que se pasó el efecto de la anestesia". Le dije que eso me dolió, me respondió "eso quiere decir que tus nervios funcionan bien". Y no, no es cierto. Eso quiere decir que me estas clavando un cuchillo en la rodilla. Deben ser dos maneras de ver lo mismo.
Finalizó los tres lunares y se dedicó a la costura, Ocho puntos en total, "pero son chiquitos" me dijo y no me tranquilizó nada. Me indico como limpiarlos, le dije que no lo iba a hacer, que de eso se encarga mi novia. "Como buen varón, sos un cagón" me respondió. Y eso que no le conté de todas las anécdotas del dentista.
También me dijo que en uno de los lunares puede ser que me quede un pequeño bultito, que lo hizo así para que no quede una cicatriz más grande. "Igualmente el bultito se debería ir en los próximos dos o tres meses o cualquier cosa volves y lo sacamos". Lopez Puccio, como te lo explico, tenes las prioridades totalmente alteradas. Hay pocas cosas más asquerosas que los pequeños bultitos en el cuerpo. ¿Nunca vieron esa gente que tiene una especie de pelota en la cara? No entiendo porque no se la sacan. Hay algunos que tienen media pelota. El hecho que sea 50% de pelota no lo hace 50% asqueroso. Es igual de asqueroso. En estos casis, la asquerositud no es cuantificable. En cambio la cicatriz es muy copada. Siempre viene con una historia atrás de cómo te la hiciste, sirve para romper el hielo. Incluso la gente compite en cuanto a cicatrices. Nunca en toda la historia de la humanidad nadie compitió por el tamaño de una protuberancia. En cambio si me deja una cicatriz (aunque sea una por sacarme un lunar), me siento como soy un aventurero del carajo y no alguien que está más de ocho horas por día haciendo Excels y la única vez que practica wakeboard tiene que quedarse una semana en cama por dolor de espalda. Mientras tanto, faltan como tres semanas para los resultados de la biopsia. Ya veremos.
Monday, February 24, 2014
Expedición Lunar
Friday, February 14, 2014
Thursday, February 13, 2014
Sending Fruit - Febrero
Año 6 / Número 69
# Llegamos al Sending Fruit número 69. Guiño, guiño. Número totalmente sobrevaluado, si los hay.
# Carlitos Bala siempre me cayó mal. Y el chupetometro es una pelotudez.
# Este mes el Sending Fruit sale el 13 porque ayer no tuve tiempo de hacerlo.
# El Topo Gigio es otro que siempre me cayó mal. Su timbre de voz me da arcadas.
# En mi LinkedIn tengo más endorse de stand-up que de ETL y Web Analytics. Así está mi carrera profesional.
# Pido disculpas por el post de los bomberos. Prometo nunca más volver a escribir en serio.
# Aprovecho también para aclarar que los bomberos siguen sin ser nuestros heroes.
# El endorse de LinkedIn es como el "me gusta" de Facebook o el Fav de Twitter. O sea, no sirve para nada.
# El otro día vi en Facebook que cumplían años 4 amigos, pero solo saludé a 2. Los otros 2 no me caen bien, pero tampoco puedo borrarlos. Todavía no estoy del todo seguro como me hace sentir eso.
# Odio que hagan la remake de RoboCop y que haya gente que no sepa que es una remake.
# Odio mucho más haber visto la original cuando era chico, me hace sentir viejo.
# Me acuerdo que el papá de Eric Foreman daba mucho miedo. Era muy malo de verdad.
# Tengo muchos posts en borrador, escritos por la mitad. Tengo que ponerme las pilas y terminar al menos uno.
# Los más interesantes (para mí) son:
- Navidad y Año Nuevo en Santa Fe por cuarto año consecutivo
- Teorías sobre heladerías
- La humedad en el departamento
- Lentes de contacto
- La resonancia magnética
- Las recepcionistas laborales
- La vuelta del chiste
- Foto desnudo
- Sexo, mentiras, pero sin video
# Te Busco: La subseccion de Sending Fruit donde están algunas de las cosas que la gente busca en Google y termina en YaVeremos.
# Pocos Te Busco este mes. Se ve que la gente ya sabe todo no busca más.
# Las faltas de ortografía corren por cuenta de los brutos que Goglean estas cosas.
- feliz cumpleaños odontologo
- fotos putas de gualeguay
- palitos de la selva la web
- pechitos/fotos
- ulcera existencial
Related: Sending Fruit
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Sending Fruit™ Los 12 de cada mes en Ya Veremos.
Friday, February 7, 2014
Ley de Falsa Hipocresía
Cuando una persona mayor (por no decir un viejo, aunque todos sabemos que estoy hablando de un viejo) empieza a contar una anécdota acerca de algo que pasó hace un montón de años, en general rompe un poco las pelotas. El problema no es la anécdota en sí, sino que seguramente es algo que ya sabemos todos. Porque los viejos nunca tienen anécdotas nuevas. Y, las más copadas, ya nos las contaron. Muchas veces.
Por otro lado, me encanta empezar los posts con links a cosas que escribí hace mucho tiempo y decir "como ya dije antes..." Esa es mi primera contradicción del día. Hoy voy a escribir sobre hipocresía y empiezo el post con un acto hipócrita de mi parte. Y sí. Porque las leyes de hipocresía aplican para todos los demás y no para mí. Me quiero demasiado como para meterme en la misma bolsa con todos ustedes.
En Agosto de 2009 escribí la Ley de Hipocresía Necesaria para Vivir en Sociedad, donde proveía claros ejemplos de situaciones donde nos vemos obligados a ser hipócritas. Con el tiempo, agregué tres adendas: Mentiras Verdaderas, Ley Inversa de Hipocresía y Ley de Hipocresía Moderna. Hoy quiero hablar de la falsa hipocresía.
La situación empezó con el incendio en Barracas donde murieron nueve bomberos. Apenas empezó el episodio, pusimos una foto del incendio en el Facebook del show de Humor Negro y el epígrafe decía "Mirá mamá... Callejeros tocando en Barracas!" Algo que me pareció muy gracioso.
Como con todos los temas controversiales, a los pocos minutos llegaron los comentarios con insultos por el tema de los bomberos muertos. Decían que éramos desde insensibles hasta hijos de puta, pasando por todo en el medio. Me hubiese gustado explicarle a esa gente que no nos estábamos riendo de los muertos de este incendio, sino que nos reíamos de los muertos en el otro incendio, que fueron un montón más. (N. del A: como siempre hay un boludo leyendo, aclaro que el comentario anterior es un chiste).
La gran mayoría de comentarios que iban dejando en Facebook preguntaban si haríamos chistes de humor negro si alguno de los muertos fuera amigo o familiar nuestro. La respuesta es no, no lo haríamos. Ahora viene la segunda pregunta, ¿por qué lo hacemos cuando los muertos son otros? No puedo responder eso porque la pregunta es una reverenda pelotudez. Es una pregunta digna de los imbéciles que dicen "con ciertas cosas no se puede joder". Pocas cosas tan alejadas de la realidad. Universalmente, se puede joder y hacer chistes con absolutamente todo. Pasa que hay determinada gente que no puedo hacer chistes con ciertas cosas. Pero no hay tema que esté prohibido para todos.
En el grupo de Facebook, los mismos que se enojan con lo del incendio son los que se ríen con chistes del holocausto. Y los que no se ríen de eso, se ríen de enfermedades, mortalidad infantil, pobreza, racismo, violencia, etcétera. Si vos no te podes reír de un tema porque te duele, todo bien, no te rías. Pero no seas tan soberbio de decirles a todos los demás que no se pueden reír de eso.
Igual, la falsa hipocresía viene por otro lado. Viene por el lado del horror impostado. Porque resulta que ahora se murieron nueve bomberos y los bomberos pasaron a ser nuestros héroes. Seguro que son los mismos que se quejan que Halloween es una fiesta yanqui. Y el verso que los bomberos son nuestros héroes, ¿de dónde piensan que viene? Ni siquiera somos originales.
Los bomberos no son nuestros héroes ni son los héroes de nadie. Hacen un trabajo que es muy complicado y en condiciones de trabajo (equipamiento, entrenamiento, etc.) que deben distar muchísimo de las ideales. Así y todo, si nunca nadie se preocupó demasiado por los bomberos, no vengan a horrorizarse ahora. Porque cada vez que aparece un bombero voluntario vendiendo una rifa, nadie se la compra. Y hasta putean porque interrumpe el semáforo. Entonces, si no tienen presupuesto y nunca nadie les da bola ni un mango, la gente no puede ser tan falsamente hipócrita de convertirlos en héroes solamente porque se murieron. O tal vez son nuestros héroes porque cobran poco.
Monday, February 3, 2014
Puntos de Inflexión
La vida tiene muchos puntos de inflexión, aunque solo nos damos cuenta de los realmente significativos. Tanto para bien como para mal. Nacimientos y velatorios son las inflexiones vox populi. En el primer caso, todo mezcla de felicidad y responsabilidad. Se escuchan las mismas frases de siempre, como que ahora (quien acaba de ser padre/madre) no vive solamente para si mismo sino que tiene otras responsabilidades. Y, esas responsabilidades, jamás podrán entenderlas todos aquellos que no tengan hijos.
La muerte es el punto de inflexión por excelencia. Cuando muere alguien, todos nos ponemos a hablar acerca de la fragilidad de la vida, Carpe Diem (Si, hoy me levanté con frases en latín para que cuando mi abuela lea este post piense en lo inteligente que soy). En los velatorios decimos estupideces del estilo "no somos nada" y, lo peor de todo, nos proponemos grandes cambios en nuestras vidas. Incluso salimos de los velatorios estando seguros que ahora sí las cosas van a ser diferentes. Y, lamento informarles, pero nunca lo son.
Todas estas propuestas de modificadores de conducta realizadas después de situaciones extraordinarias casi nunca surten efecto. En algún lado leí una teoría que las personas que sufren graves accidentes (enfermedades o pérdida de partes del cuerpo) pasan aproximadamente seis meses de adaptación y después vuelven a ser quienes eran. Incluso ese tipo de situaciones tampoco les cambia la vida.
Me pasó algo que me hizo ponerme a pensar en los puntos de inflexión. No en los de los tres párrafos anteriores, esos son para nabos. Espero que nadie se ofende, pero sacar una reflexión de vida después de la muerte de un ser querido y realmente pensar que las cosas van a cambiar es de nabo. O, siendo generoso, de alguien bajo mucha presión y que no está pensando claramente en ese instante.
Quería ponerme a escribir sobre los otros puntos de inflexión, esos que pasan desapercibidos la gran mayoría de las veces. Esas cosas que hacemos con naturalidad pero que trae consecuencias muchas veces más graves. El domingo pasado No ayer, sino el anterior), al mediodía, me empezó a doler la espalda. Sin aviso previo, sin movimientos violentos y de a poco. Me empezó a doler un poquito, después un poquito más, después otro poquito más que ya me impedía moverme con normalidad y decidí ir a la guardia. Algo parecido a lo que me pasó en Noviembre de 2012 y finalmente no había sido nada. Nada más que estar postrado una semana, pero nada a fin de cuentas.
En la guardia me dijeron que era algo muscular, me mandaron a hacer reposo por 48 horas, me dieron una orden de kinesiología, receta para una resonancia magnética, pastillas mágicas que curan el dolor, que me ponga almohadilla térmica y me mandaron a otra salita para que una enfermera me inyecte algo que no sea Diclofenac por la reacción alérgica que me había agarrado la última vez.
El médico me acompañó hasta otro cuartito y se fue. A los pocos minutos apareció una enfermera. Me dijo que me acueste en la camilla boca abajo y me afloje el pantalón porque me iba a inyectar. Justo antes de hacerlo, me aclaró que la inyección me iba a provocar un dolor en la pierna durante algunos minutos. No entiendo porque, en pleno 2014, la medicina todavía viene con efectos secundarios. O sea, vengo a curarme la espalda y me dicen que lo van a hacer, pero para eso me va a doler también la pierna. No tiene sentido. Para mí que es una joda de los laboratorios medicinales. Se juntan dos tipos de investigación y desarrollo
Investigador 1: ¡Encontré la cura para el cáncer!
Investigador 2: ¿En serio?
Investigador 1: Si. Pero me parece algo muy fácil, metámosle un efecto secundario copado.
Investigador 2: ¡Dale! Dejémoslos pelados.
Investigador 1: ¿Te parece?
Investigador 2: Y si. Les sacamos el cáncer, pero los dejamos pelados por un tiempo.
Investigador 1: Buenísimo, me encanta la idea.
Investigador 2: Obvio, no se la van a llevar de arriba.
Investigador 1: Fijate si podemos entongarnos con alguna fábrica de pelucas.
Investigador 2: Te averiguo.
Y así sucesivamente con el resto de los efectos secundarios. Porque no hay razón lógica que para curarte una cosa, te tenga que doler otra.
Me inyectó y me empezó a doler la pierna como la re puta madre que lo parió. Fui rengueando hasta la sala de espera, donde me esperaba mi novia. Me vio caminar y puso cara de incertidumbre. Los dos hicimos como si no pasara nada.
Volvimos para casa y me quede encerrado hasta el miércoles a la mañana. Casi 72 horas sin salir, mucho. Demasiado. Miré los últimos capítulos de Breaking Bad, leí casi todo Mujeres (de Bukowski), estuve un rato en la compu respondiendo mails laborales y no mucho más.
El miércoles volví al laburo y, cuando tuve que empezar a laburar, me di cuenta que las pastillas mágicas para que se me pasara el dolor me estaban dejando boludo. Me encantaría encontrar un sinónimo, lamentablemente no lo hay. Estaba más lento, me equivocaba en cosas, no coordinaba. Un desastre. Otro efecto secundario copado, si los hay. Decidí dejar de tomar las pastillas.
El jueves ya estaba bastante bien y el viernes no me dolía nada. Algo que venia esperando con ansias, porque el viernes al mediodía me iba a ir con la gente del laburo a hacer wakeboard. Para todos aquellos que no saben lo que es y no lo van a googlear, les cuento. Es algo similar al ski acuático. Pero, en lugar de ski, es con una tabla como si fuera snowboard. Y, en este lugar, en lugar de hacerlo en el río y con una lancha llevándote, se practica en una laguna artificial y con cables que te tiran desde arriba. Si todavía no se entendió, entren a YouTube y pongan "wakeboard con cable" y problema resuelto.
Reconozco que el médico me había dicho no realizar ningún deporte por al menos una semana desde que se me haya ido totalmente el dolor. Reconozco también que el wakeboard es un deporte un tanto arriesgado para alguien que nunca lo había hecho y 48 horas antes estaba con problemas de motricidad debido al dolor de espalda. Pero no me importo porque tenía muchas ganas de hacerlo.
Viernes al mediodía llegamos con 15 personas del laburo a este balneario en Benavides. Un lugar que estaba realmente excelente. Almorzamos y de ahí al agua. La laguna debe tener unos 300 metros de largo por 100 de ancho. El cable cruza la laguna a lo ancho. Para quienes saben hacer bien este deporte, hay rampas para que salten. Para quienes no sabemos, nos recomiendan fuertemente que ni nos acerquemos a las rampas. Aclaro también que el cable lo maneja una persona a control remoto desde una especie de torre de control.
El primer compañerito de laburo se calzó el equipo, salvavidas y casco y comenzó la aventura. El detalle es que era alguien que ya había hecho esto varias veces. Entonces se paró de una, fue y vino sin problemas, saltó varias veces en las rampas. Increíble. Eso nos motivó a todos a pensar que era algo fácil. Pasó el segundo, quien estuvo unos 15 minutos y jamás logró pararse sobre la tabla. Ahora nos desmotivó a todos. Fue un punto de inflexión. En ese momento reevalué mis expectativas. Me dije que si lograba hacer todo el ancho de la laguna parado, me daba totalmente por realizado.
Pasó el tercero y lo hizo bastante bien. Yo fui cuarto. Ya estaba en el agua con el wakeboard en los pies, casco y salvavidas puesto. El cable empezó a tirar, logré pararme y me caí. De frente, al agua. Tragué agua. Salí a flote por el chaleco, agarré el cable y empecé otra vez. Me volví a caer. La tercera vez pude pararme y andar un poco a los tumbos por 15 metros y me volví a caer. Para la cuarta vez, en lugar de seguir yendo hacia el otro extremo de la laguna, quien manejaba el cable lo tiraba hacia el lado del muelle, donde estaban todos. "Hijo de puta, dejame ir hasta el final" pensé pero no dije nada porque estaba lejos, tragando agua y no me iban a escuchar. La cuarta vez, yendo hacia el muelle, pude pararme e hice todo el camino parado.
Para la quinta, hice los 100 metros hasta el otro extremo de la laguna sin caerme. Señoras y señores, estaba haciendo wakeboard. No puedo describir que se siente, solo que esta bárbaro y que creo que todos deberían hacerlo al menos una vez. Volví los 100 metros, otra vez sin caerme y ya intentando manejar el peso del cuerpo para poder doblar y moverme un poco. Mucho no lo logré. Quinta y sexta pasada lo mismo. Pero cuando llegué de la sexta, comenzó el dolor de espalda otra vez. Punto de inflexión.
Con el wakeboard puesto, a mis 35 años y medio, siendo conciente de la situación, los peligros del deporte y ya habiendo estado en cama tan solo tres días antes por el dolor de espalda, tuve un acto de lucidez y dije "lo hago una vez más y listo". Porque soy un tipo inteligente, para que negarlo.
Llegué al otro extremo de la laguna y ya me estaba doliendo en serio. Igual pude volver parado y ahí ya dolía mucho. Solté el cable, nade muy despacio hasta el muelle, me saqué el wakeboard y casco y salí del agua. Caminaba muy lento. Dolía mucho. Me senté en una silla en el bar donde estaban el resto de los compañeritos laborales y ahí todos recordaron de mi dolor de espalda de unos días antes. Las mujeres me increparon por mi inconciencia, los hombres se burlaron y se rieron. Como tiene que ser. Porque cuando te duele algo, siempre mejor que se burlen y no que se preocupen.
El dolor iba en aumento. Dos horas más tarde, llegué a casa. Ahí me vio mi novia. Ella sabía que iba a hacer wakeboard y me había dicho que me cuide. No confía en absoluto en mis condiciones atléticas. Hace bien. El detalle es que me dijo que me cuide por el deporte en sí, se había olvidado de lo de la espalda. Entonces, apenas me vio, me retó. Sí, mi novia me reta. Con demasiada dificultad me fui a duchar, tomé pastillita para el dolor (sin importar que me atonte un poco) y me puse la almohada térmica.
Para las nueve de la noche el dolor era insoportable. Estaba tirado en la cama y no podía moverme. Ni siquiera rotar sobre mi propio eje. Tuve ganas de ir al baño. Mi novia se ofreció a buscarme una botellita. La mande a la mierda. No me importa cuanto me vaya a demorar o cuanto me va a doler o que tanto ni siquiera puedo moverme. Pero yo me voy a levantar y voy a caminar hasta el baño. Y voy a ir al baño como todo el mundo. He dicho.
Demore 25 minutos en lograr levantarme y caminar los dos metros que separan la cama del baño. Y me dolió como la puta madre. Pero lo hice. Volví a la cama y, resignado, decidí llamar a la obra social para que vinieran a inyectarme algo. Porque durante las últimas cinco horas donde podía caminar cada vez menos al punto de llegar a un estado ameba, mi novia insistió con llamar a la obra social pero yo siempre me negué argumentando que se me iba a pasar solo. Porque soy de esos que creen que las cosas se pasan solas.
Llamamos a la obra social y a la media hora llegó la ambulancia con médico y enfermero. El médico era rubio, alto, jopito, look cancherito pero buena onda. Empezó a hablar y que no adivinan. Dale, a que no adivinan. El médico era cordobés.
Médico Cordobés: ¿Hiciste wakeboard en el río hoy? Porque estaba muy picado...
Yo: No, en una laguna artificial.
Médico Cordobés: ¿Dónde queda?
Yo: Por Benavides.
Médico Cordobés: ¿Y esta bueno?
Yo: Si, ¿vos haces?
Médico Cordobés: Hago wakeboard y surf, el próximo paso es sky surf. ¿Cuánto cuesta este lugar?
Yo: Alrededor de $250 los 20 minutos, contando alquiler de equipo.
Médico Cordobés: Esta bien, no es caro. Voy a ver de ir.
Yo: Anda que esta bárbaro.
El tema del wakeboard derivó en mi espalda y me dijo que me iban a inyectar algo para el dolor, que un unas horas ya iba a estar bien. Que igualmente no hiciera deporte por al menos dos semanas desde que me deje de doler. Y, aclaró, que con la inyección me iba a doler la pierna.
Me inyectó el enfermero y se fueron. La pierna me dolió como la re puta madre que lo parió durante 10 minutos. Volví a dejar entrar a mi novia a la habitación. Porque no la dejo estar mientras me revisan los médicos.
Yo: Segunda inyección en una semana. Segunda vez que me rompen el culo.
Mi novia: ¿Viste que ironía, no? (Me pregunta retóricamente, con una sonrisa de oreja a oreja que no tenia forma de disimular).
Yo: ¿Qué?
Mi novia: ¡Te rompió el culo un cordobés!
Yo: No. Te equivocas. El que me dio la inyección fue el enfermero. ¡Toma!
Porque no importa el dolor de espalda, ni mi estado postrado ni nada de eso; mi novia quería demostrar el punto con los cordobeses. Y no pudo ser. Aunque al menos encontré un cordobés que me cayó simpático. Debe ser porque es un cordobés que elije vivir en Buenos Aires.
Los puntos de inflexión más complicados de todos son cuando los pasamos por alto. O peor, cuando ni siquiera nos damos cuenta. Cuando situaciones que deberían ser extraordinarias pasan a ser normales. Que me duela la espalda, llamar a un médico, que venga en ambulancia y me inyecté algo para el dolor de espalda debería ser una situación anormal. Pero saber que todo eso iba a pasar y tomarlo como algo natural, debería ser un punto de inflexión. Un punto de inflexión donde antes estabas bien y ahora ya estas cagado. Tan cagado que ya mismo estoy saliendo para hacerme una resonancia magnética. Ya veremos que sale.