Previously on YaVeremos: Feliz Cumpleaños a Mi 2013 – Parte I
Como si todo lo demás no alcanzara, el ambiente laboral era una reverenda porquería. Todo el mundo estaba podrido y los sueldos eran muy bajos. Entonces, renunciaban. A la semana de ser jefe, renuncio la telemarketer. Dos semanas después, una mina de diseño. A las tres semanas, había que despedir a una mina demasiado inutil y desganada pero a último momento mi jefe decidió no hacerlo para evitar el pago de la indemnización. Demoré un poco (porque soy medio lento) en darme cuenta que mi jefe era un fanático de evitar cualquier tipo de confrontación. O conflicto. O reunión. O comunicación. Digamos que vivía en otro lado. Llegaba tarde, desaparecía al mediodía y se iba temprano. Nunca nadie sabía dónde estaba ni que hacía. No comunicaba ni cumplía las promesas. Un poco por eso estaban todos podridos.
Una vez, una chica que dependía de mí no me quiso acompañar a una reunión con un cliente. Me dijo "hasta que el director no me responda sobre el aumento de sueldo que me viene prometiendo, no hago más nada". Le pedí por favor que igual me acompañe a la reunión, le dije que laboralmente no le convenía no ir y todas esas cosas. Como se los explico, la estaba convenciendo de que viniese conmigo a una reunión de trabajo a hacer su trabajo. Le estaba pidiendo por favor que hiciera su trabajo. Yo, su jefe, no la podía obligar a que trabaje, tenia que convencerla. Y si esta chica no trabajaba, no podía hacer absolutamente nada al respecto. Lo único que me quedaba por hacer era ir y decirle al director "esta chica no viene a la reunión porque dice que no se pudo reunir con vos para discutir el sueldo" pensando que el director la iba a obligar. Era como si hubiese dicho "te voy a acusar con mi papá". Adivinen que hizo el director, dale adivinen. A que no adivinan. No hizo nada de nada. Fui solo a la reunión.
A los tres meses, nos mudamos de oficina. Y un mes más tarde, el director mandó a poner un lector de huella digital en la entrada y envió un mail donde decía que era por nuestra seguridad. Todo por nuestra seguridad. Lo que importa es la seguridad. Se ve que había muchísima inseguridad. Porque, por nuestra seguridad, teniamos que poner la huella cada vez que se entra o sale de la oficina. Si vas al kiosco, huella. Si bajas a comprar comida, huella. Si salís a fumar, huella. Obvio que es por nuestra seguridad que hay que saber cuántos minutos pasa cada uno en la oficina.
La seguridad importaba tanto que un par de semanas antes de la colocación del lector de huella, alguien se robó el teléfono inalámbrico de mi escritorio. Repito, se robaron mi teléfono. Un viernes me fui y el teléfono estaba. Llegué el lunes y no estaba más. Puff. Desapareció. It's a kind of magic. Los compañeritos se rieron, me burlaron un poco, dijeron que debió haber sido el portero del edificio. Pero nadie dijo ni hizo nada. Se robaron un teléfono en una empresa de 10 personas y el director del país no dijo absolutamente nada. Ah, éramos 10 porque la gente renunciaba y no se estaban contratando reemplazos por falta de presupuesto.
Me habían prometido un aumento a los tres meses, pero en ese momento el director me dijo que mejor esperar a los seis para realizar una mejor evaluación de performance. También me había prometido pagarme un posgrado. A los cuatro meses de haber empezado empecé a tramitar que me paguen el posgrado. Demoré un mes en que me dijera que no. Le recordé de lo del aumento, me dijo que era a los seis meses. Le aclaré que íbamos cinco, me dijo ok. De a poco iba pasando a ser uno más del montón, con disconformismo por el sueldo y promessas incumplidas.
Un día cualquiera, estaba en la sala de reuniones con una de las chicas mientras en la oficina se escuchaban gritos de minas peleándose. De repente, se abre la puerta de la sala, entra una de las chicas llorando y me dice "Alejandro, renuncio". Y se fue corriendo. Salgo a ver que paso, le digo que espere. Me cuenta que las otras chicas la trataban mal y eran injustas con ella. Miro alrededor, faltaban dos chicas. "¿Dónde está Chica 1?" pregunto. "se fue corriendo" me responde alguien. "¿Y Chica 2?" preguntó con cierta incredulidad. "Se fue corriendo atrás de Chica 1 para consolarla" me dicen.
De ahora en más:
Chica R: la que renuncia
Chica 1: la primera que se fue corriendo
Chica 2: amiga de chica 1 que la fue a consolar.
No tengo ni idea como puedo hacer para describir la situación. Imagínense una oficina donde un grupo de chicas trata mal a otra. Una especie de bullying laboral. Según la maltratada (Chica R), la tienen de punto y no la integran. Según las demás, no le hacen nada. Entonces, un día Chica R recibe un mail laboral que no le gusta, explota y se pone a putearse con todos. A los gritos. Una de las supuestas maltratadoras estaba embarazada de unos seis meses. Chica R le dice "cuidado que acá hay mala onda, mucho estrés... no vaya a ser cosa que lo pierdas..." En medio de ese griterío fue cuando Chica R entró en la sala de reuniones y dijo que renunciaba.
Le pido de quedarme con ella y hablamos de la situación. La tranquilizo un poco, le recomiendo que se fuera a la casa y, que si quiere renunciar, que espere al lunes. En ese momento vuelve Chica 1, me junto con ella y me cuenta su versión de los hechos. Decía que si no quería ser amiga de Chica R, que ella almuerza con quien tiene ganas y nadie la puede obligar a ser amiga de quien no quiere. Ese era el elevado nivel intelectual de las discusiones. Juro por lo que más quieran que todas estas charlas de jardín de infantes son ciertas.
Salgo de esa reunión y veo a Chica R en su escritorio, trabajando. Voy a hablar con el director (quien nunca había salido de su oficina a pesar de todo el griterío) y él le había sugerido que vuelva a trabajar. A la misma mina que había tenido un episodio psicótico 20 minutos antes la sentó a trabajar como si no hubiese pasado nada. Quiero aclarar también que la oficina era un rectángulo de unos 100 metros cuadrados, con una sala de reuniones y una oficina para el director con paredes de vidrio. El resto, todo abierto. Todos veíamos todo. Todos escuchábamos todo. Todo muy Gran Hermano. Así y todo, el director nunca salió de su oficina. Ni siquiera por curiosidad o para poner orden. Nada de nada, dejaba que las chicas griten y peleen.
Todo esto ocurrió un viernes. El lunes posterior, Chica 1 se junta con el director primero y conmigo después para decirnos que ella se niega a trabajar con Chica R. Que si quiero, que la ponga a limpiar el piso, pero ella no va a tener ningún contacto más con Chica R. Voy a la oficina del director para ver que quiere hacer. Porque, aparentemente, parte de mi laburo era ser maestra jardinera. Como la oficina es abierta y no quiere que nadie sepa que estábamos hablando, me dice que va a salir de la oficina e ir a la calle, que yo baje a los cinco minutos y hablamos ahí sin que nadie nos viera. Eso hice.
Cinco minutos después, salgo del edificio y no veo al director por ningún lado. De repente, aparece saliendo de un kiosco a unos 10 metros comiendo un alfajor Terrabusi. Es una de las escenas más tiernas de vi vida. El director de la empresa que, antes de tomar una decisión complicada, se fue a comprar un alfajor. Tuve muchas ganas de hacerle upa y darle un beso en la frente, pero me contuve.
El director tenía que ver que se hacía con Chica R. Le digo que la tiene que despedir en el momento, que no puede pasar una situación como esa y que el tipo no diga nada. Pero él se negaba a despedirla. Tal vez miedo, tal vez incapacidad, desconozco. "¿Y si la despedimos en unas semanas cuando se calme todo?" Le dije que –conociendo a las demás- no se iba a calmar nada. "¿Y si entonces no hacemos nada y esperamos a ver si renuncia?" Ese era el director del país, negándose a despedir a alguien mientras comía su alfajor Terrabusi de chocolate.
Volvimos a la oficina, el director llamó a Chica R y le dijo "lo estuve pensando bien, te vamos a aceptar la renuncia". Un capo. Chica R lloró un poco, busco sus cosas y se fue. La verdad es que a Chica R le faltaban un par de jugadores y tuve un ataque de nervios en plena oficina, pero las demás eran bastante soretes también.
Me encantaría poder decir que esa fue una de las pocas cosas raras que ocurrieron ahí adentro. Me encantaría. Pero no puedo. Ya saben que el director era un tanto extraño. El tipo no decía nunca nada. Aprovechando que se viene mi cumpleaños, voy a decir una de esas cosas que develan la edad. Principios de los 90s, Los Ladrones Sueltos y su hit No Le Dijo Nada. Bueno, ese era el director, nunca dijo nada.
Un día, llego a la oficina y encuentro el logo de la empresa y todas las letras del nombre pegadas en una pared. Cada letra de unos 40 centímetros de alto. El día anterior, el tipo se había quedado después de las seis para pegar eso sin decirle a nadie. No le gustaba que lo vieran haciendo manualidades, ni idea. Lo hizo todo y sin ayuda y así quedo, con una letra apuntando para cada lado.
Otro día el director me pidió que fuera a su oficina para que lo ayude a armar un pizarrón. El tipo había comprado uno de esos pizarrones de acrílico de más de dos metros de ancho por uno y medio de alto, que había que colocarlo en un eje sobre ruedas. Un pizarrón de esos de colegio, tamaño pizarron posta. Lo armamos en la oficina al mejor estilo del coyote del correcaminos. Porque, cuando estuvo terminado y había que sacarlo, no pasaba por la puerta. Un visionario el director.
Ya con el pizarrón en el medio del salón, nos llamó a todos. Y todos nos pusimos en semicírculo mirando al pizarrón. Como si lo estuviéramos endiosando, ni idea. El director paso por cada uno de nosotros con una pila de post-its, había redondos y cuadrados y de todos colores. Cada uno iba eligiendo uno. En los post-its teníamos que escribir todas las actividades laborales que estábamos haciendo y pegarlos en el pizarrón. Una vez terminado esto, nos pidió que fuéramos pegando los post-its en el pizarrón. El objetivo era que todos los días viéramos todo lo que teníamos que hacer y, una vez terminado, lográbamos sacar el post-it. Sí. Sacar el post-it del pizarrón era la meta. El logro. Una vez que finalizabas algo y sacabas el post-it, estabas realizado. Esa fue la charla motivacional.
Esa fue una charla motivacional. Otra fue un día que vino una coach que resulto muy idiota. Tan idiota que ni vale la pena entrar en detalles. Aunque nunca están de más. Por ejemplo, era tan idiota que antes de empezar puso un PowerPoint con su curriculum, para mostrar lo capacitada que estaba. En una de las diapositivas estaban todos los logos de las empresas que habían contratado sus servicios. Una de las empresas era esta empresa. O sea, la mina nos decía que era grosa porque trabajaba para nosotros. Es un circulo que no tiene nada de sentido ni nada de groso.
Lo gracioso es que Chica 2 (nombrada más arriba) estaba estudiando para ser coach, entonces estaba horrorizada. Se la pasaba repitiendo que eso no es coaching, que el coaching es otra cosa y sandeces del estilo. Más gracioso todavía es que Chica 2 es torta pero lo mantiene oculto a pesar que cualquiera puede notarlo a kilometros de distancia. Es torta posta. Es un flor de tortón con sus zapatos, su pelo corto, su jopo, su fanatismo de River. Y lo mantenía oculto. Y quería ser coach. Y también le tiraba onda a otra minita de la oficina que tenia novio. La mina que no podía blanquear su vida pero estudia para ayudar a los demás. Que alguien me explique cómo una persona que no es capaz de admitir como es puede tener la ilusión de ayudar a otro. Con esa gente trabajaba yo.
Continuara.
En el capítulo de mañana se viene la renuncia.
Tuesday, June 25, 2013
Feliz Cumpleaños a Mi 2013 – Parte II
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como me gustan estos posts boludoooooo
ReplyDeleteexcelente jajajajaja, espero mas.
fijate si hay forma de saber con las IP si lo leyeron a esto en ese laburo
abrazo y... ya me enganche
Tranquilo que falta la parte de la renuncia...
DeleteIgual, si queres te llamo y te lo cuento, no hay nadie mas por aca!
hay mucha paja para comentar, eso es cierto, pero seguro que hay muchos leyendo...
Deletelinkeales el post a alguno ahi adentro asi van directo jeje
nah... mira si la torta se enoja y me pega!
DeleteAle: soy de las que te lee y jamás comenta. No tengo blog, soy mala para escribir y redactar (imaginate que soy contadora, lo mío son los números). Pero no puedo no comentar esta entrada...GENIAL...será que me sentí tan identificada. Trabajo en un estudio y las situaciones son tan iguale...Te leía describir al director y veía a mi gerente. No toma decisiones, deja que la gente no cumpla su trabajo con tal de no enfrentarla...son una plaga...indecisos, inseguros...pero llegan a los altos puestos (de empresas pedorras, obvio).
ReplyDeleteEspero ver como sigue la historia. A ver si te imito y puedo renunciar.
Lili
Lili, ser contadora no es excusa! yo tambien estudie cs economicas.
DeleteIgual si, me parece que tenes razon, son todos iguales... como que el perfil de capo de pyme es lo mismo en todos lados.
Con tu comentario me dieron ganas de publicar todas las anecdotas de cuando trabajaba en el prov de internet... ahi todavia hay mas! beso.
Y, dale....publicá !!!! Somos varios a los que nos gusta leer ese tipo de anécdotas.
DeleteLili
Espero con ansias la renuncia.
ReplyDeleteEstos post en cadena son geniales