Previously in YaVeremos: Al Fin del Mundo I
Desayuno, siesta y excursión al faro del fin del mundo. En realidad me avisan por cucaracha que no es el verdadero del fin del mundo, que había otro en la Isla de los Estados y anda a saber que más. No importa. Este es el que todo el mundo tiene en las fotos y para eso fuimos, para tener las mismas fotos que todo el mundo.
Caminamos por la calle que da al canal las 10 cuadras que separan el hotel del puerto. La calle se llama Maipú. Que falta de marketing la gente de Ushuaia, no se puede creer. Si estuviéramos en Estados Unidos, se llamaría Ocean Avenue. Solo que acá, en lugar de ponerle algo alegórico al canal (o vista al agua, que es lo que vende) le ponemos una batalla. Como si fuera poco, una batalla que el General San Martin luchó en Chile para liberar a Chile de los españoles. Los mismos chilenos que nosotros liberamos después nos robaron media isla de Tierra del Fuego. ¿Se entiende lo que está pasando? La avenida más importante de la capital provincial tiene el nombre de una batalla en la cual nosotros liberamos a quienes décadas más tarde nos robaron kilómetros y kilómetros de territorio. Que poco marketing este país. Que poca visión a futuro. Así estamos.
Llegamos al puerto apenas unos minutos antes que dos micros repletos de japoneses, quienes se abalanzaron en malón para sacarse fotos. Bajaban del micro y corrían a los carteles para sacarse fotos alegóricas antes que los otros japoneses que viajaban en el mismo micro. Quienes pensaron que los japoneses eran pura caballerosidad y educación, se equivocaron. Ya no quedan geishas, ahora son los patovicas de las fotos, los matones del turismo.
Cuando estábamos por subir al catamarán, la empleada que verificaba los tickets nos dice "welcome...". Resulta que ahora parezco extranjero. Todos los días se aprende algo. Ya dentro del catamarán, nos sentamos a esperar mientras abordaban el resto de los pasajeros. Desde la mesa contigua, se escucha en un tremendo acento porteño la frase "que hayyye, Mario". Gire para ver y me encontré con un tipo de unos 50 años, con lentes oscuros, calvicie incipiente y varios kilos de sobrepeso hablando por celular. Siguió diciendo "shi... vinismosh a Usssshuaia por el fin de shemana, te había dicho. Ahora estamos en un barquito por navegar por no she donde". "Por el Canal de Beagle" acota rápidamente una mujer que solamente podría ser la esposa de este engendro y típico porteño. En las mesas del otro lado había dos parejas de cordobeses, fácilmente identificadas por su horrible acento. Porteño de un lado, cordobés de otro. Estar rodeado me hizo replantear mi ranking de odio. ¿Qué es peor, un porteño típico o un cordobés al azar? Lo pensé unos segundos y la respuesta es obvia, un cordobés. Siempre lo peor es un cordobés. Salvo que compita con un chileno.
Finalmente el catamarán zarpó. La guía nos contaba en castellano lo que podíamos ver a la derecha para luego informar en inglés "to your left..." cosa que me desinformo un poco. Desconozco si la guía no sabía inglés, donde estaban las cosas o ninguna de las dos. Casi todos los pasajeros esperábamos dentro del catamarán por el frio. Pero apenas apareció el primer islote con lobos marinos, todos salimos corriendo a sacarles fotos. De un lado, unas 25 personas sacando fotos a lobos marinos. Del otro, unos 50 lobos marinos, inmutables, tirados en un islote. Aparentemente, los lobos marinos son mucho más interesantes para los seres humanos que viceversa. Aun si estos animales pudieran manejar una cámara de fotos, dudo que gasten siquiera una foto en nosotros. Ni siquiera somos dignos de ser su zoológico.
En el siguiente islote había unos bichos muy parecidos a los pingüinos, que no eran pingüinos porque volaban. La guía explicó que eran, lamentablemente ya me olvidé. Igual no importaba, estábamos todos sacándoles muchas fotos a las aves. Los siguientes islotes alternaban entre lobo marino, aves, pseudo-pinguinos y algo más de la fauna autóctona. Al sexto o séptimo islote, el frío era mucho y ya nadie salía del catamarán. Alguna que otra foto desde adentro y no mucho más. Porque, seamos honestos, ¿cuánto tiempo los lobos marinos pueden seguir siendo interesantes? Ya lo vimos, ya sacamos fotos, ya está. Además hay algo que todos dicen y nadie hace nada al respecto, los lobos marinos huelen muy mal. Que alguien haga algo.
Después, faro del fin del mundo y luego Isla de Bridges. Ahí si pudimos bajar y sacar alguna que otra foto más para luego volver a puerto. Toda la excursión fueron unas tres horas y estuvo muy bien. Es una de esas cosas obligatorias que hay que hacer en Ushuaia.
Otra vez en el hotel y otra vez siesta. Así fueron todos los días, de a dos siestas por día. Al día siguiente amaneció con lluvia, después más lluvia, siguió sol, viento, nublado, arcoíris, lluvia sin nubes y más tarde niebla. Viví todos los climas y eran solo las tres de la tarde, mientras que el pronóstico del día siguiente indicaba "mínima 3, máxima 4". La amplitud térmica no es uno de los fuertes de la ciudad.
Estuvimos en la cárcel. En el museo del presidio, no es que haya pasado nada. Nos sacamos fotos con las diferentes estatuas, entre ellas la del Petiso Orejudo. Esa parte de museo está muy linda, con fotos de la época y todo eso. La parte de pabellón histórico, la cárcel en las mismas condiciones que cuando se cerró en 1947; mete un poco de miedito.
Fuimos al gift shop, que se llama gift shop. Anda a saber porque le habrán puesto el nombre en inglés. Cosa de mandinga. Me quise comprar la camisa de preso, aunque se iba de presupuesto. Esa medio azul y amarilla que luce Darin en La Fuga. La hubiese llevado y pensaba usarla en los shows de stand-up, demostrando que no entiendo nada de su significado histórico y me limito a ser hueco pero a la moda. Si alguno tiene pensado viajar y quiere traerme una de regalo, no me enojo y hasta le puedo regalar un libro. No hace falta que sea el que escribí yo, puede ser cualquiera de Yenny.
Intenté hablar un par de veces por teléfono pero Claro no anda muy bien que digamos. Se ve que funcionaba perfecto en toda la República, desde Ushuaia hasta La Quiaca, salvo en Ushuaia.
Cuando llegamos al hotel, el empleado del mostrador nos preguntó si al día siguiente preferíamos el desayuno en la habitación. "Pasa que son los únicos huéspedes y para no armar todo acá abajo". Únicos huéspedes de todo el hotel. Este es el hotel al que me mandó mi amigo cordobés. Se corre el rumor que vamos a morir asesinados y nadie se va a enterar.
Continuara.
Tuesday, May 21, 2013
Al Fin del Mundo II
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Lindo viaje, pero yendo a lo que verdaderamente importa, los porteños bien porteños son peores que los cordobeses bien cordobeses.
ReplyDeletePuede ser, pero acá adentro tengo que mantener lo de cordoba. Abrazo.
DeleteOjo que acá tampoco funciona Claro eh!
ReplyDeleteTal vez si pusieran menos famosos en la propaganda y mas antenas, quien te dice...
Deleteushuaia no es capital de provincia zoquete!!
ReplyDeleteabrazo