Yo Amo a mi Maestra Normal

El sábado fui con mi novia a ver la obra de Juan Pablo Geretto. Con mucha vergüenza tengo que confesar que yo ni siquiera sabía de su existencia. Mi novia -Santafecina al igual que Juan Pablo- lo conocía hace rato, ya lo había visto en el teatro y lo consideraba "un genio". Yo no tenía muchas expectativas, no por pesimismo, sino porque desconocía con que me iba a encontrar. Fui solamente porque le tengo (cierta) confianza a ella.

El espectáculo fue excelente. Unipersonal de casi una hora y media con Juan Pablo como maestra de escuela pública. Total dominio del escenario y superlativo manejo de tiempos para subir y bajar al público. Todo esto sumado a un nivel brillante de interaccion con la audiencia. Vayan a verlo, vale la pena.

Después del teatro fuimos con mi novia a la despedida de una compañera mía de laburo, quien se va a vivir afuera. Por suerte no fue en un boliche, sino en un bar. En un bar moderno que se hace boliche, pero nunca llego a hacerse. Había poca gente en el lugar y, aparentemente, eso es malo. No sé cuando paso, pero como que necesitar ir a un lugar que haya mucha gente para divertirte. Yo no estoy muy de acuerdo con eso, pero me tengo que adaptar.


Hace unos años atrás, una de las situaciones más difíciles en cualquier tipo de convite social, era despedirse. Ya se cumpleaños, casamiento, bautismo, bar-mitzva o lo que sea, no te podes ir. Porque cuando vas a despedir al homenajeado, siempre te responde con voz de incrédulo "¿Cómo? ¿Ya te vas?" y le agrega un "pero recién llegaron" o "quedate un ratito más que ahora viene…" La gente decidió cortar por lo sano, ahora te vas de los eventos sin saludar. Y, preferentemente, cuando el organizador del evento no te ve. Así es la vida moderna, hipócrita.