El otro día me llamó mi vieja por teléfono y me dijo que ella y el marido tenían ganas de invitarnos a mi novia y a mí un fin de semana a Mar del Plata. Respondí que sí, coordinamos fecha y todo listo para el viernes pasado. Quedo bien en claro que la invitación era para mí y no para mis hermanos. No importa que todos tengamos más de 30, lo que importa es que mi mamá me quiere más a mí que a ellos. Soy el preferido, sépanlo.
Viernes por la tarde pasaron mi vieja y el marido por mi casa, cargamos los bolsos y salimos para Mar del Plata. Cuando era chico, mis abuelos paternos tenían un departamento en MdP. A fines de los 80s, íbamos dos o tres veces por año para allá; aunque nunca en verano. Siempre en Semana Santa, vacaciones de invierno y/o algún otro feriado. Para esos viajes, mi vieja preparaba un bolso gigante con comida, que incluía pan, milanesa, tomate, más verduras y aderezos varios. A los pocos minutos de salir de casa, el aire marino que proyectaba la General Paz generaba hambre y mi vieja empezaba a repartir sándwiches. Esta vez, no hubo nada de comida. Solo una parada en una estación de servicio a comprar una botella de agua y nada más. Muy feo lo que le hicieron los años a la paciencia de mi vieja.
Antes de salir, mi novia me preguntó si alguien iba a llevar mate para la ruta. Mate en la ruta. Si, mate en la ruta. Dijo eso. Es muy probable que con lo que voy a decir ahora pierda algún lector, como el nabo de los Tenenbaum. Mate en la ruta es de pobre. Y me niego fervientemente a viajar como pobre.
Otra diferencia de los viajes de mi infancia respecto a este fue la musicalización. Antes, siempre se escuchaban los casettes de Les Luthiers. Ahora, en cambio, el marido de mi vieja nos deleitó el viaje de ida con las noticias de Radio 10 y a la vuelta puso un CD de folklore. Si, folklore. Encima, como si fuera poco, mi vieja me preguntó con impostado asombro "¿Cómo? ¿A vos no te gusta el folklore?" Es la segunda cosa rara que los años le hicieron a mi vieja. Creo que con los padres pasan estas cosas. Pasa el tiempo, no prestas atención, te distraes un par de años y de golpe tus padres se convirtieron en algo bastante extraño y nunca jamás sabes cómo se llegó hasta ese punto.
A la noche llegamos a MdP, check-in en un hotel del centro muy cerca de la playa y de ahí a cenar. Y cenamos paella. Nunca había comida paella y nunca me había dado cuenta lo bien que había estado mi vieja sin haber comido paella. Lamentablemente, a los 35 años se rompió la marca de años consecutivos de mi vida sin comer paella. No puedo esperar a llegar a los 71 y pasar el record anterior.
Al día siguiente mi novia y yo nos levantamos alrededor de las 10.30 y fuimos a aprovechar el desayuno incluido del hotel, que cerraba a las 11. Mi vieja y el marido ya estaban desayunando desde antes de las 10. Según mi vieja, es notable como va bajando la edad de los desayunantes con el correr de los minutos. A las 10 solo había gente de más de 50, mientras que a las 10.45 el promedio de edad era menor a 30. Se ve que la gente mayor confía plenamente en el dicho "Al que madruga..."
Mi vieja y el marido terminaron de desayunar y se fueron a caminar, Mi novia y yo nos tomamos nuestro tiempo y media hora más tarde salimos para la playa. Caminamos por la playa hasta llegar a las célebres estatuas de los lobos marinos. Frenamos a un transeúnte para que nos saque una foto junto a uno de los lobos y el tipo le puso tanto zoom que en la foto se ve a mi novia, a mí y un fondo gris que no se sabe que es.
En un acto de pura audacia –y contra el visto bueno de mi novia- me subí a uno de los lobos marinos para tener una foto montándolo como si el lobo fuera Falcon en la Historia Sin Fin. Mientras montaba al lobo, había gente sacándose fotos en la base. Yo esperaba que se fueran para que mi novia me sacara una foto arriba del lobo. Mi novia, con muy poca paciencia, me pedía que me bajara. Yo, me negaba. Quería mi foto montando al lobo. Ella alegaba que me iba a caer y lastimar. Me tiene tan poca fe para este tipo de cosas que casi da vergüenza la situación. En ese momento, pasa una pareja de unos 50 años. La señora observa la situación, mira a mi novia y con tono de casi suplica le dice "tenele paciencia".
De ahí seguimos caminando para el Torreón. Lugar donde en el año 1949 (con margen de error de dos años) mis abuelos maternos tuvieron su primera cita. Se conocieron en Mar del Plata ese verano a través de una amiga de mi abuela. Y esa noche (en realidad esa tarde, porque fue a las 19hs) él la llevó a bailar.
Seguimos caminado hacia el sur. Después almorzamos con mi vieja y el marido por la zona del puerto. Se supone que hay que comer pescado. Yo pedí merluza de aguas profundas. No le encontré mucha diferencia con la merluza de aguas no tan profundas. El marido de mi vieja pidió chernia, que a simple vista era exactamente igual a la merluza de aguas profundas. Hay dos opciones para explicar la situación. La primera, el chef andaba con pocas ganas de laburar y preparó dos platos iguales asumiendo nuestro desconocimiento en materia de pescado. La segunda, es notable como se parecen la merluza de aguas profundas con la chernia.
A la tarde puerto, vista de los lobos marinos y actividades varias turísticas. A la noche, cena en un restaurant del centro. Esta vez parrilla. Basta de paella, basta de pescados iguales, vamos a comer de verdad. A la mañana siguiente recorrida para el lado norte de la ciudad y temprano a la tarde vuelta para Buenos Aires. A pesar de haber vuelto con un bronceado estilo palito de la selva, el viaje estuvo muy bien, ya veremos cuando sale otro.
Tuesday, November 26, 2013
MDQ
Sunday, November 24, 2013
Hola, soy Troy McClure III
Monday, November 18, 2013
Palito de la Selva
Estuve el fin de semana en Mar del Plata y volví con un bronceado estilo palito de la selva.
En estos días posteo todas las historias del viaje. Desde el trapito que no quiso propina hasta las fotos de Troy.
Más:
- Troy en Brasil
- Troy en Ushuaia
Friday, November 15, 2013
Cuarto Concurso
Hay dos clase de apodos para la gente: los que le decís en la cara y los que le decís por la espalda. Obviamente la segunda clase es mucho más entretenida, más que nada por ese apodo prohibido. Ese apodo que sabes que si se entera que lo llaman así, se va a enojar mucho.
Hay un pibe del laburo al que apodan LFDC.
Consigna: adivinar que quiere decir LFDC.
Pistas:
- Es una sigla en castellano
- El pibe es un poco nabo y muy raro
- Obvio que el apodo es por la espalda.
Premio para quien acierte: vamos a ver. No es el libro ni entradas para stand-up, esta vez voy a tratar de conseguir un premio que este bueno en serio.
Thursday, November 14, 2013
Filípides
Todos sabemos el origen de las maratones es el griego fue corriendo desde la ciudad de Maratón a Atenas. Muchos saben que, apenas llegó, se murió. Y unos pocos saben que corrió para avisar del triunfo del ejército griego sobre el persa. Lo que no sabe casi nadie, es que ese griego se llamaba Filípides. Pobre Filípides. Hace 2500 años el tipo realizó una gesta magnifica y nadie sabe su nombre porque, a alguien, se le ocurrió crear un evento deportivo con el nombre de la ciudad en lugar de ponerle el suyo. Caso contrario, hoy nos anotaríamos para correr Filípides en lugar de maratones
Una verdadera maratón es de 42.195 metros. El problema es que en esta vida moderna es poca la gente con ganas de correr esa distancia. Entonces aparecen otras maratones que en realidad no deberían llamarse de esa forma. Así llegamos a la maratón de 10 kilómetros, o de 15, o los que sean. Y todas cuentan como maratones. En este contexto, quiero contar que el domingo pasado corrí mi primera maratón. No fueron 42 kilómetros. Tampoco 21. Fueron los tres kilómetros auspiciados por Lan. Sé que tres kilómetros no suena a mucho; de hecho no lo es. Pero para nunca haber corrido más que un colectivo, está bastante bien.
Todo empezó dos semanas antes. Salí con varios compañeritos del laburo a tomar una birra y estaban hablando de que faltaba poco para la maratón de Lan. Comenzaron a presionarme para que corriera con ellos y sucumbí ante la insistencia grupal. Me anoté por internet, fue a buscar mi remera y número al Recoleta Mall y me mentalicé para la maratón.
Mi idea era comer poco el sábado a la noche, irme a dormir temprano y estar a las 8.40am en Alcorta y Monroe listo para correr. Al final, el sábado a la tarde fui a merendar a lo de mi hermana y comí muchas medialunas. Me quede a cenar y me mandé varias porciones de pizza. Llegué a casa después de la una y no me dormí hasta las dos y media. Digamos que no fue la mejor preparación de todas.
Me levanté a las ocho, me puse la remera de la maratón y fui al lugar de los hechos. No sé si sabían, pero los domingos hay algo que se llama mañana. Yo no lo conocía, pensé que era un suceso que solo ocurría de lunes a viernes. Pero no, los domingos también hay. (N del A: Desconozco como será los sábados). Es fantástico esto de la mañana. Hay mucha gente dando vueltas y hasta parecen felices. Tal vez debería intentarlo.
En la plaza cerca del lugar de la largada había stands vendiendo ropa deportiva. Remeras Adidas a $65, una verdadera ganga. Bueno, en realidad no eran stands, más bien era una lona en el piso repleta de remeras. Estoy casi seguro que no eran originales. Muchos corredores con riñonera. Si señores, volvió la riñonera, celebremos el mal gusto. Otros con relojes supersónicos gigantes que se supone miden hasta el más mínimo detalles. Los que más sorprendían eran unos pocos con cinturones con lugar para mini-botellitas de agua y muchas cosas más. Esos cinturones no tenían nada que envidiarle al que usa Batman. Todos ellos rodeados por miles de espectadores que asistían a ver a sus seres queridos correr. No se me ocurre ninguna otra experiencia que pueda llegar a ser más aburrida.
Apenas pasadas las nueve de la mañana ya estaba junto con varios compañeritos laborales en posición para la largada. Y largamos. Menos de trescientos metros después, ya los había perdido. Mejor dicho, ya me habían perdido. Ellos iban bastante más rápido. Pero sin prisa y sin pausa, continué mi misión.
Por los dos kilómetros y medio, una señora de unos cuarenta años que estaba corriendo cerca de mí le dice a su compañera de aventura “caminemos ahora que me vino a ver mucha gente y a la meta quiero llegar corriendo”. Una grosa la señora.
Yo seguí a mi ritmo hasta que finalmente llegué a la mete y cumplí mi misión: hacer los tres kilómetros trotando. No camine en ningún momento. Comiendo mal, durmiendo poco todos los días, sin entrenar y despertándome temprano un domingo, me banqué toda la maratón sin caminar. En tu cara, edad. La tenes adentro.
Tuesday, November 12, 2013
Sending Fruit - Noviembre
Año 5 / Número 66
# Avisenle a Skype que no hace falta que quiera seguir mejorando mi experiencia, así estoy bien.
# Error de matemática: en Facebook solo soy amigo de la mitad de mis hermanos, pero de un 75% de mis cuñados.
# Por qué la gente insiste en decir "espejito reboton" cuando claramente se dice "espejito rebotin".
# Que copado que la gente te agregue a WhatsApp para mandarte chistes. Como si no tuviese suficientes cosas que ignorar.
# Me quiero ir de vacaciones a las Maldivas. Voy a pedir aumento y vuelvo.
# No me quiero agrandar, pero el banco francés me subió el límite del préstamo personal pre-aprobado a 24mil pesos. Pensalo.
# Terminé Dexter. No está bueno el final, pero al menos no fue tan choto como el de Lost.
# El otro día pasé por la puerta del edificio de Chica Z y por un instante pensé en tocarle el portero eléctrico. ¿Se acordará quién soy?
# En una noticia relacionada, odio profundamente el barrio de Caballito.
# Proyecto de ley: ninguna línea de colectivos puede tener más de un ramal. Si van a hacer otro camino, hagan una línea nueva con otro número.
# Los personal trainers son los pasea-perros de los seres humanos.
# Tengo una idea revolucionaria. Se tendría que poder pagar el kiosco con la Sube.
# Hace poco cumplí cuatro años en Twitter.
# Ese momento raro donde twiteas algo y te responde alguien a quien no le queres contestar.
# Te Busco: La subseccion de Sending Fruit donde están algunas de las cosas que la gente busca en Google y termina en YaVeremos.
# Hay pocos Te Busco porque Google bloquea las busquedas en caso de estar logueado.
# Para compensar, les dejo algo de amor. Mientras tanto, busco alternativas para que siga existiendo esta sub-sección.
- mi maestra, mi novio y yo
- mi novia estornuda dos veces y le digo salud el amor ya lo tienes
- apodos y apocopes mas cariñosos
- mi esposa se la coge el portero del edificio
- confieso que de niña me deje tocar la cola
- nada mas incogible
- apodos cariñosos de animales para mi novia
- le hablo siempre pero ella no la invito a salir y me dice yo te aviso y no me avisa que hago
Related: Sending Fruit
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Sending Fruit™ Los 12 de cada mes en Ya Veremos.
Friday, November 8, 2013
Casado con Hijos
Hoy tuve la experiencia más parecida a vivir en un matrimonio igualitario de mi vida. Pero vamos por el principio. Anoche me llamó mi hermano Pablo para contarme que Mica (4 años y 9 meses) quería que yo la fuera a ver como izan la bandera del colegio. Hice un esfuerzo descomunal y puse el despertador a las 7.30 de la mañana. Normalmente me levanto 8.30, una hora de diferencia es un montón.
Pablo me pasó a buscar en el auto y fuimos los cuatro para el colegio. El cuarto es Nacho, el hermano de Mica que tiene ocho meses. Diálogo del auto:
Mica: Papi, tengo una re buena idea. Hoy viene tío Ale a buscarme al colegio.
Pablo: No Mica, tío Ale tiene que trabajar cuando vos salís del colegio.
Mica: Ah... (Pausa unos segundos). Tío Ale, ¿vos trabajas cerca de mi colegio?
Yo: Si, más o menos cerca.
Mica: Papi, tengo una re buena idea. Hoy cuando yo salgo el colegio, el tío Ale sale de su trabajo y me viene a buscar a mi jardín.
Llegamos al colegio, Pablo dejó el auto en la esquina y con la baliza puesta. Como buen padre que lleva a los hijos al colegio, deja el auto en cualquier lado. Bajamos del auto y caminamos para el colegio. Pablo sosteniendo el huevito (cochecito portátil, para quienes no saben de niños) con Nacho adentro con su mano izquierda. Con la mano derecha le daba la mano a Mica. Yo, del otro lado, le daba la otra mano a Mica. Y en mi mano izquierda, llevaba la mochila de Mica. Sin conocernos, parecíamos papá y papá llevando a los nenes a la escuela. Todo muy matrimonio igualitario.
Entramos al colegio y fuimos para el patio. Mica se sentó en una sillita y Pablo comenzó a peinarla. Ahí me di cuenta que salió toda despeinada de la casa. Y como en el colegio tiene que estar con el pelo atado, Pablo la peina. El tema radica en la poca ductilidad de Pablo para peinar a la nena. Confesó que, para aprender a peinarla, mira videos en YouTube. Años atrás miraba pornografía, ahora mira peinados para nenas de cuatro años. Los tiempos cambian. Chistes pedófilos abstenerse.
Mica ya peinada, fue al aula para luego volver con todos sus compañeritos. Todos en fila, unos a otros tomados de los hombros. Van tomando posición la fila de las salas de tres, cuatro y cinco años. Con todos los niños listos, comienza a hablar la vice-directora por el micrófono. Sé que es la vice-directora porque me lo dijo Pablo. Esta vice-directora debe tener, como mucho, 25 años de edad. Deci que no tengo hijos; pero si los tuviera, me preocuparía un poco depositar su futuro educativo en una persona de 25 años. O sea, 25 años, seguro que anoche salió e hizo cualquiera y hoy tiene que educar niños. Que alguien piense en los niños. Claramente no puedo ser yo quien lo haga porque me estoy volviendo viejo. Que tremendo darte cuenta de eso. (Igual ya se cómo compensarlo, lo voy a contar la semana que viene acá).
Mientras la vice-directora hablaba, los niños seguían en su mundo sin prestar atención. Cada uno gritando, jugando con el compañerito o saludando a sus respectivos progenitores. Porque eran unos 30 progenitores mirando el saludo a la bandera. También estaban los nenes compenetrados con sus propias actividades. Como el niño que se come los mocos. Introducía el dedo mayor en su orificio nasal izquierdo, luego en el orificio nasal derecho para después chuparse el dedo con efusivo entusiasmo. El nene se comía los mocos con ganas. Me dieron nauseas.
Hasta que comenzó el saludo a la bandera. Mica va a un colegio católico, entonces cuando se iza la bandera se canta una canción de Jesús. Bah, en realidad en la canción hablan de Jesusito, yo asumo que es Jesús. La canción tiene ritmo y letra de canción infantil, así como es Jesús bien podría ser el Sapo Pepe. En las primeras estrofas, Jesusito es grande y está en el cielo, pero para el final de la canción Jesús baila, mueve la cadera y mueve la cola. Los infantes interpretan felices la coreografía de la canción.
Por ahí porque soy judío y nunca aprendí estas cosas, entonces las veces que pensé en Jesús me focalicé en la iglesia, los milagros o la película de Mel Gibson. Pero nunca jamás imaginé a Jesus como a un tipo con ritmo.
Al finalizar de mover la cola, los niños entonaron El Baile del Chirimbolo, donde les dicen "hola" a las maestras, a la escuela, a los padres y a todos en general. De ahí, al aula. Todo el evento duró unos seis minutos. Me parece impresionante como para alguien de menos de cinco años es fundamental que la vayas a ver y eso es lo más importante de todo, aunque solamente dure seis minutos y ni te preste atención. Claramente no estoy preparado para ser padre.
Thursday, November 7, 2013
Hacé tu Gracia
En el apasionante y maravilloso mundo del stand-up, no todo termina en el teatro. Siempre hay algo más. Primero están los shows. Hay diferentes tipos de show. Los de elenco fijo, los rotativos, los de elenco fijo pero que suman un invitado y los open-mic donde (casi) cualquiera se puede subir al escenario.
Hasta ahí llega el conocimiento del público. Lo que no saben, es que hay dos cosas más. Están los eventos y las giras. Un estandapero groso tiene eventos. Un evento vas a hacer stand-up a una fiesta de 15, a un casamiento, a una fiesta de alguna empresa o sucesos del estilo. No cualquiera tiene un evento, hay que ser groso. Bueno, en realidad no tanto, pero no importa. Lo que es cierto, es que no cualquiera tiene eventos. Lo que también es cierto, es que en general los eventos son un embole. Pero, siempre hay un pero, pagan excelentemente bien. Hay estandaperos que cobran una luca por un evento, Hay otros que cobran quince. Posta.
Las giras son otra cosa. Es cuando te vas a hacer stand-up a la costa o al interior. Te invitan, te pagan pasaje (en avión o micro, dependiendo lo groso que seas), hotel y además mucha plata. A mí nunca me llevaron de gira. Igual, creo que si alguna vez me llegaran a invitar, mi novia no me dejaría ir. Yo digo creo, sus palabras fueron “ni en pedo te dejo ir a Villa Gessell a hacer stand-up”. Por otro lado, lo que si tuve, fue un evento. Mi primer evento.
A un colega estandapero (llamémoslo Juan, para no develar el nombre) y a mí nos contrataron para animar un cumpleaños de 60. El evento era a las cuatro de la tarde del domingo de las elecciones en el SUM de un edificio en Puerto Madero. Pasé a buscar a Juan por su casa en el barrio de Caballito para luego ir con su auto hasta Puerto Madero. Odio Caballito. Odio profundamente a todo Caballito. Odio a Caballito mucho más que a Cordoba. Todo su look pretencioso y querer ser más, con sus habitantes que se creen que son personajes de Los Tenenbaum, una de las peores películas de la historia. Llego al edificio en cuestión, tenía toda una decoración que solo se puede encontrar en el barrio de Caballito. Delante de la puerta, tenía rejas y arriba una cámara de seguridad. ¿Hace falta? ¿Posta? Edificio genérico de Caballito, ¿tanta seguridad tenes que tener? Porque solo tenía rejas y cámara de seguridad, no tenía cabina de seguridad como las torres modernas donde vive gente que quiere creer que vive en otro lado. No no. Acá se limitaron a rejas y cámara. Me imagino el aviso de la inmobiliaria diciendo "edificio con seguridad" y después llegas y te encontras con eso.
Subimos al auto de Juan y fuimos con destino Puerto Madero. Domingo a la tarde, sol y montones y montones de gente en Puerto Madero. Picnics, rollers, corredores y peatones por doquier. Casi toda gente bien, aunque algunos intrusos dando vueltas por ahí. Gente que claramente no vive en Puerto Madero yendo a aparentar por ahí. ¿Hace falta? Parece que sí.
Estacionamos y fuimos para el edificio. Nos abrió el tipo de seguridad. Porque en Puerto Madero hay seguridad de verdad, no como en Caballito. Empezamos a caminar para el SUM y me cruzo con Valeria y con Lucas. Obviamente ustedes no tienen ni idea quienes son Valeria y Lucas, así que les voy a contar. Valeria era mi vecina, vivía en el séptimo piso de mi edificio. Ella fue la luminaria que puso a Aldo Rico como administrador.
Lucas es su novio. En algún momento se mudó con ella y construyeron su nidito de amor. En algún otro momento, él se tiñó el pelo de amarillo sin razón aparente. Cuestión, los dos estaban ahí en Puerto Madero. Ella estaba más gorda. Estoy casi seguro que estaba embarazada, pero como vestía ropa holgada no pude confirmarlo y temí felicitarlos por su futuro retoño. Tal vez eran ravioles.
Resulta que Valeria y Lucas dejaron de ser vecinos míos hace bastante tiempo y nunca jamás había vuelto a saber de ellos. Hasta este momento. Ahí me entero que son los habitantes de este edificio, hija de la mujer del cumpleañero y proveedores del SUM donde se va a realizar el evento. Que alguien me explique de donde carajo Valeria y Lucas sacaron la guita para mudarse a un edificio como este. Es muy urgente que lo sepa.
Ya dentro del SUM, nos encontramos con Ana. Ana es la hija del cumpleañero, tiene veintipocos años y está más o menos bien. No genial, tampoco mal. Ella fue quien nos contrató para el evento. Nos ofreció algo para tomar y comer. Juan conectó el parlante, enchufó el micrófono y todo listo para comenzar el show.
Juan comenzó con su monologo, después yo hice él mío y para finalizar volvió Juan. Durante mi corta estadía en el escenario, la gente se rio un poco. No tanto como en el teatro; Juan ya me había anticipado que los eventos son así. Incluso un señor mayor se quedó dormido. Me sorprendió, porque no me pareció que fuera tan mayor. Al menos eso pensé yo. Ana me dijo "se durmió porque es re viejo, tiene como 70". Maldita juventud y sus parámetros de vejez. Hay que matarlos a todos.
Fin del show. Ana nos paga, con Juan desconectamos el parlante y nos vamos. Me fui con una experiencia nueva y sin ganas de volver a hacer eventos. Realmente no me interesa vivir del stand-up. Pero, por otro lado, me fui con un montón de plata en el bolsillo solamente por haber contado chistes quince minutos, podría ser mucho peor. Podría ser cordobes.
Wednesday, November 6, 2013
El Grito Sagrado
Ayer, tipo nueve y media de la noche, estaba por volver a mi casa. Paré un 60, subo y le pregunto al chofer si va por Luis María Campos. Por si alguno no sabe, algunos 60 van por L. M. Campos y otros por Cabildo. El colectivero me respondió en un pésimo tono "¿qué dice el cartel?" y me quede tildado. Contesté que no lo había leído. El colectivero casi gritando y en tono peor todavía replica "fijate el cartel". Asumí que no era el colectivo que necesitaba, no dije nada, me bajé y espere el siguiente.
Mientras esperaba, se me cruzaron dos pensamientos. Los dos relacionados con el blog. El primero, el post de la semana pasada Quisiera Ser Grande. El segundo, el post El Justiciero, que tiene casi cuatro años.
Es la segunda vez en menos de una semana que me agreden verbalmente —sin tener razón— y me quedo callado. En cambio la otra vez, me habían agredido y lo devolví cien veces más fuerte. Antes respondía, ahora no. Antes mandaba a todos a la mierda y no me importaba nada, ahora no. Creo que esto de ir a la psicóloga, racionalizar los problemas, intentar ver las situaciones de todos los ángulos posibles y dialogar diferentes alternativas llego a un techo. Basta de todo eso. Ahora se hace lo que yo digo. Yo no me voy a enojar. Nadie es lo suficientemente importante como para hacerme enojar. Y al que no le gusta, que se vaya a la mierda.
Friday, November 1, 2013
Quisiera Ser Grande
Alguna que otra vez voy a almorzar con mis compañeritos de laburo a una pizzeria que queda cerca de la oficina. En realidad creo que fuimos tres o cuatro veces nada más por una suma de factores. El primero y más importante, no hay tanta onda con mis compañeritos de mi sector como para salir a almorzar todos juntos. El segundo, en esta pizzería atienden muy mal.
Una vez éramos seis y la moza se negó a juntar las mesas. Otra vez, se negó a traer una panera porque dijo que la panera no está incluida cuando se pide pizza. Esa misma vez, había pedido una empanada de pollo y me trajo una de carne. La moza me dio miedo y no le pedí que me la cambiara. Me limite a comer la empanada de pollo en silencio. Todos estos sucesos siempre ocurrieron con la misma moza. Una mujer de carácter, digamos.
Conté todo esto para contar algo que no tiene nada que ver. Cuando era chico, iba a un club. En el club, había muchos empleados, desde porteros hasta profesores de educación física. Todos ellos te trataban relativamente mal cuando estabas solo y demasiado bien cuando estabas acompañado por tus viejos.
Hay una escena en la película Cara de Queso que refleja de manera excelente esa situación. Van varios chicos a decirle algo a uno de los empleados del club y este les responde de muy mala forma. Un segundo después, aparece Federico Luppi para hablar con el mismo empleado y este lo trata de usted, diciéndole "si señor" y "en seguida señor" a todo. Cada vez que me pasaba eso, siempre deseaba que los empleados me trataran a mí solo de la misma forma que me trataban delante de mi mamá o mi papá.
Hoy fui a almorzar con una chica del laburo a esta pizzería. Entramos y el lugar estaba mitad vacío. Varias mesas de dos libres, aunque la única mesa libre cerca del televisor era una de cuatro. Nos sentamos en esa para poder ver el partido de Del Potro versus Federer. Una moza se acercó (no la misma mala onda de las otras veces) y preguntó cuántos íbamos a ser. Respondí que íbamos a ser cuatro, que todavía faltaban llegar dos más, para que no me obliguen cambiar de mesa.
Obviamente los otros dos nunca llegaron. La chica y yo comimos viendo el partido de tenis y la mesa quedo con dos platos vacíos. Cuando pedimos la cuenta, nos la trajo la moza mala onda. Nos saludó diciendo que se acordaba de que nosotros habíamos ido varias veces. Y después nos retó. Nos dijo que debido a que ocupamos una mesa de cuatro siendo solamente dos, tuvieron que dejar ir a varios clientes. Agregó que, en caso de saber que somos dos, tenemos que avisar y nos cambian de mesa. Y nos dijo que no podía volver a suceder. Creo que hasta estuvo muy cerca de mandarnos a dirección.
El detalle es que la mesa de al lado también era para cuatro y estaba ocupada por dos señoras de unos sesenta años. A las señoras nunca les ofreció cambiar de mesa, ni las retó, ni nada. Mientras nos estaba retando, yo solamente pensaba que si estuviese almorzando con mi mamá o mi papá, no me habrían dicho nada. Pague y me fui sin dejar ni un peso de propina. Para demostrar quién manda.