Santa Fe - Un Viaje de Ida

Desconozco si alguno vio en la tele las imágenes de cómo estaba Retiro el viernes 23 a la noche, toda llena de esos idiotas que decidan viajar a último momento. Yo era uno de esos idiotas. Y mi novia venia conmigo. Los dos nos estábamos por tomar el micro a su pueblo natal para pasar Navidad. Ellos dicen que es ciudad, pero solo se están engañando a sí mismos.

Retiro estaba repleta de gente, era imposible caminar de un lado al otro. Menos que menos tener la ilusión de conseguir una silla. Eran las 8 de la noche, nuestro micro debía salir 8.30 y por los altoparlantes anunciaban la plataforma donde se encontraban los de las 7 de la tarde. Por esos milagros, el nuestro solamente salió 20 minutos tarde. Una muy grata sorpresa, que no iba a ser la única del viaje. Sorpresa no iba a ser la única. Grata sí.

Despaché los bolsos y subimos a micro que viajaba con destino a Córdoba, pero que antes recorría todo Santa Fe. Y antes de eso, todo Buenos Aires, porque la hoja de ruta indicaba paradas en Pacheco, El Talar, Escobar y Campana. Cuando cuento esto, la gente muy astuta pregunta "¿Y no hay un viaje directo?" Sí, hay, pero yo disfruto mucho recorrer cuando viajo.

Teníamos asientos abajo, por un tema de estadística y probabilidad. Los micros tienen 8 asientos abajo y 40 arriba. Las chances que haya un bebé o niño abajo son un 80% menores. Subimos al micro y efectivamente no había un bebé abajo. Había dos. En realidad un bebé de unos 6 meses sentado a nuestro costado, pasillo mediante. En los asiento de atrás, había un nene de 3 años junto con su abuela detrás nuestro. La madre del de 6 meses no le había sacado asiento a su hijo y lo tenía a upa. Ese nene se porto impecable, durmió un rato y se bajaron en la primera estación.

Por una de esas cosas que no entiendo, mi novia tenía ventanilla y yo pasillo. En realidad siempre es al revés. Pero en lugar de decirme que esta vez ella prefería ventanilla me empezó a convencer que pasillo era mejor para mí. Incluso le agrego una anécdota "el otro día cuando sacábamos los pasajes vos me dijiste que siempre te gusto más pasillo pero..." y seguía y seguía metiéndole detalles a la fabula. Yo la escuchaba lleno de orgullo por sus historias inventadas y la habilidad adquirida para los detalles de la mentira. Pero eso a mí no, eh.

El otro nene que viajaba abajo no durmió. Primero que nada, viajaba con su abuela, no con su padre. Su abuela tampoco le saco asiento, tenía pensado llevar a upa al niño los 800km de viaje. No sé si es ilusa, idiota o las dos. Pero no se preocupen, el misterio pronto se va a develar.

Ya lo dije muchas veces pero nunca está de más repetirlo, los abuelos son pésimos padres de sus nietos. Ellos creen que son buenos padres porque ya tuvieron hijos, pero no se dan cuenta que perdieron la paciencia y, fundamentalmente, la memoria. Mis viejos más de una vez nos fajaron a mí y a mis hermanos. Pero ahora, si alguno de mis hermanos llega a levantarle el tono de voz a sus hijos, ellos se horrorizan de tal manera que da lástima no tener videos de los golpes que nos comimos nosotros. No quiero que parezca que fuimos niños golpeados, pero alguna que otra vez...

Cuestión, el nene de tres viajaba con su abuela. Eran paraguayos. A Vicky, mi hermana, le sale re bien el acento paraguayo, pero ella cree que le salen bien todos los acentos; aunque todos le salen como paraguayo. A mí me sale bien el acento chileno. En mi familia todos tenemos un don.

Volviendo al nene, estaba con su abuela. Como el asiento de al lado estaba vacío, les quedo uno para cada uno. La abuela llamó por teléfono a uno de sus hijos —tío del nene— y le contaba de las andanzas del niño. Cuando la escuché hablar fue que me di cuenta que eran Paraguayos. Mientras la abuela dialogaba, el nene jugaba a pegarle y sacudir la cabecera de mi asiento. La abuela en el teléfono decía "no sabes lo bien que se porta, y que inteligente que es, como mira todo, él va fiscalizando todo" mientras el nene seguía pegándole a mi asiento. La abuela ni se inmutaba. Mi novia se reía y comenzaba a creerme que estas cosas solo me pasan a mí. Me quiso ayudar y me dijo "¿queres que lo mire al nene con cara de mala a ver si para?" Yo nunca la vi a ella con cara de mala, pero me generaba mucha intriga. Le dije que sí, pero ella desistió del ofrecimiento. Tal vez mi burla cuando escuché "cara de mala" pudo haber tenido algo que ver. (N del A: ayer mientras escribía este post, le pedí que pusiera cara de mala y finalmente lo hizo. Su cara de mala es exactamente igual a la cara de Zoolander)

La señora continuaba al teléfono cuando se dio cuenta de su nieto golpeando mi asiento y empezó a decirle "nooooooooo" pero no como grito ni reto, sino una "O" constante, estirada y monocorde. El "nooooo" típico de padre que no le da mucha bola a sus hijos y solo dice "nooooo" cuando se acercan a algo que no deben, pero sin siquiera levantarse. Odio a esos padres. Urgente que aparezca un juez y le saque a sus hijos, porque claramente no son capaces de educarlos.

Entre "noooooooooo" y "noooooooo" la abuela le dice a su hijo en el teléfono "tendrías que verlo, le pega al asiento de adelante como hace con vos en el auto, se piensa que estamos en el auto, es tan inteligente". A ver, señora, como se lo explico, si un nene de tres años confunde un auto de cuatro puertas con un micro Urquiza larga distancia de dos pisos y con capacidad para 50 pasajeros, no es tan inteligente como usted quiere creer. Lamento informarle que el nene es bastante estúpido.

En la primera parada se subió una señora de unos 55 años y se sento al lado nuestro, pasillo mediante. Ocupaba el lugar del primer bebé quien ya no estaba. Aparentemente, había sido nominado.

Media hora más tarde, ya en la autopista, pusieron la película Invuctus, esa donde Morgan Freeman cree que es Mandela pero en realidad es Morgan Freeman. Además de la película, la cafetera vibraba y producía un sonido metálico muy molesto. Y siempre está el ruido de la ruta. Pero todo eso sumado no era suficiente para tapar los ronquidos de la señora, que sonaban como cuando en un dibujito animado usan un serrucho para cortar un árbol, pero todo el tiempo. Insoportable. Al menos el nene de atrás ya no golpeaba mi asiento.

Sacando todo eso, el viaje fue bastante tranquilo. Llegamos cerca de las 3am, tomamos un taxi en la terminal hasta la casa y costo $11,30. La bajada de bandera solo $3,40 y eso que era tarifa nocturna. Esos son tacheros copados y no como las ratas que tenemos acá. En la casa nos esperaba despierta la mamá de mi novia con sándwiches. ¡Eso es una suegra!

Navidad estuvo bien y el viaje de vuelta también. Una semana después, mismo plan para año nuevo. Viajamos arriba y no había bebés, pero si gente que ronca. A falta de uno, dos. Para los incrédulos, les dejo una foto.

Hay dos cosas muy importantes para remarcar de las fiestas. La primera, las garrapiñadas caseras que había. Espectaculares. Nunca comí garrapiñadas mejores. Me compré un kilo y lo traje a casa. Están buenísimas. La segunda, en la casa de la tía de mi novia había una frapera de Grisu. Yo, iluso, pensé que la había traído un primo hace poco. Pero no, se la robó la tía cuando fue de viaje de egresados en 1978 y recién habían inaugurado Grisu. En esa casa, hay una frapera más vieja que yo.

Después de año nuevo mi novia se quedó allá de vacaciones y el viaje de vuelta lo hice solo. No estoy en edad de hacer 1700km de micro semi-cama en nueve días. La vida me alcanzó.