Monday, May 27, 2013

Al Fin del Mundo III

Previously in YaVeremos:
- Al Fin del Mundo I
- Al Fin del Mundo II

Al otro día, como no habíamos muerto, aprovechamos y fuimos a la excursión del Parque Nacional. Antes de entrar al parque, te llevan al tren del fin del mundo. Teníamos la duda si hacer o no el recorrido en tren. Se combinaba el costo ($175 por persona) con que absolutamente todas las personas a las que le habíamos preguntado antes de viajar nos dijeron que no valía la pena. Algunos un poco más enfáticos decían que era una porquería y una pérdida de tiempo. Ya en Ushuaia, también preguntamos y nadie contestaba nada concreto. "Es lindo" con tono de circunstancia era la respuesta que escuchábamos con mayor frecuencia. Durante el trayecto del hotel al Parque Nacional, le pregunté al chofer qué onda el tencito y me respondió "algunos se van con la sensación de que es caro", cosa que no me dejo muy tranquilo. Después agregó "y... es lindo (otro más con tono de circunstancia), depende de que te guste... es muy personal". O sea, que el guía de la exclusión no te lo recomiende no es lo más alentador del mundo. Llegamos al tren envueltos en plena incertidumbre. Por un lado, es caro y nadie lo recomienda. Por otro, seguramente nunca más vamos a volver a Ushuaia y a pesar que nadie lo recomienda, todos lo hicieron y luego no lo recomiendan. Así que decidimos hacerlo con el objetivo de después no recomendarlo.

Compramos los tickets y nos subimos al tren. Obviamente es el tren del fin del mundo. Porque todo en Ushuaia es lo del fin del mundo. O lo más austral del mundo. Incluso el duty free del aeropuerto tiene un cartel que dice "bienvenidos al duty free más austral del mundo". Un problema similar ocurre con los puntos cardinales, todo es al norte. Durante la estadía escuche más de una vez la frase que cuando la gente termina la secundaria, se va a estudiar al norte, a la Universidad de Buenos Aires. Debe ser raro vivir en un lugar donde no haya Sur.

Cuestión, nos subimos al tren del fin del mundo. Cuando funcionaba de verdad (y no para turistas gomas que pagamos $175 el boleto) el tren realizaba un trayecto desde la cárcel hasta una zona del actual Parque Nacional buscando troncos para calefacción y esas cosas; en la actualidad solo recorre los últimos 7km del trayecto original. El tren está muy lindo, chiquito pero acogedor, con calefacción y un cartel que dice "prohibido sacar los brazos por las ventanillas" a pesar que las ventanillas no se pueden abrir. La verdad, mirándolo bien, no entiendo de que se quejaban los presos.

Me avisan por cucaracha que el tren fue refaccionado y que, en la época de los presos, no poseía las mismas comodidades. Incluso dijeron que la locomotora fue construida en el año 2006 en Sudáfrica. De Sudáfrica traemos la locomotora. ¿Tiene vuvuzelas también? Tenemos el tren del fin del mundo recorriendo un trayecto construido por presos hace más de 100 años pero dirigido por una locomotora de Sudáfrica. Como que hay algo que no cierra del todo.

El tren circula a unos 10 kilómetros por hora. Una grabación nos va contando la historia del tren, la cárcel y el paisaje que estábamos viendo. La grabación se escuchaba primero en español y luego en portugués, cosa que me parece una falta de respeto. Cuando voy a Brasil, hablo en castellano y exijo que los brasileros me entiendan. Ahora, en Argentina, lo mínimo que pueden hacer es intentar adaptarse y entender castellano. Gran parte del audio brindaba detalles de la vida en la cárcel y el trato bestial que sufrían los presos. Pero nadie dice que eran presos. O sea, son presos, están en una cárcel, no en un all-inclusive.

El tren circula junto al cauce del Río Pipo, que lleva ese nombre en homenaje a un preso que se escapó de la carcel y encontraron varios días más tarde junto al río, congelado y un poco comido por la fauna autóctona. Como homenaje, le pusieron su nombre al río. Ni idea como se llamaba antes que encuentren al preso muerto. Tal vez era el río sin nombre pendiente del primer muerto medianamente famoso de la zona. Desconozco. Igual, creo que si querían homenajearlo, deberían haberle puesto el nombre completo del preso y no el apodo. Ya sabemos que los locales no son muy hábiles en temas de marketing. Aunque, por otro lado, me engramparon con $175 el boleto del tren.

La primera parada es en la Estación Macarena, dónde hay una pequeña cataratita llamada Salto Macarena. Casualmente, como la estación. Subí corriendo los 83 escalones que separaban la estación de la cataratita. Iba pasando al resto de los pasajeros del tren, quienes subían caminando con una parsimonia que exasperaba. Yo -al trote y contando escalones para después escribirlo en el blog- me creía Rocky, con la diferencia que cuando llegué arriba de todo, casi muero.

De vuelta al tren y seguimos viaje hasta la estación final. Paisaje muy bonito, el audio seguía con historias del lugar y afuera comenzaba a caer agua nieve. La gente muy emocionada, se notaba en el ambiente que había ganas de nieve. Algo que no sucedió y provocó cierta desilusión en los pasajeros. Llegamos al final del recorrido donde nos esperaba el guía con la camionetita y empezamos a recorrer el Parque Nacional. Al principio del recorrido, vimos un bosque de caducifolios, una palabra que no escuchaba desde biología de cuarto año y nunca supe que quería decir, pero que me gustó y quiero volver a utilizar. Voy a intentar meter la palabra caducifolio en todos los posts, a pesar que no tenga nada que ver.

El guía nos contó acerca de los indios locales, llamados Yamanas. El primer detalle es que los Yamanas iban en bolas por la vida. Ni siquiera taparrabos. Pleno invierno en Ushuaia y los tipos en bolas. Asumo que la esperanza de vida de la época no debía superar los 20 años. Mirando diferentes fotos y restos de cosas construidas por los indios, tengo que decir que los indios de nuestro país dejan bastante que desear. Una canoa, alguna vasija y no mucho más. Nunca un calendario del fin del mundo, nunca una pirámide o un lenguaje indescifrable. Ni siquiera un Machu Pichu. Y hasta los peruanos tienen un Machu Pichu. Por suerte la naturaleza es sabia y compensa, por algo los mexicanos no miden más de un metro y medio y los peruanos son tan horribles.

Como decía, los Yamanas vivían en bolas y, una de sus actividades, era cazar lobos marinos. Cosa que también hacían en bolas. Y acá es donde me parece que no eran tan brillantes que digamos. Porque si yo fuera un lobo marino de 300 kilos y veo venir en una canoa a un par de Yamanas en bolas con la intención de matarme, primero los tiro de la canoa al agua y después me los garcho. Si los Yamanas fueran vivos, usarían ropa. Porque los lobos marinos no tienen manos, entonces no podrían desvestirlos para violarlos. Pero no, los muy violables cazaban en bolas. Igual, a su favor, está el siguiente dato curioso. Resulta que a los lobos los cazaban con una especie de arpón desde la canoa y después eran las mujeres Yamanas quienes se tenían que tirar al agua a buscar al lobo marino muerto. Eso es feminismo en todo su esplendor. Punto para los Yamanas.

Bajamos a sacar fotos en alguna laguna y en Bahía Lapataia, llamada de esa forma porque te congela la pataia. No solo eso, además se congela el agüita que te cae de la nariz, casi que logras tener estalactitas en tu propia cara. No está tan copado como suena. Con mucho frío, le pregunté al guía por el clima en general. Porque no importa si estas en un ascensor en microcentro o en uno de los puntos más australes del país, siempre se puede hablar del clima.

Yo: ¿Qué temperatura hay acá en verano?
Guía: Unos 18 grados más o menos, días de mucho calor puede llegar a 20-22.

Una señora de unos 50 años escuchó el diálogo y aprovechó para meterse.

Señora: ¿Y ahora que temperatura hay?
Guía: 3 grados.
Señora: ¿Más o menos de cero?
Guía: ¡Más! (Con tono de que era algo obvio, porque con tres grados bajo cero estaría nevando)
Señora: ¿Y entonces por qué tengo tanto frío?

Creo que no hay respuesta posible a ese comentario, solo un plop de Condorito y no mucho más.

El último día fuimos al Glaciar, aunque no pudimos subir porque llovía mucho. Nos quedamos en la casita de té, algo muy celebre en el lugar. Tomamos un té en esta cabaña linda atendida por gente mala onda. Mi novia pidió un lemon pie y le advirtieron "mira que no es como los de panadería" y nunca entendimos que le habían querido decir. Volvimos. Recorrimos un poco más la ciudad, nos sacamos fotos en diferentes monumentos. Entre ellos, el monumento al fosforo. En realidad es un monumento a la concientización que solamente un fosforo puede causar un incendio forestal, pero el monumento es un fosforo de unos cinco metros de alto. Siesta, cena y al día siguiente aeropuerto para volver a Buenos Aires.

Me encantaría terminar este post como (casi) todos diciendo que esta todo mal y esas cosas. Lamentablemente, no va a poder ser. Ushuaia está buenísimo, la pase excelente, la comida esta bárbara, el hotel muy lindo y todo lo demás muy bien. Se los recomiendo a todos los que tengan unos días libres y ganas de hacer algo diferente, lo van a pasar muy bien. Y odio a Córdoba.

3 comments:

  1. Me molesta muchísimo la gente metida y soy de contestar cualquier cosa para hacer sentir mal al que se mete, como la señora que encima pregunta obviedades (se escribe así?)
    Muy buenos post los del fin del mundo. Le pregunté a todo el mundo si conocen y los que fueron coinciden con vos. Voy a tener que ir

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  2. La mina esa era cualquiera! encima con su look impresentable que no me anime a describir.
    Ushuaia esta buenisimo! Cambia Mendoza una vez y andate al sur. Beso.

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La gente es mala y comenta