Mi Plomero es el Mejor

Como ya comenté unos posts atrás, estoy haciendo cosas en mi casa, plantas, cortinas, etc. Bah, en realidad, estoy mandando a hacer, porque como ya también comenté muchos posts atrás (acá y acá), yo no se hacer nada. Más que dirigir.

Hace más de dos años que voy a lavar ropa a lo de mi hermana o mi vieja, a los respectivos laundys de sus edificios. Hasta que, finalmente, llego el día. El problema del lavarropas es que el único lugar donde entraría, es en la cocina. Pero, para hacerlo entrar, hay que volar una cajonera bajo-mesada y parte de un zócalo de cemento.

Todo lo del lavarropas es una idea que vengo teniendo hace mucho, pero no lo hacia. Unas semanas atrás, estaba con mi primo en casa y surgió el tema del lavarropas. No se que hablaran ustedes con sus primos de su misma edad, nosotros hablamos de lavarropas. Para realizar los arreglos e instalación pertinente, me recomendó a su plomero. "Se llama Daniel, tenes que llamarlo, es un fenómeno, me hizo cosas a mi, a mi hermana, a mi vieja... esta en la familia hace mil años". Al igual que con mi hermana y lo de las cortinas, parece que es importante tener la clave para entrar en el rubro plomeril. Si llamo y digo que saque el número de MercadoLibre, ¿Se cae el mundo? Si hay que tener un conocido para conseguir plomero, ¿Para qué hay tantos plomeros publicando en las páginas amarillas? ¡No se dan cuenta, pero están tirando la plata con tanto avisito! Y si todos los plomeros son referidos por conocidos, ¿Cómo se llegó al primer plomero? Para mí, es un misterio, casi a la altura del primer yogur.

Resulta que llamé a Daniel y me atendió con su voz aflautada estilo Manuel Belgrano. "Pobre Daniel," pensé, "lo deben burlar todos por su voz". Y después pensé que ni en joda lo deben haber burlado tanto como a Belgrano. ¿Por qué discriminan al pobre plomero? Si tiene voz de mina, ¡búrlenlo! Pero no, claro, al plomero no se lo burla. En cambio a Belgrano, abogado y militar, si. En este país se habla mucho de la redistribución de la riqueza, pero nadie habla de la redistribución de la burla. Mi amigo personal Armando tiene razón, si no nos burlamos de la gente con enfermedades y/o defectos de nacimiento, los estamos discriminando. Imagínate la situación. Un señor va por la calle, se tropieza y se cae aparatosamente; el espectador del suceso indefectiblemente va a esbozar una sonrisa. Ahora, que pasa si mismo señor (u otro señor, en realidad no hace diferencia para la anécdota que señor es) usaba muletas y se tropieza. Probablemente nadie se reiría. Incluso, algunos transeúntes se acercarían para socorrerlo. Eso, mis queridos lectores, es discriminación. Creo que el señor tendría que levantarse, levantar sus muletas, e ir rápidamente (o a la velocidad que le permitan las muletas) al INADI y denunciar que fue discriminado por su condición.

Daniel y su voz aflautada me atendieron el teléfono. Me dijo que esta muy ocupado, que lo llame después de Semana Santa. Paso Semana Santa, paso una semana más, y yo volví a llamarlo. Le recordé quien era, porque Daniel-voz-aflautada se había olvidado. Aparentemente, la conexión del contacto con los plomeros solo dura un llamado telefónico. Al siguiente, ya se olvidaron totalmente quien eras vos. Debería haber una advertencia respecto a esto, "su conexión se autodestruirá después del primer llamado y su plomero jamás volverá a reconocerlo". Entonces, Daniel-voz-aflautada me dijo que otra vez estaba con mucho trabajo, que lo debería haber llamado antes. Pero antes también había estado con mucho trabajo. Yo no entiendo nada.

Le comenté el problema a mi mamá y ella me dio el número de su plomero. Que, al igual que Daniel-voz-aflautada, también era el mejor. Yo no se cuantos plomeros pueden ser "el mejor". Pero si nos guiamos por las recomendaciones, en los Juegos Olimpicos de Plomería, habría medallas de oro para todos.

El plomero de mi mamá se llama Niño. Es muy raro llamar por teléfono a alguien y decir "Hola, ¿Con Niño por favor?" Decirle Niño a alguien es muy de abuela ochentosa. Coordine una visita con Niño para que me pase un presupuesto.

La noche anterior a la visita de El Niño, que curiosamente no había ni una nube, cené en la casa de mi hermano Pablo y también le comente del tema del plomero/lavarropas. Como se darán cuenta, es un tópico recurrente en mis reuniones familiares. No hace falta ponerse a hablar de problemas personales, expectativas de vida o tonterías del estilo cuando se esta por instalar un lavarropas. Pablo, sabiendo de mis problemas de regateo, me dijo unas palabras muy sabias que me llevare a la tumba. Bueno, se las voy a contar a ustedes ahora. Pero son tan pero tan útiles, que es importante no olvidárselas nunca. Lo que me dijo solo es equiparable con "Singi-uktumi". Digamos que me dijo el "Singi-uktumi" de la plomería y los arreglos en general. Me dijo "Apenas te pase el presupuesto, lo miras, exclamas uhhhh y le preguntas como se puede hacer para que salga menos. Así, de una, que te diga él como hacer".

Al día siguiente, curiosamente también soleado, llegó El Niño. Miró fijo, metió mano, puso cara de preocupación, y me tiró su número mágico. Que, confieso, era mucho más alto de lo que yo esperaba. Pero, velozmente y con destreza, recordé las palabras mágicas de mi hermano Pablo y le dije "Y... ¿se puede hacer algo para que salga menos?". El Niño volvió a mirar. Inspecciono el lugar. Guardo silencio unos instantes y dijo "Mira... yo 100 pesos puedo bajar, mas ya no". Yo no dije nada. El Niño agregó "si queres, podes pagarme los materiales ahora y el resto a 30 días". Como por arte de magia, ante tan solo un comentario que para el lector desprevenido pasa inadvertido, El Niño me regaló 100 pesos y 30 días. Mi hermano es un genio. Pero no le voy a dar comisión.

El Niño se fue, como había llegado, en un día soleado. Llamé a Pablo para contarle que me bajo el precio, pero decirle que el presupuesto era caro. Él me convenció que no era tan caro por todo el trabajo que había que hacer.

Consideré prudente tener otro presupuesto. Marcelo, un amigo, me dio el número de su plomero. Y, casualmente, también era el mejor de todos, muy honesto, muy trabajador y no era caro. Además, tenia que decirle que lo llamaba de parte de Marcelo. Lo cual da para hacer el chiste fácil de "¿Lo conoces a Marcelo?" pero Oscar, el plomero, es un profesional y esta más allá de estas banalidades. Coordino con Oscar la visita, quedamos para un jueves. O era viernes. No me acuerdo. Llegó Oscar. Miró todo atentamente y asintiendo a medida que observaba. Todo con mirada profunda, casi como la de Picasso ante un lienzo en blanco. Oscar es un artista de la plomería. Hasta entonces, seguía sin emitir sonido. Finalmente, abrió la boca "Bueno, yo te llamo y te paso el presupuesto". ¿Lo qué? ¿No me puede pasar el pasar el presupuesto ahora? Sos plomero, si vos no sabes cuanto sale esto, yo no se si quiero que me lo instales. Pasaron los días, le envié varios SMS, nunca obtuve respuesta. Otro caso de las profesiones terminadas en "ero" que no quieren trabajar.

Me urgía conseguir un segundo presupuesto. Le pregunté al portero del edificio (no el místico ni el de las patadas voladoras) sino el oficial. Me dijo que la nueva chica del 5D acaba de poner un lavarropas. Al día siguiente, me cruce con la nueva chica del 5D en el ascensor y le pregunté por su lavarropas. Me invitó a su casa a verlo y me dio el número de Hernan, su plomero. Coordinamos el horario y Hernan pasó a visitarme. Miró todo, toco los muebles como si le estuviera chequeando la fiebre a alguien, a medida que lo iba haciendo, me decía de lo complicado que iba a ser todo. Abrió las puertitas que están debajo de la pileta, agarró su celular y le sacó una foto al desagüe. No quiero ni pensar lo que debe hacer ese asqueroso con las fotos de mi desagüe. ¡Ugh! Pienso que hay fotos de mi desagüe por ahí, en el teléfono del pervertido este, que seguramente la va a subir a Internet, y me da escalofríos. Hernan-pervertido-de-los-desagües me dijo que unos días más tarde me iba a llamar con el presupuesto. ¡Otro mas! Si sos plomero, tené su libretita de precios a mano. Vivimos en una sociedad donde no hay tiempo que perder. Yo no puedo esperar 3 días a que resuelvas cuanto me queres cobras. Venís, me decís, yo digo si o no y continuamos con nuestras vidas. Pero no. Hernan se iba a tomar su tiempo. Y tanto tiempo se tomo, que no me llamó nunca más.

El miércoles, día un poco nublado, llamé a El Niño.

Yo: Hola Niño, habla Alejandro del departamento de ... (y toda la historieta)
Niño: Si, ¿como estas? (Con tono de no tener ni la menor idea quien era yo. Se ve que la conexión había caducado)
Yo: (le recuerdo quien era) ¿Vos podrías venir este sábado?
El Niño ya recordaba quien era yo.
Niño: Este sábado tengo un trabajo en lo de una señora, no se si voy a poder.
Yo: Bueno, el próximo entonces.
Niño: Pero... ¿Vos como pensabas pagar?
Yo: Te doy todo en efectivo, el día que venís.
Ahí le cambio el tono, desde el teléfono se le veía el simbolito $ en sus ojos.
Niño: Bueno, no te preocupes, yo me arreglo con la señora, el sábado estamos ahí.

Llego el sábado y a la hora acordada, llegó El Niño. El Niño tenía una remera Tommy Hilfiger puesta. Es un Niño muy top. Y no venia solo, sino con ayudante que no tenía remera de Tommy Hilfiger, sino más bien uniforme de trabajo. En ese preciso momento, me di cuenta que El Niño no iba a trabajar nada. Mientras que el ayudante-no-tommy-hilfiger iba a trabajar todo.

En este momento, te estarás preguntando, como puede ser que a las 10.40 de la mañana de un sábado este posteando cuando me fui a dormir a las 5am. Bueno, en este hermoso día soleado, el ayudante-no-tommy-hilfiger-del-niño esta en mi cocina colocándome el lavarropas. Si todo sale como debe ser, en solamente un par de horas voy a poder lavar la ropa desde la comodidad de mi hogar. Gracias por venir Niño. Ni el Weather Channel lo podría haber previsto mejor.